Tribuna

José Mª Martínez de Haro

Escritor y periodista

El declive de la clase media

Tiene esta palabra regusto de zaguán y tortilla de patatas, de olores y estampas de aquellos años que hoy recordamos. Me refiero a quienes conocimos como emergía en España una nueva clase social; la clase media. Fue un merecido éxito colectivo de todos aquellos padres y abuelos que trabajaron infatigablemente para superar la situación de pobreza que se extendía a lo largo y ancho de España. Porque es lo cierto que en España no hubo clase media a lo largo de sus historia y que esta irrumpió como feliz acontecimiento hacia los años sesenta del pasado siglo.

Es una realidad sociológica que España estuvo atrasada en tantos aspectos que la sociedad seguía diferenciada en los mismos estamentos sociales del siglo XVIII en función de la riqueza; pobres y ricos. Según la definición más extendida "la clase media es un grado o estamento de clase social que se aplica a las personas con un nivel socioeconómico entre la clase baja y la clase alta". La escenificación de aquel ascenso social de millones de trabajadores de toda condición se simbolizó con el Seat 600. Fue muy impactante cruzarse en las carreteras nacionales y comarcales con aquellos pequeños vehículos cargados de familias e ilusiones camino de sus vacaciones. La segunda imagen fue el apartamento en las playas levantinas o andaluzas. Y la tercera fueron las cartillas de ahorros mayoritariamente de las Cajas de Piedad de cada región de España. Y cabe añadir que para millones de españoles fueron años felices no exentos de las limitaciones y rigores del régimen que eran compatibles con el desarrollo económico y la prosperidad. Seguramente habrá quienes no den crédito pero salvo otros detalles así lo guardo en mi memoria nítidamente lo que conocí en años de juventud. Y como añadido conservo una buena colección de fotos en blanco y negro de este relato.

En 1.975 tras cuarenta años de poder absoluto murió el Jefe del Estado y aquella clase media ya instalada que germinó y prosperó en un régimen autoritario sin libertades políticas, fue la protagonista entusiasta del cambio hacia la democracia en el último tercio del pasado siglo. Las pruebas documentales son irrebatibles, las manifestaciones políticas incontestables. Y los ahorros de esa inmensa clase social fueron elemento clave para dejar unos indicadores económicos que posibilitaron el cambio de régimen sin deshilachar las costuras del Estado. Lo cierto es que este fenómeno no es singular de España, la sociedades modernas se estructuraron entre otros factores con el esfuerzo de sus trabajadores que ascendieron a las clases medias .Quienes hemos vivido estos últimos años conocemos el esfuerzo y sacrificio que ha soportado la clase media en España para afrontar periodos de crisis económicas y salvar en algunos casos las cuentas públicas. Y ello fue posible porque la clase media disponía de los elementos que caracterizan la propiedad privada; vivienda, automóviles, talleres, bienes, fábricas y negocios familiares y ahorros. Fundamentalmente ahorros que estaban mayoritariamente depositados en entidades bancarias. Se fortalecía la economía mediante el consumo de bienes y servicios, se reforzaba la capacidad crediticia de los bancos y por ello el ahorrador conseguía un beneficio económico de los bancos y cajas de ahorros. En la primera etapa de la transición España conoció un asombroso desarrollo social y económico que empujó más aún el afianzamiento de las clases medias, el PSOE fue protagonista de aquellos logros que permitieron un razonable grado de enriquecimiento aceptando sin reparos la economía de libre mercado. Y así millones de españoles apostaron por ampliar propiedades ya que se anunciaba desde instancias oficiales y empresariales la ocasión de convertirse en inversores que empujaron la riqueza global en España. Invertir los ahorros en nuevas promociones, locales y apartamentos que podrían poner en alquiler según demanda y oferta que señala el propio mercado.

Actualmente según el último barómetro del CIS (enero 2020) en España el 70,2% de los españoles se consideran clase media, el 20,2% clase obrera, el 4,2% se considera clase pobre o baja y el 0,3% clase alta. Esta clara diferenciación en estratos sociales y económicos señala la preponderancia de la clase media en España. Y esa realidad social parece inquietar a una clase política actualmente en coalición de gobierno que considera que el principal obstáculo para la irrupción de un nuevo orden político, social y económico es precisamente el alto porcentaje de clase media. Los que han leído algo de la esencia del comunismo en sus diversas adaptaciones habrán de saber que se trata de homogeneizar las clases sociales y hacerlas toda una colectividad sin libertades, subvencionada y sometida al único poder del Gran Estado. La clase media es así un obstáculo en la consecución de los objetivos que sin rubor proclaman políticos, artistas y periodistas bajo las siglas de Podemos, Las Cups , Bildu, izquierda Unida, PCE, Mas País, ERC, y una lista de partidos regionales relacionados bajo el epígrafe del comunismo. Desde esa perspectiva revolucionaria la clase media, el 70,2% de la sociedad es un elemento a batir. El PSOE mantiene una actitud elusiva y por ello cómplice de sus socios de gobierno.

Por todo lo anterior resulta coherente el ataque sin pausa a la propiedad privada base fundacional de las clases medias en el mundo desarrollado. España, siempre tan "adelantada" lleva el farolillo de la nueva eclosión política como guía para otras democracias liberales. Y por esta razón básica el partido influyente del Gobierno de coalición ha determinado varias políticas frontales contra el principio que ampara la Constitución española y la propia Unión Europea que es la defensa de la propiedad privada como base del progreso y aspiración legítima en las más desarrolladas sociedades humanas.

Algunos ejemplos actuales subrayan este relato; la fuerza del movimiento "okupa" resulta imparable y encuentra como aliado el propio gobierno que incumple así su función elemental de defender la Constitución vigente y la tutela jurídica y policial efectiva sobre la propiedad privada. El propietario mayoritariamente privado, contempla impotente cómo es arrebatada y usurpada su legítima propiedad sin que alguna institución ampare sus derechos. Como complemento a la inseguridad jurídica ahora se propone una nueva ley para controlar, es decir limitar, el precio de los alquileres en una maniobra para interferir en el uso de la propiedad privada que se aleja de la libre economía de mercado. Si añadimos que el valor de los ahorros ha dejado de ser incentivado por las entidades bancarias y las políticas fiscales con mayores impuestos a la propiedad, se ha de cuestionar la utilidad de la condición de ahorrador. El mérito, la capacidad y el esfuerzo no caben en este nuevo Gran Estado que se hace visible.

La clase media languidece entre la impotencia y la nostalgia.

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