Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

Lo bueno para españa lo será para Europa

La Defensa europea se arma en la Cooperación Estructurada Permanente, que tienen mucho que ver con la industria y menos con las operaciones

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Lo bueno para españa lo será para Europa

Alo poco que se habló de Política Exterior y de Defensa durante la campaña electoral para la composición de las Cortes Generales, se une el natural vacío en las elecciones municipales, autonómicas e incluso europeas. Si es obvio que ni Ayuntamientos, ni Comunidades Autonomías planteen propuestas sobre políticas de competencia exclusiva del Estado, lo es menos marginar estas materias en las elecciones europeas. Sin embargo, la realidad es que estos asuntos parecen ajenos, tal vez porque la Política Exterior de la Unión Europea, que incluye también la Política Común de Seguridad y Defensa, se negociará entre partidos políticos transnacionales una vez celebradas las elecciones al margen de opiniones puramente nacionales.

Esto es así porque, aunque se produjo una globalización de la economía europea para influir en el mercado mundial, las naciones mantienen la capacidad de decidir sobre elementos esenciales para su supervivencia: los intereses nacionales. Raro será que alguien quiera perder la identidad que le proporciona una prolongada historia de siglos, una lengua común en la que expresarse y una libertad de acción en un territorio familiar, en favor de un proyecto de corta trayectoria histórica, sin hitos relevantes que acrediten una defensa solidaria de la soberanía de los estados frente a una agresión exterior y con una complejidad lingüística y administrativa creciente que dificulta la difusión y comprensión inmediata de órdenes militares.

Hoy por hoy, la Defensa europea se arma sobre la Cooperación Estructurada Permanente que tienen mucho que ver con la industria y menos con las operaciones, que es donde realmente se consolida la unidad. Ahí donde hay un frente común surge la solidaridad de todos ante la adversidad de uno. Las denominadas operaciones de paz suponen una oportunidad de trabajar en común fuera del territorio europeo con cierta unidad de mando sobre formaciones militares multinacionales. Con ello se da una baza más al Servicio Europeo de Acción Exterior, el cuerpo diplomático de la Unión Europea, de unidad en la gestión. Sin embargo, la constitución de unas fuerzas armadas permanentes para la defensa de una soberanía europea se aleja cada vez más de llegar a ser una realidad. Esta opción está en el discurso mediático pero difícilmente encuentra encaje real en la agenda política europea.

El reflejo de esta contradicción entre intenciones y realidades está en los intentos de ampliar iniciativas bilaterales de integración militar, como el Europuerpo Franco-Alemán o las cuatripartitas Fuerza Marítima Europea o la Fuerza Terrestre Europea, para convertirlas en el embrión de un todo para Europa, algo que nunca germinó. Es más, unas desaparecieron a los pocos años consecuencia de su caprichoso origen o escasísima utilidad militar, y otras se sostienen todavía para evitar la imagen negativa de su desaparición.

Al igual que se estableció un espacio común europeo para la educación con el proyecto Bolonia y ello llevó a las becas Erasmus para estudiantes, hoy se construye un marco común para los asuntos de defensa sustentado en una gestión común de la industria de defensa y de las operaciones de paz, pero sin becas para las fuerzas armadas. La financiación europea excluye el ámbito exclusivamente militar. En estas condiciones, con intereses nacionales contrapuestos, es difícil identificar un proyecto común que justifique unas fuerzas armadas permanentes al servicio de la unión política. Muestra de ello es el escaso, quasi nulo, acceso que industrias nacionales de un país tienen a programas militares de otro. En el fondo, al igual que los alumnos estudian en el extranjero para participar en la vida de los demás, pero sin perder la identidad de lo que uno es, las naciones sostienen capacidades esenciales para la defensa y rara vez ceden su capacidad industrial al salir a competir mas allá de sus fronteras. Todo lo más se asocian temporalmente cuando hay un común interés.

Así pues, es bueno reflexionar sobre ello en la semana en que la milicia se hace presente socialmente y abandona el anonimato. Lo mejor para España lo será también para Europa y eso pasa primero por reforzar capacidades de nuestras fuerzas armadas, más aún cuando somos el frente geográfico y punto de mira de emboscados adversarios.

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