Tribuna

José Mª Martínez de Haro

Escritor y periodista

Un futuro posible

Que Hay estudios e investigaciones que alertan sobre la dinámica de una sociedad nueva que se abre paso en la era virtual. Una de las conclusiones se refiere al empobrecimiento de la sociedad por la homogeneidad que imponen las redes sociales. Según los expertos, los retos de esta nueva era digital están en fase inicial y habrán de pasar años para verificar como se han resuelto y los efectos que han producido en la configuración social, económica y política de los países más avanzados donde residen la mayoría de los usuarios. Los datos más reveladores se refieren al ámbito político donde avanza sin demasiados contrapesos una idea laxa de la responsabilidad. La sociedad virtual no encuentra referencias en el concepto de responsabilidad cuya consecuencia es la impostura. Es hecho constatable que esta nueva sociedad no censura ni penaliza la mentira. La mentira cono herramienta política al servicio de la oportunidad. Un ilustrado y ministro del régimen anterior adelantó a finales del siglo XX sobre el ocaso de las ideologías. Nadie pudo imaginar una sociedad que pudiera debatir y enfrentarse a las circunstancias y los retos de cada época al margen de las ideologías. Porque nadie pudo imaginar la informática, internet, la robótica o la inteligencia artificial al servicio de la política, menos aún que fueron el eje de nuestras vidas. Y ha ocurrido así acercando el futuro a este presente incierto donde se observa un mundo antiguo que se extingue para alumbrar otro mundo que nadie es capaz de perfilar. Hay sin embargo algunos destellos de lo que ya conocemos que vislumbra una nueva era. Los de ahora podemos percibir la sensación de ser testigos de hechos de naturaleza extraordinaria, hechos que señalan el fin de un largo periodo regido por modelos sociales de prosperidad indiscutible en los países industrializados con gobiernos democráticos y la enorme desigualdad con otros países sumidos en la pobreza extrema gobernado por autócratas. La globalización es sobre todo un concepto, los países ya no pueden aislarse al margen del desarrollo global, del comercio, la industria, la tecnología o las finanzas. Se abre un mercado único y los duendes de la informática hacen muy próximos los compradores y los productores. Las economías nacionales viven en una compleja red de intereses que no dependen del estado matriz. Las democracias representativas y liberales están cercadas por movimientos de populismo y nacionalismos regionales que tratan de destruir los Estados- Nación. Los totalitarismos se abren paso en los parlamentos y gobiernos de Europa y América y el comunismo ha encontrado otra brecha social para disfrazar sus fracasos históricos imponiendo dictaduras populistas. Nada se parece a la política que se perfiló tras la derrota de los totalitarismos en Europa devastada por la guerra. Aquellos modelos políticos económicos y sociales están siendo abatidos desde dentro de los propios sistemas como nueva forma de revolución silenciosa. Nada de esto sería posible sin el fenómeno social y tecnológico que es internet. Las comunicaciones en tiempo real están al alcance de la gran masa que dispone de herramientas de conexión instantánea en las redes sociales. La homogenización es un efecto más que una causa de la globalización, pero tras los indiscutibles progresos de estas conexiones de miles de millones de personas habrá que señalar los efectos devastadores para el espíritu social donde no hay cabida a la capacidad crítica. Desde los poderes que siempre han gobernado el mundo. ahora se establecen las directrices del pensamiento único, quien no sea capaz de adaptarse a las exigencias de este pensamiento, está llamado a la postergación, expulsado del grupo. La realidad es que hay amenazas a la propia democracia tal como la conocemos. La perspectiva de cambios es inabarcable, desde la democracia virtual, la desaparición de los parlamentos, la posibilidad de gobierno mundial, la desaparición de las monedas como sistema de pago y otras trasformaciones donde las tecnologías y singularmente la inteligencia artificial suplantarán la capacidad pensante y creativa. Todo esto son conclusiones de estudios muy detallados de la evolución humana realizados en universidades por investigadores de todo el mundo. Que estas previsiones sean o no acertadas es cuestión de márgenes estadísticos y simuladores informáticos, pero las bases del estudio son hechos y realidades que están aconteciendo ahora mismo y que están transformando aceleradamente el mundo que nos toca vivir. Por acercarnos al hecho más relevante; la democracia se fundamenta en la pluralidad política y garantiza las vías de expresión y participación del pensamiento humano en distintas concepciones del mundo y de la sociedad. Las redes sociales agrandan cada día su influencia en la conformación de un pensamiento asambleario dominado por determinadas consignas que se extienden por el mundo con notable éxito. La uniformidad parece ser aceptada por miles de millones de usuarios que adormecen la mente y la crítica ante la presión del grupo. Estos fenómenos no se han producido jamás en la historia de la humanidad por la razón elemental que nunca hubo internet y la conectividad global determina acontecimientos de rango universal. La ingeniería social y los sistemas de influencia y dispersión son meras herramientas al servicio de los poderosos. Realmente siempre ha sido así, pero con efectos menores en la conformación de las ideas y menos aún en la posibilidad de dar forma a una sociedad que fuera dependiente de las tecnologías. La informática lo es en su expresión más real porque no es que ya forme parte de la vida es que son la base de esta nueva vida y tan necesaria como el oxigeno que respiramos para seguir viviendo. El paso decisivo para acelerar el futuro lo ha impulsado la pandemia. Todos los cambios precipitados y avances erráticos que conocemos tratan de reorganizar el caos producido por un virus invisible y asesino. Los partidos políticos tradicionales han sido superados por la realidad caótica y han arrojado el "lastre" de los principios y las ideologías como mera cartulina para colorear el marketing y la oportunidad. Los programas políticos apenas tienen la validez del tiempo del discurso, las mentiras hilvanadas según dicte la ocasión son el cuerpo cierto de una nueva manera de gobernar. La responsabilidad y el compromiso dieron paso a la hipocresía y la versatilidad. Es posible que sean ya hechos irreversibles, Lo relevante es que mayorías de electores parece que aceptan de buen grado estas novedades y se conforman con las promesas de un mundo capaz de resolver definitivamente los problemas seculares de la humanidad. Nadie es capaz de profetizar al respecto pero no hay duda que ya se conoce el comienzo. Un futuro posible sería asumir que no existe el futuro en los términos del tiempo sino un presente en permanentes cambios.

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