Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua de la UAL

Susana Díaz no es Jane Fonda

El sol del otoño luce, hermoso, su color membrillo. Susana Díaz y Jane Fonda no son la ficción, sino la realidad en la página de un periódico

Susana Díaz no es Jane Fonda Susana Díaz no es Jane Fonda

Susana Díaz no es Jane Fonda

En la memoria de ese pretérito, que se hace presente, una pregunta revolotea como una metáfora herida, la cual se parece a un párrafo, cuya caligrafía se ha confundido de punto y aparte. En el Partido Socialista todo el mundo sabe que, si Susana Díaz Pacheco se hubiese subido al tren que pasó en aquel preciso momento, no sería hoy la candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía, en las elecciones del 2 de diciembre, sino la secretaria general del PSOE. La reina de Triana tal vez pecó de soberbia y altivez y las mismas la llevaron a menospreciar a quien ella creía que le iba a guardar la silla: Pedro I el Resucitado. La frase de Salomón: «Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría», doña Susana la ignoró o la cinceló, de forma errónea, en los renglones torcidos del poder. Su derrota en mayo de 2017 fue la crónica anunciada de un episodio, que dejó muchas heridas abiertas en el PSOE, algunas de las cuales aún no han cicatrizado. Mas lo cierto es que la presidenta de la Junta, después de perder las primarias ante su íntimo enemigo, Pedro Sánchez Pérez-Castejón, supo leer la letra pequeña de aquel proverbio japonés que reza: «Si te caes siete veces, levántate ocho». Sus enemigos y adversarios deben saber que esta mujer nunca tirará la toalla, sino que con la misma se limpiará la frente para seguir adelante. Aunque, ahora, su objetivo no sea otro que el de ganar las elecciones de diciembre.

A pesar de que Susana Díaz no sea Jane Fonda, la galardonada actriz con dos óscar y cuatro globos de oro, que se opuso a las guerras de Vietnam e Irak, la gran intérprete de Klute, su sonrisa sí tiene una métrica que se asemeja a la de Angelina Jolie; sin que la comparación sea la sintaxis de la perfección cinematográfica de una estrella de Hollywood. ¿Ganará de nuevo las elecciones andaluzas una Susana más tranquila y sosegada, más humilde y menos engreída, escarmentada por el fracaso de las primarias? Los errores de la oposición siempre le vendrán bien a quien algunos, incluso en el PSOE-A, la dieron por muerta el mismo día del naufragio en la disputa por la secretaría general. Herida y vencida, se retiró al palacio de San Telmo para reflexionar sobre aquella frase de Buda: «Nadie nos salva, sino nosotros mismos. Nadie puede y nadie debe. Nosotros mismos debemos recorrer el camino». Sin hacer el mismo yoga que la reina Leticia, la trianera ha sabido aprender tan importante lección y, con paciencia y serenidad, está dispuesta a escribir más capítulos, a pesar del vendaval huracanado de los ERE, que la ha llevado a ser interpelada en el senado de modo modrego y desmañado por Luis Aznar.

A su derecha, tendrá a Juan Manuel Moreno Bonilla, a quien se considera un candidato de Arenas, y a Juan Marín, por Ciudadanos. Ninguno de los dos presenta un perfil de liderazgo que despierte pasiones, más allá de su propio electorado, aunque el sanluqueño Marín sea más novedad que Moreno; un político que creó expectativas que, poco a poco, se fueron diluyendo y al que Casado ha aceptado con más disimulo que convicción. No parece que ninguno de los dos le quite el sueño a la reina de Triana. Díaz, más delgada, con retoques estéticos e inasequible al desaliento, a quien más teme es a la candidata de Adelante Andalucía, Teresa Rodríguez; una roteña, que cree en sus sueños políticos y que dice lo que piensa con la sinceridad de quien no tiene pasado, sino presente y futuro. La gaditana, a la hora de hablar, no necesita metáforas, ya que conoce el lenguaje directo que tanto cala en la calle por su verdad y emotividad. Entre la política de centro izquierda de la socialista y la de izquierdas de la líder (o lideresa) de Adelante Andalucía hay tanta diferencia como entre el silencioso olvido y el hexámetro de una ilusión nueva en el alba infinita de los días.

Como parece claro que no habrá mayoría absoluta, ¿con quién pactará la candidata socialista, si tenemos en cuenta que Marín ha afirmado que esta vez no dará su apoyo al PSOE? «Gobernar es pactar; pactar no es ceder», escribió en los verdaderos instantes de su símbolo Gustave Le Bon. Susana Díaz cabalga de nuevo en la grupa de una imagen diferente. Con un perfil más centrista que socialista. Aunque no sea Jane Fonda, la mítica actriz, sino ella misma. Sin Chaves y Griñán, en la foto. El sol del otoño luce, hermoso, su color membrillo. Susana Díaz y Jane Fonda no son la ficción, sino la realidad en la página de un periódico. Como Greta Garbo, en aquel instante de la memoria.

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