Tribuna

Juan josé garcía

Coronel retirado del Ejército de Tierra

Las últimas decisiones de Putin

Para Putin la guerra está lejos de su final y mantiene firme su estrategia de hacerse con una parte de Ucrania a cualquier precio

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Las últimas decisiones de Putin

El pasado miércoles 21 de septiembre el presidente ruso Vladimir Putin se dirigía a la nación y por extensión al resto del mundo para anunciar varias medidas relacionadas con la guerra en Ucrania que podemos considerar que marcan una nueva etapa en este conflicto.

El presidente ruso anunció la movilización parcial en el país, que alcanzaría hasta 300.000 nuevos efectivos para enviar al frente, consolida la idea de anexionarse los nuevos territorios y hacer un referéndum en los últimos días del mes de septiembre y también ha vuelto a utilizar el fantasma del uso de armamento nuclear si fuera necesario.

Estas medidas adoptadas, junto con otras de menor calado, pero también importantes, no tendrán resultados inmediatos en el transcurso de la guerra porque se necesitará algún tiempo para ponerlas en marcha. La movilización llevará su tiempo, el resultado del referéndum no tendrá ninguna validez internacional, aunque sí se utilizará como justificación de futuras decisiones del presidente ruso, y la amenaza del uso de armamento nuclear no es la primera vez que se emplea y, aunque muchos expertos consideran que es una amenaza remota, no se debería desechar porque ante una situación límite para Rusia la reacción de Putin es totalmente imprevisible.

El anuncio de estas nuevas medidas viene motivado fundamentalmente porque Rusia está teniendo problemas militares y políticos cada vez mayores desde que empezó el conflicto. Sin la movilización anunciada para destinar más medios humanos y materiales a la guerra es difícil que pueda ganarla, más bien estaría abocado a perderla, por eso se ha visto obligado a anunciar una nueva escalada que, sin duda, tendrá sus repercusiones en el frente.

Es evidente que el presidente Putin está cada vez más aislado, parece que el tiempo está jugando en su contra y por eso está tomando decisiones que puedan cambiar el signo de la guerra. Tiene problemas porque está perdiendo apoyo en el país y cada vez van surgiendo más voces contrarias a la continuación de la guerra.

También está perdiendo apoyo entre los países que hasta ahora no han condenado la invasión. Las últimas declaraciones en distintosforos de los responsables máximos de Turquía, China e India entre otros países se han caracterizado por enfriar su apoyo a Rusia y por señalar que no es conveniente que el conflicto se extienda en el tiempo y que se deben buscar soluciones que eviten las consecuencias a todos los niveles y en todo el mundo que está teniendo este conflicto.

A pesar de los avances que está teniendo el ejército ucraniano en su contraofensiva en algunas de zonas conquistadas por Rusia y la esperanza de que esta situación pudiera desembocar en algún tipo de negociación que acercara el final del conflicto, para Putin la guerra está lejos de su final y mantiene firme su estrategia de hacerse con una parte de Ucrania a cualquier precio.

No resulta sencillo hacer pronósticos sobre la evolución del conflicto a partir de ahora y de su duración. Además del tiempo que precise la movilización de nuevos efectivos para trasladarse sobre el terreno, se acerca el invierno y esta mayor presencia en el frente de batalla hará que las cadenas logísticas sean cada vez más costosas para ambos bandos, incrementando la complejidad del conflicto.

En el caso de Ucrania, el apoyo de los países occidentales, fundamentalmente de EE.UU. está siendo decisivo a todos los niveles, siendo destacable el incremento de la presencia de material militar cada vez más sofisticado y efectivo que está siendo clave en las acciones militares ucranianas de las últimas semanas.

Los países y los ciudadanos occidentales debemos hacernos a la idea de que éste es un conflicto que va a continuar y con unas consecuencias que ya estamos sufriendo y que seguirán durante bastante tiempo. Estamos ante una crisis que puede tener las mayores repercusiones desde la segunda guerra mundial, porque no se trata de un conflicto local con repercusiones económicas para otros países, sino de una lucha por la defensa de las libertades y de la democracia y una pugna geoestratégica que puede definir el futuro del mundo en las próximas décadas.

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