Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Almería

Tezanos en la asamblea de madrid

Ya han entrado al quite Sánchez y Casado. Saben que las elecciones a la Asamblea de Madrid son, antes que nada, un tráiler johnfordiano de las Generales

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Tezanos en la asamblea de madrid

Don Félix, con su calva de cuento y ficción, de novela del XIX y microrrelato de Facebook, de hipérbole y prosopopeya, de Baroja y su boina, es, más que un personaje literario o de tebeo cómico, un matemático. Tan exacto, tan milimétrico y tan geométrico, que, después de sumar, restar, multiplicar y dividir, ha dibujado un resultado de las elecciones en la Comunidad de Madrid, en el cual PP y Vox suman 68 escaños y PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos 68 escaños. Ni Tales de Mileto, ni Pitágoras de Samos, ni Euclides de Alejandría, ni Arquímedes de Siracusa, ni Apolonio de Perge. ¡Qué digo yo!, ni Leonardo Pisano, ni Alan Turing, ni Bernhard Riemann, ni Carl Friedrich Gauss, ni Leonhard Eufer. Porque ilustre teórico de las ciencias exactas hay que ser para cuadrar el círculo de la manera que lo ha hecho, antes que el CIS, (el) Tenazas, como lo llamaba, entre la agudeza y el chascarrillo, Alfonso Guerra.

Don Félix, genio y figura, ha dejado fuera de la Asamblea al partido en ruinas de Melibea Arrimadas, que un día fue actriz y ahora se ha convertido en ilustrada protagonista de dibujos animados. O en muñeca, como Mariquita Pérez, Barbie o Nancy, con su gorrito, su pañuelo en el cuello, su vestido artesanal y su sonrisa de laboratorio. Con su nuevo diseño, Nancy Arrimadas no llega al cinco por ciento y se queda entre Pinto y Valdemoro; entre American Girlt y Polly Pocket, en miniatura y con su creador Rivera viendo el incendio que ella ha provocado para que no queden ni las cenizas, como en el soneto de Quevedo. Rocío Monasterio, entre Santi Abascal y Bertrand Ndongo, llega por milésimas a la Asamblea, puesto que el perfil de Ayuso encandila a sus votantes, con Toni Cantó intentando hacer una raya en el agua, al prever que en la vida hay muchos caminos y ninguno, cierto. En el abismo que hay debajo del cinco por ciento, Edmundo Bal ve las nubes antes que el sol.

Gabilondo, a la chita callando, como si estuviere jugando a las chitas que José María Iribarren describe en El porqué de los dichos, se sitúa en el tablero en un lugar estratégico, y ver, así, las diversas jugadas; sobre todo, las de Ayuso e Iglesias, con el fin de llegar a las diez de últimas con posibilidades de reinar en la puerta del Sol, sin ser Carlos III, el Político. Don Ángel, trece años fraile, antes que cocinero (o sea, al revés del aforismo), habla lo justo y mide sus palabras, como los sastres miden las telas, puesto que su dilección es cavilar y reflexionar sobre las confesiones de un pequeño filósofo en el atril, después de haber dormido hasta la aurora. Mónica García Gómez, la nueva estrella de la política española, con su dialéctica de rima y verso, alcanza con Más Madrid, el partido de Íñigo Errejón, veinte escaños. Este posible resultado, con tendencia al alza, la convierte en la llave maestra para abrir las puertas del nuevo Gobierno. Queda Pablo Iglesias, cuya apuesta no ha podido ser más atrevida. Dejar la vicepresidencia del

Gobierno de España, para encabezar la candidatura de Unidas Podemos a las elecciones del 4 de mayo, es la decisión del líder que quiere seguir siéndolo, aun a costa de quemar las naves que, al alba, resplandecen.

Ayuso e Iglesias son los apellidos, pero Mónica y Ángel son los nombres de unos contendientes, que quieren caligrafiar la hoja del calendario, ese día, con los argumentos de la política que la historia reescribe y caligrafía, cuando los recuerdos no caen en el olvido, porque son silogismo y existencia, narrativa y leyenda. Con aquel enunciado de Brecht, enmarcado en la tribuna de oradores: «Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad».

Ya han entrado al quite Sánchez y Casado. Saben que las elecciones a la Asamblea de Madrid son, antes que nada, un tráiler johnfordiano de las Generales. Y, con las palabras, que los asesores les anotan en sus cuadernos de piel y cuero, quieren ser más rápidos que Vinicius Júnior con el balón en sus pies de gacela. Algo imposible de explicar en esas hojas caducas, cuando las estrellas brillan en el cielo de los dioses y la retórica es, a la vez, fútbol y política. Pero la paradoja ya está en la marca de las vacunas: Ayuso acabará por enamorar a Vladimir Putin y Pedro Sánchez, a Merkel. El oro de Moscú, impreso junto al eurodólar.

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