Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad

Todo eS máscaras

Los artículos de Larra regresan como un poema nerudiano que desenmascara la ficción que quiere engañar con su bramido desolado

Todo eS máscaras Todo eS máscaras

Todo eS máscaras

Oyendo el tictac del reloj de Solo ante el peligro de Gary Cooper, evocando la fotografía de Azorín con Sara Montiel y contemplando la sonrisa de Grace Kelly en el álbum luminoso del séptimo arte, me aproximo a los artículos de Mariano José de Larra, con el deseo de releer la prosa que esculpe en El mundo todo es máscaras. Todo el año es carnaval. ¿Tiene vigencia esta escritura en esta nación, llamada por ahora España, con permiso de Quim Torra el Empecinado o Puigdemont II, tanto monta? Hay individuos, que en la política, o fuera de ella, por tal de gozar de los privilegios del poder, ponen una vela a Dios y otra al diablo, navegan con la misma destreza por el cielo y por el infierno, venden a su padre, a su madre y a quien haga falta, se hacen camaleones y cambian de máscara las veces que sean necesarias, al cabo de las veinticuatro horas de un día cualquiera. Para estos personajes, sin escrúpulos, no hay más valor que el de la zancadilla, caiga quien caiga, con tal de conseguir sus ambiciones espurias.

En todas las partes hay disfraces, los cuales van y vienen como adjetivos que saltan de un párrafo a otro; como marionetas que bailan al son que les marcan los hilos; como payasos en el circo de sí mismos; como esperpentos que se representan con sus propias heces; como títeres que ocultan su retorcida maldad; como maniquíes que deambulan por los escaparates de su dislate; como chafarderos de su miseria; como recaderos de su ruindad; como traidores que clavan la puñalada en cuanto giras; como ratas que abandonan el barco en cuanto empieza a hundirse; como vulgares iletrados, que coleccionan sílabas para hacer las palabras jirones. «¿A qué, pues, esa prisa de buscar billetes? Sal a la calle y verás las máscaras de balde». El mundo por montera, la hipocresía, la envidia, la mentira, la posverdad convertida en una caratula. «El mundo todo es máscara: todo el año es carnaval». Larra, siempre Larra. La literatura del periodismo caminando por los senderos de la existencia. La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades o La vida del buscón, llamado don Pablos son antologías de la psicología de la vida que nos permiten conocer que la caída de la máscara tiene lugar en la madrugada. Vuelve el tictac que marca el tiempo proustiano de un país, que teje y desteje el desengaño de sí mismo en las avenidas del mundo; como si la goleada del Ajax al Real Madrid, la agonía táctica de Solari, con un equipo en ruinas, y la llegada de Zidane fueran la opinión y la noticia, entre el Marca y el As; Carrera de San Jerónimo abajo, hasta la plaza de las Cortes.

Los artículos de Fígaro regresan como un poema nerudiano, el cual desenmascara la ficción que quiere seducir con su bramido desolado. Mas la espuma de los días navega solitaria en las naves de los mares de Ulises. Don Quijote y Sancho siguen la senda que les señala su aventura; pero ahora, por caminos diferentes. Porque en Madrid y en España escribir sigue siendo llorar. Aquí la tarta siempre se la reparten los mismos. Y las migajas, pocas, desparramadas y mugrientas, no aplacan el hambre del buscón, llamado Pablos, ni de ningún zurcidor o algebrista, tundidor de mejillas o sastre de barbas, clérigo o alguacil. Vuelva usted mañana. El pobrecito hablador. Las máscaras. De nuevo, las máscaras. ¿Es que alguna vez dejaron de ser chamusquina y zipizape? «Un bribón no ríe de igual forma que un hombre honesto, un hipócrita no llora con las lágrimas que un hombre de buena fe. Toda falsedad es una máscara, y por bien hecha que esté la máscara, siempre se llega, con un poco de atención, a distinguirla del rostro», escribió Dumas. Larra, Camba y Umbral retrataron el espectáculo, alargado como una sombra que se proyecta en el piélago de su laberinto. Los ojos verdes de Maureen O´Hara y la sonrisa de Sara Montiel son otro lienzo. Otro modo de leer las metáforas en el súbito reflejo de su tersura.cubrir la etimología.

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