Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

4.400 caracteres con espacios

Al contrario de lo que se cree, resulta trabajoso incluir un máximo de ideas en ese mínimo de palabras. Lo fácil es hacer lo contrario

4.400 caracteres con espacios 4.400 caracteres con espacios

4.400 caracteres con espacios

4.400 caracteres, incluidos los espacios, son los que tiene el texto de una Tribuna. Las ideas se forman con las palabras que se arman con ellos, pero también con los silencios que proporcionan los espacios vacíos. Después de dos años y una centena de escritos, me pareció que debía dedicar uno a la experiencia de escribir semanalmente en un periódico. Y en ello estoy.

Durante los años que anduve por la mar, bueno…embarcado porque eso de caminar por encima de las aguas es una cuestión milagrosa que el Señor sólo concedió a San Pedro, tenía la obligación de redactar lo que sucedía a bordo en un Cuaderno de Bitácora. En ese registro, cada cuatro o seis horas, después de la guardia en el puente del barco, estabas obligado a describir acaecimientos notables: hechos y sólo hechos; sin más licencia para opinar que valorar el estado de la mar, las nubes que cubrían el firmamento y lo claro o difuso que se te antojaba el horizonte.

En ese cuaderno manuscrito, mitad compendio de datos (rumbos, millas navegadas, combustibles consumido, dirección e intensidad del viento, etc.…) y mitad crónica abierta, escribían uno detrás de otro quienes tenían la gracia de contar con la confianza del Comandante para, en su nombre, manejar el barco. Imagino que será hoy también así porque, como mandan las Ordenanzas para la Armada desde el Rey Carlos III, a bordo todo se hace "de su orden o con su consentimiento". Una razón de peso por la que se le juzga sólo a él cuando pasa alguna desgracia. Eso, en el argot militar, se traduce en la "soledad del mando".

A vueltas con la escritura, a pesar de la servidumbre de escribir cansado después de una guardia en la mar, la ventaja era que nunca sentías el síndrome de la hoja de papel en blanco de la que hablaba Camilo José Cela. Alguien había escrito antes que tú y, además, todas las crónicas comenzaban con la misma composición: "Comienza la guardia de regular cariz, con fuerte marejada de poniente, cielo cubierto y horizontes tomados,…" donde se plasmaban esas tres únicas licencias sobre la mar, el cielo y el horizonte que te concedían a título personal. A continuación se solía contar hacia donde ibas y con de quién "…en demanda del Seco de los Olivos, en formación con…"

La verdad es que, cuando me llegó la hora del retiro como oficial de marina, descarté la posibilidad de extender mi vida laboral por otros derroteros. Tenía conciencia de servir para lo que fui: militar; y quería, en mi fuero interno,

seguir en ello. Por demás, tenía que compensar a la familia el mucho tiempo que anduve dedicado a lo mío, en la mar y en tierra, gracias a su ayuda. Ellos, y sobre todo ella, se hicieron cargo de todo.

Con este telón de fondo, cuando te planteas o un abandono total o una razonable continuidad en quehaceres y aficiones, Antonio Lao, el director de este periódico, me abrió la posibilidad de contar experiencias, analizar situaciones y vislumbrar futuros. Lo hizo con tres condiciones que, más que limitaciones, fueron liberaciones que acepté con responsabilidad y comodidad. La contribución al periódico debía ser altruista, esto es, sin mediar ni sueldo ni comisión, estar limpia de insultos e improperios y, para completar el trío, ser respetuosa con toda creencia religiosa. Digo que fueron liberaciones en lugar de obligaciones porque gustosamente me sirvieron para ser independiente a la hora de opinar, escrupuloso en el uso de las palabras y más que considerado con quienes respetan a Dios, aunque sea uno distinto al mío.

Y en todo este tiempo, traté de nunca faltar a la palabra dada. Así que dedique cada semana a encontrar entre mis recuerdos cosas para contar, en la actualidad temas para analizar y en el futuro asuntos sobre los que investigar. Hubo materia para todo, la vida te sorprende continuamente con muchas novedades. Lo complicado fue rebajar a 4.400 caracteres, con espacios, los textos que salían del ordenador. Al contrario de lo que se cree, resulta trabajoso incluir un máximo de ideas en ese mínimo de palabras. Lo fácil es hacer lo contrario.

Dicho lo dicho, poco me queda por añadir más que completar la tarea de este Miércoles de Ceniza con mi agradecimiento a todos los que dedican unos minutos a la semana a leer lo que escribo. Así que esta Tribuna va por Ustedes con todo mi afecto. Y quedan unos pocos caracteres… y espacios…por si quieren decir: Amén.

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