La vejez no es el olvido

La imagen se ha convertido en nuestra mejor fotografía. Hace pocos años las cámaras fotográficas inmortalizaban nuestros mejores recuerdos. Hoy en día compramos los mejores móviles del mercado buscando la mejor resolución que produzca en nuestras fotografías el mejor resultado.

Nuestros padres guardaban todas las fotografías en cajas o en carpetas fotográficas.

De vez en cuando notamos la necesidad de volver a respirar ese olor, ese momento y aquellas personas que nos acompañaron en los momentos felices de nuestra vida.

El funcionamiento del reloj biológico es el mismo para todas las personas pero sus paradas están sujetas muchas veces al destino y la hora de cada persona.

Desgraciadamente estamos inmersos en una velocidad que a veces nos impide disfrutar y valorar a todas las personas que están a nuestro alrededor y que muchas veces pasan al rincón del olvido.

La edad es un número que hoy en día produce una niebla para una gran parte de esta sociedad.

La juventud es un paseo que pasa demasiado rápido, la madurez es el trampolín que juega y medita, mirando de frente a una vejez que este mundo quiere teñir olvidándose de su importancia para esta sociedad.

En los medios de comunicación y revistas nos venden crema s milagrosas, la cirugía estética se encarga de dibujar rostros jóvenes, mintiendo a las cifras que siguen su recorrido sin hacer caso al bisturí.

Queremos borrar arrugas, queremos ser jóvenes eternos y nos olvidamos de la sabiduría de nuestros mayores.

No tenemos que olvidar que ellos nos cuidaron a nosotros, se preocuparon por nuestras necesidades, trabajaron duro para que hoy en día muchos de nosotros tengamos una vida más cómoda, y todo gracias a su ayuda.

Las visitas a veces se acortan, el teléfono se queda mudo, esperando que pulsemos cada tecla y la soledad y la depresión son las amigas de nuestros padres, de nuestros abuelos.

Produce mucho dolor y tristeza olvidar a los que en su día eran los principales protagonistas de nuestra existencia y debido al tiempo, a nuestras necesidades e intereses pasan a un segundo plano.

Nadie merece una soledad impuesta, todos hemos venido a él para ser felices y tener una voz que nos ayude y se convierta muchas veces en nuestro mejor combustible para seguir alimentando el alma, haciendo feliz a nuestro corazón, en definitiva sentirnos vivos , sentir que estamos aquí y que somos necesarios.

Este coronavirus ha arrasado con la vejez, se ha llevado por delante muchas vidas mayores, muchos han muertos en la más estricta soledad.

Esta pandemia también ha puesto de manifiesto las dificultades que se viven en muchas residencias y la carencia a veces de medios.

Todos queremos vivir y los mayores también quieren seguir disfrutando de un abrazo, de una llamada y de darle el valor grandioso que deben tener en nuestro mundo.

Las arrugas son la mejor instantánea de sabiduría, de lucha y de un compromiso que tenemos y debemos tener con ellos.

Hoy soy joven, pero mi rostro sufrirá el deterioro del tiempo y espero llegar a ser viejo. Ese día quiero sentirme vivo, respetado y querido. No quiero estar solo, quiero ser una pieza más de este puzzle llamado VIDA.

La vejez nunca tendría que ser una carga. ¡ VALÓRALA !