Tribuna

Juan José García

Experto en Inteligencia Económica y Competitiva

La necesaria colaboración entre EE.UU y China

En el siglo XXI la gran disputa económica y de influencia que tiene lugar en el mundo es la que mantienen estos dos países y cada uno tiene su estrategia

La necesaria colaboración entre EE.UU y China La necesaria colaboración entre EE.UU y China

La necesaria colaboración entre EE.UU y China

Joseph Nye es profesor de la Universidad de Harvard, es conocido por ser el introductor de los conceptos de poder inteligente (smart power) y poder suave (soft power) y sus publicaciones son piezas imprescindibles en el estudio de la geopolítica y las relaciones internacionales. Recientemente ha publicado un interesante artículo titulado "La lógica de la competencia entre EE.UU. y China" (The logic of US-China competition), donde pone de manifiesto la rivalidad entre los dos países, pero a la vez la necesidad de una colaboración entre ambos para solucionar muchos de los problemas que afectan al mundo. En su artículo, Nye señala que la competencia entre estas dos grandes potencias podría llegar a ser peligrosa si no se maneja bien, pero si se sabe aprovechar puede resultar beneficiosa para ambos países y para el resto del mundo. Añade que EE.UU. y China no deberían pensar simplemente en términos de su poder sobre los demás, sino que deben buscar la colaboración al mismo tiempo que compiten entre ellos.

En el siglo XXI la gran disputa económica y de influencia que tiene lugar en el mundo es la que mantienen estos dos países y cada uno tiene su estrategia. En el caso de EE.UU., además de un poder financiero basado en las instituciones globales y la hegemonía internacional del dólar, una línea de acción fundamental es mantener el liderazgo tecnológico, va a seguir invirtiendo en investigación y desarrollo con el fin de mantenerse a la vanguardia de las tecnologías clave, al mismo tiempo que sus universidades dedicadas a la investigación dominan las clasificaciones de educación superior en el mundo.

En el caso de China, también aspira a asumir un papel financiero mayor a escala mundial con una moneda de reserva creíble, está reforzando su estrategia tecnológica, está invirtiendo fuertemente en investigación y desarrollo y busca convertirse en líder mundial en inteligencia artificial en 2030. Los avances tecnológicos chinos ya no se basan solo en la imitación y, aunque el Gobierno de Trump sancionó a China por el robo de propiedad intelectual, una respuesta

estadounidense exitosa al desafío tecnológico chino dependerá más de las propias mejoras que de las sanciones que pueda imponer.

En un discurso reciente ante el Congreso de Estados Unidos, el presidente Biden advirtió que China está completamente decidida a convertirse en la principal potencia mundial, pero una cuestión clave al evaluar el éxito de su política frente a China será si podrá conseguir que ambas potencias pueden cooperar para afrontar problemas como el cambio climático mientras compiten duramente en otras áreas.

La política estadounidense ha dado un giro radical desde la llegada del presidente Biden, siendo más moderada en lo relativo a los problemas que afectan al mundo y retomando las relaciones que han proporcionado estabilidad durante las últimas décadas.

En China podemos decir que ocurre lo contrario, porque lleva unos años en los que su tradicional política basada en la estabilidad, la moderación y en el largo plazo ha sido sustituida por la llamada diplomacia de los wolf warriors, mucho más agresiva y que ha ocasionado problemas serios en las relaciones con sus vecinos más importantes como India y Australia. Ocurre lo mismo en la relación con Europa, que ha decidido congelar la ratificación del Acuerdo de Inversiones con China por las sanciones impuestas por ésta a algunos eurodiputados por las críticas a su política de derechos humanos.

La percepción de la política exterior china por parte de los países occidentales ha cambiado mucho en los últimos años, siendo ahora mucho más desfavorable y ese clima no beneficia lo que debería ser una rivalidad cooperativa que sería buena para el mundo.

En política nacional e internacional los mayores éxitos se han conseguido mediante amplios consensos y alianzas, primando el interés general sobre los intereses particulares, y los mayores fracasos se han dado cuando no se ha sido capaz de llegar a acuerdos. En el caso de EE.UU. y China debería ser posible defender los intereses de cada país, pero buscando también la colaboración en favor de los intereses globales. Eso es aplicable a nivel internacional y también debería serlo a nivel nacional, especialmente en momentos de crisis.

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