Tribuna

Rubén San Isidoro

Periodista

La razón de ser de la propina

He de pronunciarme a favor de la existencia de la propina, pero siempre dependiendo de la decisión libre y sin presiones del consumidor

La razón de ser de la propina La razón de ser de la propina

La razón de ser de la propina

Decía Daphne du Maurier, nieta del también escritor George du Maurier y una de las grandes inspiradoras de Alfred Hitchcock que: "A veces sucede así en la vida, cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina". Evidenciando las diferencias con esta cita popular, es de recibo señalar que en Nueva York y en general en toda la geografía norteamericana, la propina es un hecho prácticamente sociocultural.

Desde un ideario español, la propina es concebida como un gesto que se tiene con el camarero, certificando que ha habido buen feedback y que el servicio ha sido plenamente satisfactorio, pero la decisión queda en manos del comensal, que es el que decide si hay propina y la cuantía de la misma. Si finalmente se produce ese gesto, el camarero correspondiente lo agradecerá con una sonrisa porque se está premiando su trabajo de manera explícita. Esto constituiría un breve resumen de lo que la palabra propina puede significar en el ideario colectivo del pueblo español.

En Estados Unidos el concepto de la propina es llevado al extremo. Está destinado al sector servicios principalmente, destacando entre todos la hostelería. Dependiendo del servicio y del lugar, la propina puede oscilar entre un 10 y un 20% del total de la cuenta que has de abonar después de consumir ese servicio. En este punto habría que establecer dos diferenciaciones. En la mayoría de bares y restaurantes la propina no está incluida en la cuenta final, sino que tienes la obligación moral de abonarla una vez pagada la cuenta, exceptuando si estás abonando esa cantidad con tarjeta de crédito o débito. Una vez se la entregues, te la devolverán con un espacio en blanco para que añadas la propina, si bien es cierto, que desde el bar o restaurante correspondiente sugerirán la propina que ellos consideren oportuna. Normalmente, si abonas un 10% es que no estás del todo satisfecho con el servicio, un 15% si estás aceptablemente satisfecho, o un 20% si estás muy satisfecho. Pues bien, muchos se preguntarán, ¿por qué he de abonar una propina si no estoy satisfecho con el servicio? Un americano respondería: "existe esa obligatoriedad moral".

Como he mencionado anteriormente, existe un segundo supuesto en el concepto de las propinas. En algunos casos y, principalmente cuando el restaurante es de prestigio, desde el propio servicio de dicho restaurante te incluyen ya la propina abonada en el total de la cuenta, con lo que no te queda más remedio que abonar la cantidad que ellos proponen, que os aseguro nunca baja del 15%. En este supuesto el caso de la propina es más flagrante aún. Dejando de lado la moralidad y la ética que, intrínsecamente están relacionadas con la propina, como comensales no deberíamos pagar obligatoriamente una cantidad superior al concepto que estábamos destinados a pagar en un principio.

Es cierto que, en algunas ocasiones el servicio es plenamente satisfactorio y se alcanza ese feedback con el camarero que te está atendiendo, pero otras muchas, el simple gesto de sentarte en una barra y pedir una cerveza, ya supone abonar una pequeña cantidad en concepto de propina, por el simple gesto de llenar el vaso con cerveza y extender el brazo para que esté al alcance del consumidor. Es más, en muchos casos, los camareros tienen un trato bastante frío con el comensal, y aún así esperan que luego se premie su trabajo con una propina generosa.

He de pronunciarme a favor de la existencia de la propina, pero siempre dependiendo de la decisión libre y sin presiones del consumidor, que, en base a un servicio completado de forma satisfactoria, tenga un gesto con el camarero y premie su trabajo con una cantidad, que también dependa de su libre albedrío y no venga impuesta desde la caja registradora. Esto no solo ocurre en restaurantes y bares, también en peluquerías, servicios de transporte de carácter privado, encargados de toallas y hamacas en piscinas y playas, limpieza de habitaciones, personal que te lleva el equipaje a la habitación, guía turístico, repartidor de comida a domicilio y un largo etcétera. La moralidad no debe estar reñida con el concepto de la propina, no es moral abonar una propina por obligación, o peor aún, por imposición. Para aquella persona que decida viajar a cualquier rincón de los Estados Unidos, que no se asuste al comprobar como la cuenta final sube más de lo esperado, primero por los impuestos, que nunca están añadidos en el menú, y después por la propina.

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