El verano ha sido raro, diferente al de otros años. Las noticias se asomaban con el calor y el miedo al contagio se apropiaba de la conciencia ciudadana.
Durante esta época estival hemos visto muchas irresponsabilidades, el ocio se ponía por encima de la salud y la conciencia social brillaba muchas veces por su ausencia.
Un verano son dos meses, la vida tiene diferentes veranos y podemos aguantar con medidas el chaparrón vírico hasta que esta guerra acabe.
A mediados de agosto, la vuelta al cole ha sido la gran protagonista en todas las noticias, debates y demás programas.
Durante este mes aparecían nuevas medidas que se iban sumando a este mundo raro y diferente que estamos viviendo. Grupos burbuja, coordinador COVID, lavado de manos cinco veces, medida de temperatura, división del patio del cole en zonas para cada curso , etc…
Los profesores queremos volver a nuestras aulas, a nuestros centros de trabajo. Queremos sentir el latido de nuestras clases, queremos volver a ver a nuestros alumnos y queremos una normalidad docente.
Durante el confinamiento todos los profesores han hecho posible que su función docente fluyese a través de los diferentes recursos que internet nos ofrece.
El esfuerzo ha sido masivo, muchas horas de preparación, de corrección, y de construir aulas virtuales que hicieran posible la velocidad docente.
El país se ha dado cuenta que no todos los alumnos contaban con las misma condiciones para poder llevar a cabo el teletrabajo, desigualdades sociales hacían mella en la evolución del aprendizaje.
Durante este tiempo hemos contado con la ayuda de padres , que en cada casa se han convertido en maestros improvisados , ayudándonos en todo momento y comprobando in situ la función de un docente, mucha s veces dañada por una parte de la sociedad que no valora nuestra función.
Pero, ahora ha llegado septiembre y con él el inicio de un curso que sigue invadido por este coronavirus que tanto daño está haciendo.
Los profesores no queremos volver a estar confinados, no queremos teletrabajar, queremos mancharnos las manos de tiza, queremos respirar el olor a escuela , a instituto, universidad, pero ante todo queremos la seguridad de nuestros alumnos , y la de todos los que formamos la vida escolar.
Alumnos, padres y profesores, preparan ya la maleta de un curso que está invadido por el miedo, incertidumbre y a su vez de una esperanza por la ansiada vacuna.
Con este articulo quiero que los gobernantes se den cuenta de esta corrida docente que estamos a punto de comenzar, que no dejen los temas escolares para segundos planos, el deporte y el ocio no tienen que estar por encima de la educación de nuestros alumnos , de nuestro mundo.
S.O.S , ¿ hay alguien ahí?
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