Tribuna

Antonio Sánchez de Amo

Presidente de Verdiblanca

Los privilegios de tener una discapacidad

La sanidad pública no hace atención de rehabilitación en casos crónicos, por lo que esos pacientes deben buscarse centros privados a razón de 25-35 euros la sesión

Los privilegios de tener una discapacidad Los privilegios de tener una discapacidad

Los privilegios de tener una discapacidad

Quiere saber lo que cuesta ser minusválido? No me refiero a los impedimentos, barreras, incomprensiones o irracionalidades que nos encontramos a diario. Quiero decir el coste añadido que deben soportar nuestros bolsillos con respecto al resto de la ciudadanía por el hecho de tener una discapacidad. Existen estudios que calculan ese incremento en aproximadamente un 40% más de gasto. A pesar de eso, cada vez hay más necios que consideran que el colectivo de personas con diversidad funcional tenemos muchos privilegios. Voy a contar unos cuantos a ver si les apetece cambiarse por nosotros un par de semanitas.

La ciudad no es plenamente practicable en silla de ruedas ni con muletas ni con andadores; así que en lugar de coger un autobús que no te deja en la puerta de tu destino, o lo hace en una marquesina-isla incomunicada, debes coger un taxi. Bueno, coges un taxi si es que hay alguno disponible de la decena existentes (el Ayuntamiento de Almería está obligado a tener 15 licencias), y no están en el aeropuerto, en la estación de tren o comiendo todos a la vez. Esto supone ocho veces más caro que el billete de bus (salvo que te subas en un taxi que te pone precio fijo por el hecho de ser minusválido, en lugar de aplicarte la tarifa de la ordenanza municipal, que entonces es 10 veces más; y a pesar de ello el Consistorio les da 70.000 euros en subvenciones).

Si tienes intolerancia o alergia a determinados alimentos puedes sufrir carencias nutricionales o vitamínicas si no ingieres los adecuados, que tienen un coste superior. A veces ello te obliga a llevar un pequeño aparato y productos cuya factura puede ascender a los 300 euros al mes.

Hay enfermos crónicos de cáncer que deben tomar medicamentos paliativos, con lo que conlleva para esas personas unos gastos derivados de su enfermedad, que en muchos casos de pacientes y sus familias con ingresos bajos y riesgo de vulnerabilidad se ven en la tesitura de elegir entre medicinas o pagar la luz y el agua. Por poner un ejemplo, un caso típico de cáncer de mama: debes comprar pelucas, transporte no urgente, analgésicos o cremas para la piel; es decir, tienen un gasto de unos 150 euros y se dispara a los 300 en cánceres gástricos.

La sanidad pública no hace atención de rehabilitación en casos crónicos, por lo que esos pacientes deben buscarse centros privados a razón de 25-35 euros la sesión, salvo en Verdiblanca que son 10 euros. Las familias con hijos pequeños a los que les han detectado enfermedades que requieren atención estimulativa intelectual o psicológica o física o todas a la vez, tienen que recurrir a profesionales libres para complementar la terapia pública que se queda escasa para las necesidades reales.

Si decides desplazarte de manera autónoma y quieres tener un coche propio, ve pensando en pagar más por las clases en vehículos adaptados (se ve que degastamos más esos coches) y en adaptarlos a cada necesidad; o sea, unos cuantos miles de euros más para los que no hay subvenciones porque las retiró la Junta de Andalucía. Al menos el Ayuntamiento deja aparcar sin pagar en cualquier punto de la ciudad a los empadronados en la capital. Y si quieres moverte en una silla eléctrica que no sea el dumper que receta la Seguridad Social, entonces debes pagártela tú porque consideran un capricho tener un vehículo ágil, rápido y fácilmente manejable.

Si solo te puedes comunicar a través de lengua de signos, olvídate de ir a un organismo público y que te atienda un funcionario. No hay intérpretes. Debes pagártelo tú. También si vas a una conferencia, a una cata de quesos o a una obra de teatro. Es lo que les pasa también a las personas con discapacidad intelectual o ciegas que desean participar de actividades de ocio inclusivo y deben llevar acompañante; en ese caso el gasto es el doble porque no hay precios en taquilla reducidos para esos asistentes personales imprescindibles.

Así que cuando hablamos de miles de personas que se encuentran en riesgo de exclusión social a causa de su diversidad funcional, y vienen otros y nos reprochan la vida privilegiada que nos pegamos, nos damos cuenta del largo y tortuoso camino que aún tenemos por delante.

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