Tribuna

María José García Bueno

El pianista de la mano izquierda

"En el fondo me alegro de haber nacido sin ese motor y poder estar tranquila, viviendo mi feliz vida mediocre, pero es realmente pasmoso cómo algunas personas se saltan todas las barreras y llegan a límites tan sublimes"

El pianista de la mano izquierda, durante su concierto ante el público en Tarambana, El Ejido.

El pianista de la mano izquierda, durante su concierto ante el público en Tarambana, El Ejido. / D. A.

Faltan unos minutos para las nueve de la noche. Estamos a finales de mayo, hace calor durante el día, pero al caer la noche vienen el fresquito, la humedad y los mosquitos. Acabo de aparcar mi coche frente al semillero vecino del Jardín Botánico, donde será el concierto, o, para ser exacta, el recital de piano ofrecido por el pianista de la mano izquierda. ¡Madre mía! Parece el comienzo de un relato de asesinos en serie de Diego Martínez, de esos que me pone Alejandro por las noches y tanta gracia nos hacen. Al poner el pie fuera del coche siento cómo varios alfileres perforan mi tobillo. Mosquitos. Me he traído un frasco de mi mejor repelente. “Extrafuerte. Condiciones extremas y zonas de malaria, dengue, fiebre amarilla y virus zika”, dice en el bote. Espero que también espante los mosquitos de Tarambana. Comienzo mi ritual de aspersión y refriega, hasta que el aire está tan cargado que comienzan los estornudos. Aún no está claro qué me matará primero.

Dentro del jardín encuentro a varios compañeros de mi grupo de teatro aficionado. Todo está dispuesto para que empiece el recital. Han puesto velas de citronela alrededor del piano, los árboles están iluminados con luces moradas, los farolillos se mueven mecidos por una suave brisa y todo parece sacado de un cuento de hadas. Me alegra haber venido.

Actuación de Manuel López en el Jardín Botánico La Almunya del Sur Actuación de Manuel López en el Jardín Botánico La Almunya del Sur

Actuación de Manuel López en el Jardín Botánico La Almunya del Sur / D. A.

Sale el pianista de la mano izquierda y en mi mente no era tan joven, con todo lo que ya ha vivido. Con 15 años ya había pasado de joven promesa a concertista consagrado. ¡15 años! Pero con veintipocos, su cerebro se vio aquejado de una extraña enfermedad: distonía del músico. Al parecer, es más frecuente de lo que dicen las estadísticas, pero los propios músicos no quieren reconocer que la padecen. Es un tabú entre ellos. Simplemente se retiran a sus casas a reinventarse, a intentar vivir una vida sin música.

"Su leitmotiv, su amor por la música, ese motor que los simples mortales no entendemos, le empujaba hasta esa clínica para probar"

El cerebro ha de esforzarse tanto en hacer dos tareas distintas con cada mano, dos trabajos muy precisos y complicados y que ademas exigen de fuerza física, que, harto de desdoblarse, se divide y deja una de las manos sin control, sufriendo sacudidas inesperadas o parálisis. Todo esto nos lo cuenta el pianista de la mano izquierda. Con un acento mezcla de guiri pijo y malagueño, nos explica que, siendo muy pequeño, se mudó para poder asistir a clases de piano especializadas, y que cuando se tuvo que retirar por culpa de la distonía, se fue al norte de Europa a dedicarse al marketing y a otros trabajos que no lo hacían feliz. Pero un día encontró en internet a un neurocirujano que, aplicando radiofrecuencias en el córtex cerebral, mejoraba el parkinson. Quizá podría intentarlo con esa nueva terapia...

Su leitmotiv, su amor por la música, ese motor que los simples mortales no entendemos, le empujaba hasta esa clínica para probar. Llegó el día de la operación. Él tenía que tocar mientras era monitorizado para poder actuar en la zona del cerebro que se veía afectada con la actividad. El resultado fue un ictus instantáneo debido al mal estado de sus plaquetas y la falta de atención previa a la operación de los responsables médicos, que no se percataron de los valores alterados en las analíticas realizadas. “Se llevó casi todo lo que era yo en ese momento”, nos cuenta el pianista de la mano izquierda.

La música empieza a sonar. Yo no soy nada melómana ni entiendo de piano, pero mi padre sí, y de escucharlo creo saber cómo suena un piano tocado de forma convencional. Este sonaba raro. Raro, pero bonito. Estremecedor a veces. Intenso. Al mirarlo me percato de que con la mano derecha se aferra al extremo del piano, supongo que para no caer, de tanto moverse de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, para poder abarcar con una sola mano todo el teclado. Qué emocionante, cuánto trabajo, ¡qué ejemplo de superación, de coraje y de ganas de luchar por un sueño!

En el fondo me alegro de haber nacido sin ese motor y poder estar tranquila, viviendo mi feliz vida mediocre, pero es realmente pasmoso cómo algunas personas se saltan todas las barreras y llegan a límites tan sublimes.

La prodigiosa mano izquierda de Manuel López, en acción. La prodigiosa mano izquierda de Manuel López, en acción.

La prodigiosa mano izquierda de Manuel López, en acción. / D. A.

Al terminar el concierto, todos aplaudimos sin parar. Él quiere contarnos más cosas y se confiesa descolocado ante tanto aplauso. Cuando puede, empieza a hablar. Dice que a esas horas de la noche él normalmente ya no puede hablar, porque también tiene afectada esa capacidad. Pero esta noche sí que puede, cree que es por el chute de adrenalina por haber tocado, por fin con público, solo con la mano izquierda.

Nos cuenta que después de la fallida operación, con el ictus como resultado, quedó con el lado derecho de su cuerpo totalmente paralizado. Durante muchos meses no salió de una habitación. Estaba consciente, pero no podía comunicarse de ninguna manera. Su novia permaneció a su lado todo el tiempo, hasta que empezó la mejoría, y con ella las ganas de volver a tocar el piano. “Tu cuerpo no quiere que toques el piano ¿no lo ves?”, le dijo ella. “Pero es que ahora voy a tocar solo con la mano izquierda, y si practico mucho lo voy a conseguir”, le respondió. Después de esta conversación su novia desapareció, y no volvió a saber de ella. En ese momento me acuerdo de mi escritor favorito, Haruki Murakami. Podría transformar esta historia en una de sus extrañas novelas.

Cuántas emociones juntas en un ratito. Gracias, Manuel, pianista de la mano izquierda. Enhorabuena por ser único.

* Manuel López tiene 42 años, es pianista, violonchelista y compositor internacional. En 1995 fue el alumno más joven en la historia del Conservatorio Superior de Música de Madrid en acceder a la carrera superior de música, con solo 15 años. La actuación aquí reseñada se celebró en el Jardín Botánico La Almunya del Sur, en Tarambana, y se enmarca en el 45º Festival de Teatro de El Ejido. Es de sus primeros recitales ante el público tocando con una sola mano.

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