Era el 8 de diciembre de 1585. Ese día, los Tercios de Bobadilla, Mondragón e Iñiguez, más una Compañía de Arcabuceros a caballo y 6 piezas de artillería, con un total de algo más de 4.000 hombres (el grueso español del Ejército de Farnesio en Flandes), aislados y cercados por una flota enemiga en el promontorio de Empel frente a la isla de Bomel, entre los brazos de los ríos Mosa y Vakal, escaparon a la destrucción de un modo que el enemigo calificó como una "desafortunada concurrencia de circunstancias insólitas" y los católicos holandeses como "Het wonder van Empel" (el milagro de Empel).
En la víspera de la batalla, en la tarde del 7 de diciembre, los infantes españoles se dispusieron a cavar trincheras para su defensa, momento en el que uno de ellos encontró una vieja tablilla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Los soldados improvisaron un altar para rezar y se encomendaron a la virgen ante la batalla. Hoy una capilla en el mismo lugar recuerda este hecho.
Cuenta la tradición que esa noche un inusual viento frio comenzó a soplar, congelando las aguas que rodeaban a los españoles, de tal manera que al amanecer del 8 de diciembre pudieron avanzar sobre el hielo sorprendiendo y venciendo al enemigo. Desde entonces, nunca más han vuelto a congelarse esas aguas. De ahí lo calificado por el enemigo de "desafortunada concurrencia de circunstancias insólitas".
Tras la batalla, los infantes de estos 3 Tercios decidieron declarar a la Inmaculada Concepción como su Patrona, que se hizo extensiva a toda el Arma de Infantería del Ejército español por una Real Orden, publicada el 12 de noviembre de 1892 en la "Gaceta de Madrid".
Es evidente, por tanto, que este patronazgo de la Virgen surgió de los propios infantes, nunca se les impuso. Y desde 1585 en Empel hasta el día de hoy, los infantes hemos celebrado el 8 de diciembre como el día de nuestra Patrona, sin olvidarnos de que también es Patrona de España.
"El milagro de Empel" fue narrado en verso por el Coronel de Infantería y poeta D. Luis López Anglada (ya fallecido), Premio Nacional de Literatura en 1961, de Poesía Rafael Morales del Ayuntamiento de Talavera de la Reina, Boscán de la Ciudad de Barcelona de Poesía Castellana, Francisco de Quevedo del Ayuntamiento de Madrid, Antonio Machado de Sevilla y Ausías March de Gandía (Alicante), entre otros.
Porque espada y pluma siempre han ido unidos, suavizando con el deleite de las letras la dureza de la guerra. Como dijo Antonio Capmany: "los señalados Capitanes y célebres guerreros que supieron suavizar las asperezas de la milicia con el deleite de las letras, casi todos han merecido un distinguido lugar entre los escritores de la nación". Y ejemplos de ello nos sobran en la Infantería, empezando por D. Miguel de Cervantes, cuyo aniversario del 4º centenario de su muerte celebramos este año, y que como infante no sólo combatió en Lepanto, ya que ejerció el honrado oficio de las armas entre 1570 y 1575, sirviendo en la península italiana sucesivamente en los Tercios de Nápoles, de Miguel de Moncada, de Lope de Figueroa y de Sicilia.
La Infantería, definida en nuestra actual Doctrina de las Fuerzas Terrestres como el Arma de la maniobra por excelencia, concebida para actuar en toda clase de terrenos y circunstancias, constituyendo el núcleo fundamental de las fuerzas terrestres, reúne un conjunto de virtudes (abnegación, espíritu de sacrificio, iniciativa y perseverancia) que se reflejan en su más genuino exponente, el infante, el pilar del Arma, cuya valía se fundamenta en su fuerza moral y en su condición física, ambas capaces de permitirle superar situaciones adversas y cambiantes.
Y que mejor manera de definir al infante como lo hizo el poeta Calderón de la Barca, que fue soldado en los Tercios de Lombardía y Flandes, al escribir en su Comedia "Para vencer a amor, querer vencerle" unos versos como consejo de un soldado veterano a uno recién alistado, entre los que resalto: "Aquí la necesidad / no es infamia; y si es honrado, / pobre y desnudo un soldado / tiene mejor cualidad / que el más galán y lucido; / porque aquí a lo que sospecho / no adorna el vestido el pecho, / que el pecho adorna al vestido." Este 8 de diciembre, al igual que en Empel en 1585, allá donde estemos los infantes españoles, haremos un alto en el camino para celebrar la festividad de la Inmaculada Concepción, Patrona del Arma de Infantería y de España.
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