Tribuna

jAVIER sORIANO

Coronel de Infantería DEM en la reserva

Un centenario para recordar

Un centenario para recordar Un centenario para recordar

Un centenario para recordar

Por Circular de 14 de agosto de 1922, se concedió la Medalla Militar (colectiva) al Tercio de Extranjeros, al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta núm. 3 y al Regimiento de Infantería La Corona núm. 71, por su brillante actuación en el territorio de Melilla a raíz de los sucesos del mes de julio de 1921.

Por otra Circular, esta de 15 de septiembre del mismo año, se publicó relación de General, Jefes, Oficiales, Clases e Individuos de Tropa a los que se les concedió la Medalla Militar (Individual) como recompensa a sus excepcionales méritos y comportamiento en distintos servicios y operaciones de campaña realizados en nuestra zona del Protectorado en África. En esta relación, junto al General Sanjurjo, Comandante General de Larache, al Teniente Coronel Jefe del Tercio de Extranjeros, José Millán Terreros y al Comandante Jefe de la Primera Bandera del Tercio de Extranjeros, Francisco Franco Bahamonde, entre otros, en último lugar aparecía el Soldado del Regimiento de Infantería Corona, 71, Joaquín Ríos Morito. El Regimiento de Infantería La Corona núm. 71 fue creado por Circular de 18 de agosto de 1918, en Almería, alojándose en el actual Cuartel de "los soldaos" (de la Misericordia), encuadrado en la 2ª Brigada de Infantería, cuyo General Jefe tenía su Cuartel General también en Almería, dependiendo de la Tercera Región Militar (Valencia). En el ámbito militar, no siempre la provincia de Almería ha estado integrada en Andalucía.

El 23 de julio de 1921, este Regimiento recibió la orden de embarcar un Batallón expedicionario en el vapor "Isla de Menorca", que partió hacia Melilla, donde atracó a primera hora de la mañana del 24 de julio. Al mando del Batallón iba el Teniente Coronel D. Eduardo Barrera Bau, quien encontrándose enfermo, se negó a entregar el mando de la Unidad.

El Batallón Expedicionario de La Corona fue la primera Unidad de Combate que llegó a Melilla, y también la primera Unidad de tropas expedicionarias peninsulares (de reemplazo) que se batió después del desastre de Anual. Con su conducta en el campo de batalla, marcó el rumbo de la Campaña, puesto que en ese momento imperaba en el Mando una desconfianza hacia la posible actitud del personal de reemplazo.

El Teniente Coronel Barrera, enfermo, se mantuvo al frente del mismo en todas las acciones de combate en las que intervino el Batallón, hasta el 26 de octubre de 1921, en el que fue evacuado al hospital militar de Melilla, tras ser obligado por su General, falleciendo dos días después. Por Real Decreto de 21 de diciembre de 1923, se le concedió a título póstumo el ascenso a Coronel por méritos de campaña. Le sucedió en el mando del Batallón otro bravo Oficial, el Teniente Coronel D. Miguel Campins Aura, que sería recibido en audiencia por S. M. el Rey para felicitarle por su actuación al mando del Batallón. En su obra "La historia secreta de Annual", el historiador y fotógrafo Juan Pando escribió sobre el Batallón de los almerienses: "Llega el Regimiento de La Corona, Unidad de reclutas que superará a muchas veteranas", dando ejemplo de lo que

es capaz un Soldado bien mandado, y el mérito fue del enfermo Teniente Coronel Barrera, cuyo sacrificio tuvo al final la recompensa del ascenso por méritos de guerra. El Batallón regresó a Almería en mayo de 1922. La mañana del 18 de diciembre de 1922, en el Parque "Rey Alfonso XIII" (hoy de "Nicolás Salmerón"), formó el Regimiento ante S. M. el Rey, para que este le impusiera la Medalla Militar Colectiva a la Bandera del Regimiento; después impondría otra Medalla al Soldado Joaquín Ríos. En sus palabras, el Rey diría: "… Almería se une a mí en este homenaje, porque este Regimiento, más que de España, es de Almería…".

La intervención del Batallón Expedicionario de La Corona (los de Almería), que combatió codo con codo con el Tercio de Extranjeros y Regulares, ganándose la confianza y el respeto de estas Unidades y la admiración de los otros Batallones Expedicionarios, contribuyó a salvar Melilla y recuperar el territorio perdido tras el Desastre de Annual, del que cumpliéndose su primer centenario y siendo la mayor derrota de nuestro Ejército en el Siglo XX, poca repercusión está teniendo en nuestra sociedad. Los miles de muertos que tuvimos en esos días de julio de 1921 en el Rif marroquí se merecen el homenaje, el recuerdo oficial. Quiero creer que hay motivos para justificar la escasa repercusión oficial de este centenario que nada tienen que ver con la situación diplomática actual con nuestro vecino del sur.

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