Tribuna

Javier Soriano

Coronel de Infantería DEM en Reserva

A comulgar con ruedas de molino

El Congreso que hemos celebrado en el Teatro Apolo es un ejemplo de las acciones que se pueden llevar a cabo para mantener vivo el recuerdo de las víctimas y no pasar página

A comulgar con ruedas de molino A comulgar con ruedas de molino

A comulgar con ruedas de molino

Oorganizado por la Hermandad de Guardias Civiles Auxiliares de Almería, el pasado 25 de octubre se celebró en el Teatro Apolo el I Congreso Almería Solidaria con las Víctimas del Terrorismo, al que fui invitado por la organización para clausurarlo. Con una breve exposición de lo más sustancial de su historia, mis palabras se centraron en ETA, puesto que aun cuando al hablar de Víctimas del Terrorismo no sólo las hay de este grupo terrorista, es indudable que este ha sido el que durante más años nos ha golpeado y víctimas ha provocado.

Entre su primer y último asesinato, 42 años en los que fueron asesinadas 858 personas, de las que sólo 44 (5,1%) lo fueron antes de la muerte del General Franco, es decir, 814 asesinados ya en un Estado democrático, siendo la década de los años 80 los más duros, cuando más muertes hubo, precisamente con Gobiernos de Izquierdas. Y de los 858 asesinatos de ETA, todavía quedan 379 (el 44%) sin resolver. Por lo que cabe preguntarse: ¿contra quién ha luchado ETA?, ¿quién ha sido realmente su enemigo?

Siguieron asesinando a pesar del Real Decreto-Ley de amnistía de 30 de julio de 1976, que se extendió por Real Decreto-Ley de medidas de gracia, de 14 de marzo de 1977, a todos los miembros de ETA que no habían sido condenados a muerte o que no tenían pendiente una acusación de secuestro. Todos ellos fueron liberados antes de las elecciones de junio de 1977. Incluso la posterior Ley 46/1977 de amnistía, de 15 de octubre, tampoco sirvió para frenar la oleada de atentados.

Aun así, algunos pretenden pasar página y evolucionar del "Algo habrá hecho", expresión con la que han justificado los asesinatos de ETA durante años, al "totum revolutum", a intentar confundir haciéndonos creer que hubo una guerra entre dos bandos, precisamente cuando el 94,9% de los asesinatos se produjeron en periodo democrático, en un Estado de Derecho.

Y cuando estamos reclamando la memoria democrática de un periodo reciente de nuestra historia, pretendemos silenciar el pasado sangriento de ETA. Así vemos cómo ex convictos etarras ocupan cargos institucionales, con sueldos a cargo del erario público, se aprueban leyes en un claro proceso de "normalización", de cambio de identidad colectiva, mediante la integración de los verdugos y sus cómplices en las instituciones del sistema democrático que durante tantos años han combatido.

Con un Plan de Paz y Convivencia en ejecución por el Gobierno Vasco donde entre sus iniciativas se inserta el Programa Hitzeman en materia de política penitenciaria y reinserción social, con el objetivo de facilitar procesos legales de reintegración social de personas presas, sin duda alguna entroncado en el espíritu y contenido del principio de reinserción que nuestra Constitución establece en su artículo 25.2, donde se dice que las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y resocialización de las personas presas. Con el control de los establecimientos penitenciarios en la comunidad autónoma vasca en manos del gobierno autonómico, en cumplimiento de su Estatuto, y los presos etarras concentrados en estos establecimientos penitenciarios, el proceso de reintegración social de estos terroristas deja de ser así un asunto nacional para circunscribirse al ámbito autonómico, tratando a estos asesinos como si fuesen simples ladronzuelos.

Y cuando aún no han podido ser juzgados los autores de ese 44% de atentados mortales, ya estamos pensando en cómo dar casa y trabajo a los que sí se les ha podido juzgar y condenar, todo ello en aplicación de sus derechos constitucionales, después de reducirles los años de cárcel con los beneficios penitenciarios, a pesar de negarse a colaborar para esclarecer los asesinatos sin resolver, ni mostrar un ápice de arrepentimiento.

Por eso, aunque algunos se empeñen en que "comulguemos con ruedas de molino", que aceptemos esta nueva normalidad, es muy complicado para personas como yo asumirlo, cuando durante años hemos tenido que mirar todas las mañanas los bajos del coche y hemos tenido que ponernos el uniforme dentro del Cuartel por la imposibilidad de llevarlo fuera de él, sin que el conjunto de la sociedad fuera consciente de ello. Y aunque demócrata y defensor del orden constitucional vigente, nadie me puede obligar a comulgar con estas ruedas de molino.

El Congreso que hemos celebrado en el Teatro Apolo es un ejemplo de las acciones que se pueden llevar a cabo para mantener vivo el recuerdo de las víctimas y no pasar página.

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