El espionaje en el mundo actual

Los servicios de inteligencia son organismos públicos al servicio de los países y entre sus misiones está el acceder a informaciones de interés que ayudan a tomar decisiones sobre la política exterior, seguridad, y defensa de sus intereses, así como evitar actividades similares por parte de otros países u organizaciones.

En la actualidad, el espionaje político, económico, tecnológico y en otros ámbitos, está a la orden del día y es utilizado para beneficiar a los intereses de un país o de organizaciones privadas y también a perjudicar a sus rivales o competidores.

Esta actividad ha existido siempre, pero los avances en el uso de la tecnología han hecho que en estos momentos sean muchas más las personas y organizaciones de todo tipo que las llevan a cabo. A ello hay que añadir toda la actividad relacionada con el ciberespacio, que le da una dimensión aún mayor al espionaje, a los ataques informáticos y a las acciones de influencia.

Hay países donde tanto sus servicios de inteligencia como otras organizaciones privadas siguen directrices estatales perfectamente coordinadas y que sirven a los intereses del estado. La suma de todas ellas, multiplicadas por el número de países que llevan a cabo estas prácticas, hacen que la cantidad de actividades de las que deben defenderse los países y en general todas las organizaciones sea más elevado que nunca. Ese es el mundo que siempre se ha conocido como del espionaje, pero que ahora es más amplio y complejo que nunca.

Esta introducción sirve para contextualizar informaciones actuales donde se pone de manifiesto que cada vez se detectan más actividades de espionaje rusas y chinas en los países e instituciones occidentales o que estos dos países junto con Irán y Corea del Norte tienen programas cibernéticos muy importantes sobre objetivos occidentales. Un informe reciente de la Unión Europea sobre política exterior decía que al menos 250 espías chinos y 300 agentes de otros países operaban en Bruselas dónde, entre otras, están la sede de la UE y de la OTAN. Esta forma de actuar es aplicable no solo al espionaje político e institucional si no a cualquier ámbito empresarial y en cualquier momento presente o futuro.

Recientemente se ha publicado que detrás del ataque informático al SEPE estaba una organización de origen ruso y ese es el último ejemplo de una estrategia que algunos países y organizaciones privadas utilizan para obtener información sobre política exterior, seguridad o defensa y en ámbitos como la salud, energía o tecnología. También para debilitar o desestabilizar a otros países o beneficiar determinadas opciones políticas que sean más favorables a sus intereses. Lo mismo podemos decir sobre el espionaje económico o los ciberataques a empresas que desarrollan productos similares para los mismos mercados y que no salen a la luz por desconocimiento o para evitar el descrédito. La tecnología e internet han elevado el nivel del espionaje a niveles máximos y eso es aplicable a todos los ámbitos empresariales.

El mundo del espionaje lo conocemos a través de las novelas, películas o series que abordan este mundo tan particular. La realidad es que los servicios de inteligencia y las empresas de ciberseguridad de los países libran una guerra invisible para detectar y neutralizar las actividades realizadas por otros servicios u otras organizaciones interesadas en obtener información de todo tipo utilizando los procedimientos tradicionales o a través del ciberespacio. En España podemos pensar que no nos afecta, pero como miembros de la UE, por los intereses y relaciones con otros países y por nuestro tejido productivo somos un objetivo más y en muchos casos, incluso más frágil y vulnerable. Los países son conscientes de ello, pero las empresas deben protegerse tomando las medidas adecuadas, porque cualquier ámbito en el que exista competencia es susceptible de utilizar técnicas de espionaje para obtener una ventaja competitiva. Es recomendable leer los informes sobre amenazas y vulnerabilidades de los organismos oficiales españoles responsables de la ciberseguridad, como CCN o INCIBE, para darse cuente de la magnitud de este fenómeno e informarse sobre las medidas a adoptar.