Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Almería

Un año de pandemia

¿Wuhan, misión imposible? En los confines del orbe piensan que no. Los sucesores de Bob Woodward y Carl Bernstein tienen la palabra

Un año de pandemia Un año de pandemia

Un año de pandemia

Nada claro se sabe sobre los orígenes de la pandemia, cuando ha pasado un año. La comisión de la OMS ha viajado a Wuhan, pero, hoy, conocemos menos que ayer. El régimen chino controla con mano de hierro la información, de manera que oculta lo esencial y divulga aquello que tiene la misma transcendencia que un tebeo de Mortadelo y Filemón u otro de Zipi y Zape. El misterio crece cada día más, el mundo se sigue infectando, hay nuevas cepas muy peligrosas del virus, como la británica y la sudafricana, en España, digan lo que digan las cifras oficiales, han muerto cerca de cien mil personas y la película de terror de Hitchcock se proyecta, a diario, en la salud y en la economía. La OMS lo único que acierta a decir es que en el mes de diciembre de 2019 el patógeno circulaba en Wuhan, sin que el coloso asiático informara al mundo de la situación, a tiempo. Ahora, y como consecuencia de tal opacidad, un grupo de prestigiosos científicos, en una extensa carta, publicada en Proceso, Le Monde y The Wall Street Journal, manifiesta que la inspección realizada por China y la OMS no tiene la transparencia, ni la independencia, ni los medios necesarios para llevar a cabo un análisis riguroso, dadas las limitaciones impuestas por las autoridades de Pekín. El grupo se pregunta con énfasis retórico: ¿cómo se puede acabar con esta pandemia y frenar otra futura si no conocemos los orígenes del SARS-CoV-2?

Por ello, estos expertos piden que un comité, que sea independiente, y al cual no mueva más interés que el de descubrir la verdad, en el que participen los más reputados epidemiólogos, virólogos, conocedores de la fauna salvaje, especialistas en salud pública y doctos en bioseguridad, realice una nueva investigación. Los científicos exigen, de esta forma, que los miembros de la comisión puedan acceder, sin condicionamiento alguno, a los principales mercados de Wuhan, así como a los laboratorios y centros chinos o internacionales, en los que se haya investigado sobre el coronavirus. Con más de cien millones de infectados y casi tres millones de muertos, la exigencia de una indagación, minuciosa y transparente, es un hecho que no admite demora y al que el mundo entero tiene legítimo derecho. Sobre los orígenes de la pandemia, hoy por hoy, no se puede descartar ninguna hipótesis y todos los caminos, que conducen al esclarecimiento de los hechos y a la solución de las incógnitas y arcanos, están abiertos: la teoría de la zoonosis, la fuga de cepas del misterioso Instituto de Virología de Wuhan y la creación o diseño en un laboratorio.

Se afirma que la posibilidad de que el nuevo virus esté próximo, genéticamente, a los coronavirus de los murciélagos es alta. Mas nada palmario ha sido demostrado. Un equipo, formado en un cincuenta por ciento por personas chinas y otro cincuenta por ciento por miembros de la OMS, no reúne los principios de independencia y objetividad debidos y esperados. La tesis que defiende la consideración de que la patología encuentra su fundamento en el escape de cepas del ya mencionado centro de la ciudad china tampoco cuenta con datos fidedignos que puedan corroborarlo. Hay sospechas, mas ninguna prueba que demuestre la teoría, de que el patógeno haya sido creado de modo artificial. Lo cierto es que la enfermedad que presenta un cuadro clínico con fiebre alta, tos seca, linfopenia, disnea, neumonía y otros síntomas graves, en su manifestación más severa, sigue causando estragos y desolación en todos los rincones del planeta, Los gobiernos dan un paso, para adelante, y otro, para atrás, y la ruina económica no es la portada de los telediarios, pero sí, el tráiler de las pequeñas y medianas empresas, con respiración asistida, para poder sobrevivir en el enigma de los insondables misterios, que ya son metáforas de etimologías imprevistas de antirretrovirales, antirretrovíricos, vacunas y euros.

El periodismo de investigación, moribundo y en estado de coma, y que arde en las llamas del poder mundial, debe renacer de sus propias cenizas como el ave fénix. ¿Wuhan, misión imposible? En los confines del orbe piensan que no. Los sucesores de Bob Woodward y Carl Bernstein tienen la palabra. Mientras tanto, las escenas de la película Contagio, estrenada en 2011, y dirigida por Steven Soderbergh, se proyectan en la realidad como pesadilla de la ficción. Con la COVID-19, como truco del cine de terror, para asustar a los espectadores y mantener la tensión y el miedo. Pero con nosotros mismos de protagonistas, en lugar de Matt Damon, Jude Law, Kate Winslet o Laurence Fishburne. Por el humo se sabe dónde está el fuego,

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