Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

Quijote

Y como parece que la afición por el libro se hereda, y lo que se hereda no se hurta, hay pasajes que me devuelven a la realidad de hoy

Quijote Quijote

Quijote

Los acontecimientos de estas últimas semanas: elecciones, invasiones y humillaciones; dieron un baño de realidad a una parte de la sociedad española, frente al mundo imaginario de esa otra porción que acepta imposiciones de iluminados, condenados y fugados. Nada mejor para entender los mundos paralelos como la lectura de "El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha", la obra inmortal de Miguel de Cervantes por su permanente actualidad, ya que las situaciones que plantea son extrapolable al mundo de hoy. Por más que profesores y expertos se empeñaban durante los primeros años de bachillerato a iniciar su lectura desde las primeras líneas, mi padre, como también el suyo, ambos reiterados lectores del manco de Alcalá de Henares, me recomendaban elegir un capítulo cualquiera, aquel cuyo enunciado me atrajera, para dar comienzo a mi andadura.

Y como parece que la afición por el libro se hereda, y lo que se hereda no se hurta, hay pasajes que me devuelven a la realidad de hoy. Lo hacen porque se presenta el mundo imaginario del hidalgo con la realidad palmaria del escudero, trasladada unos siglos adelante. Basta con observar como desde el imaginario político se conforma un escenario idílico de lo que se quiere ser, mientras que los acontecimientos se encargan de llevar a la realidad lo que somos. Además, este contraste entre lo irreal y lo tangible, se aprecia en el lenguaje. Mientras se lee con el regusto sabroso del castellano antiguo el relato cervantino, ese que describe con precisión lo que se quiere decir, se hace casi imposible entender el reiterativo e impreciso lenguaje que se emplea hoy para desparramar obviedades cargadas de extravagancia de lo políticamente correcto.

Será que ese gustillo por leer en el español de siglos atrás venga de estudiar en su día un Bachillerato (¡Vaya palabra bonita!) donde, al respeto por el significado de las palabras, se unía el buen uso del género de los artículos sustantivos y adjetivos, además de ordenarlos según la secuencia lógica de sujeto, verbo, predicado y complementos. Aceptar la anarquía del lenguaje es abrir otro hueco por donde vaciar el sentido de lo español. Me temo que, a pesar del esfuerzo de maestros y educadores, algunos adolescentes salidos de la Enseñanza Secundaria deben creer todo eso de las palabras es algo menor,

secundario, hasta dejar a sus profesores ante la tesitura de reír o llorar ante las barbaridades que se dicen o se escriben. El mismo sentimiento que se produce al oír el sinsentido con que se expresa Alonso Quijano.

A vueltas con la novela magistral, me permitirán la licencia de recordar un pasaje que bien recuerda, como digo, situaciones actuales. Porque desde hace algún tiempo oigo con reiterada cacofonía cómo se anuncian los peligros que acechan a los españoles en forma de totalitarismos del pasado y catástrofes futuras, como aquellos gigantes que el Quijote, en su bondadosa chifladura, quiso combatir para bien de sus protegidos, por más que el bueno de Sancho anunciara que eran lo que eran, simplemente, inanimadas máquinas movidas al son del viento reinante.

Al igual que entonces, ante esa machacona repetición de eslóganes vacíos de contenido o cargados de sinsentido, se repite ahora con aviesa intención, la búsqueda implacable de culpables entre quienes se declaran contrarios a las imaginadas declaraciones. Esas que convierten riesgos propios de la incertidumbre de todo futuro, en inexistentes gigantes amenazantes. Otra vez, parece que se repiten las palabras del Hidalgo al Escudero cuando este le advertía del error: "que bien parece - respondió el Quijote - que no estás cursado en esto de las aventuras,..", a lo que sumaban desprecios tales como "y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración". Hoy se diría eso de: "cállate, que en cuestiones de criterio, la razón la tiene el ministerio", y punto.

Y en todo esto de los futuros inventados y los presentes despreciados, va a ser menester contar con un nuevo Cura y un renovado Barbero para que hagan un escrutinio en la librería del nuevo e impostado Quijote, hasta que decaiga la chifladura en la que vive. Ya se sabe que, en Religión hay que creer en la Santísima Trinidad, en Física lo más estable son los tres puntos que definen un plano y en Política lo más acertado es mantener independientes entre sí a los tres poderes del Estado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios