Tribuna

Javier Pery

Almirante retirado

Universidad Nacional de la Defensa

La Enseñanza Superior Militar dentro del proceso de Bolonia tenía una idea básica: educar al oficial para pensar como un ciudadano de su mismo nivel académico y formarlo para actuar como militar

Universidad Nacional de la Defensa Universidad Nacional de la Defensa

Universidad Nacional de la Defensa

Una nueva ley de universidades, con todo lo que de futuro e influencia social tiene, plantea la necesidad de estudiar donde se sitúa la Enseñanza Superior Militar en el contexto académico.

Cuando hace quince años se acometió la actualización de la enseñanza de los oficiales, estaba en marcha la adecuación del Espacio Europeo de Educación Superior, el proceso Bolonia. La alineación de las dos actividades daba la oportunidad de situar al militar entre sus partenaires universitarios. Tal acercamiento permitiría saber la posición que ocupaba el aspirante a militar dentro de la enseñanza superior en España. El modo de conocerlo era, por la ley de la oferta y la demanda, la "nota de corte" de acceso a la universidad.

Quienes ayer dudaban de la capacitación intelectual de los oficiales que se formaban en las academias y escuelas militares, se ven sorprendidos hoy al constatar que la nota de corte para el ingreso en la Academia General Militar, la Escuela Naval o la Academia General del Aire superaba los 12 puntos sobre 14, algo que sitúa la profesión militar entre las más demandadas y exigentes académicamente. Además, las notas máximas rozan el tope de excelencia que establece el sistema de ingreso en las universidades públicas. Así pues, se rompió la imagen preconcebida de quienes, desde el desconocimiento, se acercaban a la milicia con aires de superioridad. Tal acercamiento fue ya un beneficio para la propia sociedad.

La alineación de la Enseñanza Superior Militar dentro del proceso de Bolonia tenía una idea básica: educar al oficial para pensar como un ciudadano de su mismo nivel académico y formarlo para actuar como militar. Esto es: libertad en el pensamiento y disciplina en el comportamiento. Así pues, sobre la excelente formación militar que ya proporcionaban las academias y escuelas militares se pensó en la creación de la Universidad Nacional de la Defensa. Tras el análisis de los planes de estudio en cada una de ellas, así como de las capacidades de otros centros e institutos, como el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN) o el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado (IUGM), la creación era una posibilidad factible.

Crearla suponía el establecimiento de una tercera universidad "nacional", tras la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). El carácter "nacional" la dotaba de unidad por su dependencia exclusiva del Estado, utilidad al poder seleccionar titulaciones universitarias acordes con las necesidades de las fuerzas armadas y extraterritorialidad para constituir campus universitarios en las ya existentes academias, escuelas, centros e institutos.

Quedaba claro que, como la UNED y la UIMP, la Universidad Nacional de la Defensa tendría singularidades, las derivadas de la necesidad de compaginar estudios universitarios con formación militar. Se pensaron tres titulaciones: una vinculada a la ciencia (Ciencias Físico-Matemáticas), otra a la tecnología (Ingeniería Industrial) y una tercera a las humanidades (Derecho/ Relaciones Internacionales); que se impartirían indistintamente en las existentes Academias Generales y Escuela Naval, sin que ello alterase la formación militar, naval o aeronáutica que se proporcionaba en cada una de ellas.

La idea llegó a tomar cuerpo hasta el punto que se anunció su creación durante un discurso de la Pascua Militar y así lo contemplaba el anteproyecto de ley que se estudiaba en 2006. Sin embargo, como sucede con los proyectos legislativos que sufren una larga tramitación en el Congreso de los Diputados, sirven para lo que sirven, pero también para incluir en ellos cualquier otro asunto ajeno, negociado para otros fines. En éste proyecto, se introdujeron artículos y disposiciones: finales, adicionales, transitorias, derogatorias, y más; que despiezaron el modelo integral de enseñanza que se pensó inicialmente, se redujeron titulaciones y se parceló lo que iba a ser una universidad nacional en centros universitarios dependientes académicamente de administraciones autonómicas.

La excelencia persiste en la formación militar, pero si se produce una deriva hacia la mediocridad académica que anuncian las nuevas leyes de enseñanza, cabe pensar en la necesidad de retomar la idea de la Universidad Nacional de la Defensa para asegurar que España cuente con oficiales capaces de defenderla con la razón de su capacidad intelectual y la fuerza de su formación militar.

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