Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad

Sánchez y Rivera, donde dije digo...

Los pactos vertebran la política, la definen y la argumentan mejor y hasta la convierten en filosofía orteguiana con el aura de la reflexión

Sánchez y Rivera, donde dije digo... Sánchez y Rivera, donde dije digo...

Sánchez y Rivera, donde dije digo...

No sé si, alguna vez, el presidente del Gobierno y Albert Rivera pensaron en ser actores, soñaron con ser galanes, como los que cortejaban a las mujeres en el Siglo de Oro; Félix Lope de Vega y Carpio, en la memoria del recuerdo, que se proyecta en las páginas de la literatura. Lo cierto es que tampoco Paul Newman y Robert Redfort, en Dos hombres y un destino, jamás inspiraron un estrofa, porque los poemas de amor son tema para una mujer, que te derrita la mirada, como la blanca nieve gongorina, te parta el corazón, te ame en el dulce silencio de las sábanas, como Madame Bovary, y comparta contigo un gin tónic, con el mismo color de una lágrima. Sánchez y Rivera tendrán que conformarse con ser políticos del siglo XXI, a pesar de que su oratoria no sea la de Indalecio Prieto o Largo Caballero, Niceto Alcalá-Zamora o Manuel Azaña. ¿Habrá pacto entre el PSOE sanchista y Ciudadanos? Donde dije digo, digo Diego, caligrafía el refrán entre la sabiduría y la observación, entre lo que puede ser y lo que es. Aunque el líder kennedyano de Ciudadanos lo niegue, un gobierno con el Partido Socialista es posible; sobre todo, si Casado quiere parecerse a Santiago Abascal antes que a Adolfo Suárez, a Vox, antes que a un partido centrista, liberal y moderado. El 28 de abril se presenta, de este modo, como un capítulo apasionante, como una columna escrita por Larra y Umbral, Camba o Ruano, Alcántara o Raúl del Pozo en la antología del periodismo.

Ese pacto, hipotético y posible, dejaría a Quim Torra, el de la nariz nariguda, en claro fuera de juego y a Pedro I el Trapecista al margen del círculo infernal del abismo independentista, con un perfil más socialdemócrata que socialista, más progresista que de izquierda. Los pactos vertebran la política, la definen y la argumentan mejor y hasta la convierten en filosofía orteguiana con el aura de la reflexión, que termina en silogismo kantiano o hegeliano en la verdad inexorable de los días. Por ello mismo, la filosofía y la política tendrán que hablar el día siguiente a la fecha señalada, con los resultados y los escaños, uno a uno, en la lectura de las urnas, como símbolo de la esperanza verde, que habita en la democracia, con la historia como fiel narradora de lo que acontece al filo de la madrugada. «Cosas veredes, Sancho, que non crederes», leemos en esos momentos en los cuales el manuscrito del Poema de Mio Cid y el de El Quijote se armonizan en los prólogos de los hechos, que acaecen. La nación española necesita, a partir del veintiocho de abril, un gobierno estable, el cual pueda dar respuesta a los problemas que tanto preocupan a la sociedad: el independentismo, el paro juvenil, el sistema público de pensiones, la enseñanza, la universidad, la sanidad y el empleo precario. Dependiendo de los resultados que arrojen las urnas, así será el perfil del nuevo gabinete, pues las opciones son varias y puede resultar tanto un gobierno de PSOE y Ciudadanos como de PP, la formación naranja y Vox, como del Partido Socialista y Podemos.

Sin duda, la política siempre tiene mucho que ver con la literatura, mas sabiendo que la ficción nunca puede sustituir a la realidad. Aun cuando Rivera diga que, el veintiocho de abril, los españoles solo tendrán dos opciones: la España de naciones de Sánchez o la España de ciudadanos libres e iguales, donde dije digo es un enunciado, el cual puede representar que las palabras puedan cambiar su orientación semántica y dejar las puertas abiertas a otro significado y, por consiguiente, a otras posibilidades. Los partidos y formaciones comienzan a programar sus mensajes y las encuestas precisan y concretan los escaños, con una horquilla no demasiado amplia. «El pueblo solo es soberano el día de las elecciones», escribió Castelao. Enunciado que no concuerda con el hecho fehaciente de que debe serlo los trescientos sesenta y cinco días del año. La literatura y la política. Sánchez y Rivera. Donde dije digo, digo Diego. Los sintagmas del refrán son el verso antiguo de la prosa.

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