Tribuna

Javier Pery Paredes

Almirante retirado

Los localismos y la España universal

Así pues, la verdad es que el único gentilicio que se le puede atribuir a los unidades militares es el de español, o española

Los localismos y la España universal Los localismos y la España universal

Los localismos y la España universal

La tendencia a los localismos, que se manifiesta a todas horas y en todas partes, parece invadir paso a paso a las instituciones. Contrasta esa predisposición a quedarse encerrado en su pueblo con la universalidad que hizo grande a España al llegar geográficamente a los extremos del mundo y relacionarse culturalmente con pueblos más allá de mares desconocidos.

Si hubo un elemento que contribuyó significativamente a ello fue la propensión al mestizaje al que se estaba acostumbrado en la península Ibérica desde los siglos de la romanización, ampliada probablemente por siglos de trashumancia medieval. Un elemento diferenciador de la expansión de la cultura española por el mundo. Nada debe extrañar que con el tiempo y con el desarrollo social se llevase esa misma manera de entender la vida a los términos políticos que debían regir la vida de los españoles en este siglo.

La igualdad entre españoles tiene que ver con esa universalidad a la hora de entender la convivencia, que es algo así como aceptar las diferencias del prójimo a sabiendas de que todos merecemos el mismo trato. Traigo hasta aquí aquello que decía Adolfo Suárez de hacer normal en la vida política lo que era normal en la calle. Sin embargo, lo que sirvió para sacar adelante una difícil situación en la Transición, con un sentido de universalidad y de unidad en el más puro sentido común, parece que se le quiere dar la vuelta para llevar a una diversidad exclusivista y rompedora desde la política a la calle. El relato social, como mal se llama ahora al discurso político, se afana en definir diferencias en la sociedad basadas en valoraciones subjetivas que, imposibles de cuantificar, hacen creer en necesidades inexistentes, para romper con lo establecido y dar atrás más de medio siglo. Sin entrar en otros, véase eso del sistema de cuotas para todo y en todo, algo que acaba con los criterios universales de mérito y capacidad que hace iguales a los españoles, sin distingos de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Marcar diferencias, por encima de lo que el sentido común dicta, lleva a crear reductos en parcelas sociales de todos y que administrativamente se encuadran en competencias exclusivas del Estado que, por ser únicas y exclusivas, aseguran la igualdad y la universalidad de las Instituciones, entre ellas las Fuerzas Armadas. Recordar que están al servicio de la sociedad sin localismos merece estos días especial atención por aquello de que se celebra su día en el entorno de la festividad de San Fernando, Santo y Rey. Sin embargo, como el resto de la sociedad, los ejércitos se ven bombardeados por ese relato localista discriminador que merece analizar para contener.

Como cualquier gran organización, las Fuerzas Armadas tienen unidades estacionadas a lo largo de todo el territorio nacional. Este despliegue hace que produzca una vinculación natural de unidades militares y localidades en que se ubican. En el pasado, a esta vinculación geográfica, se sumaba una estructura orgánica de Regiones Militares, Zonas Marítimas o Regiones Aéreas que las señalaban aún más. Sin embargo, esta tendencia a identificar unidades con geografía se veía equilibrada con la movilidad que proporcionaba a muchos españoles la incorporación al servicio militar que los sacaban de su terruño por primera vez y los ponía ante la universalidad de la realidad social española.

Aunque, prácticamente de manera simultánea, se suspendió el servicio militar y suprimieron las demarcaciones territoriales de las Fuerzas Armadas para iniciar la profesionalización de sus miembros y orientar la organización militar a las funciones que se llevaban a cabo, la realidad es que, desde entonces, persiste ese relato de identificar las unidades por el lugar donde están apostadas. Así se habla de "el batallón alicantino", "el escuadrón murciano" o "la fragata ferrolana" cuando quienes prestan servicio en ellos proceden de todas partes de España.

Así pues, la verdad es que el único gentilicio que se le puede atribuir a los unidades militares es el de español, o española, adjetivos que usados con propiedad nada tienen que ver con el "inclusivismo" en el idioma que hoy parece que se emplea para acabar con la igualdad de trato o reducir la universalidad geográfica y funcional con que los militares sirven a los españoles.

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