Tribuna

INOCENCIO F. ARIAS

Diplomático

El virus ensucia la imagen de China

La escasa transparencia es ya denunciada abiertamente por los medios de información de muchas naciones y los dirigentes chinos hacen aflorar sus agravios históricos frente a Occidente

El virus ensucia la imagen de China El virus ensucia la imagen de China

El virus ensucia la imagen de China

Hay quien comenta que es ya un Chernóbil chino con efectos nocivos incalculables. El paralelismo es exagerado. Es cierto que las autoridades de la URSS a fines del siglo XX trataron de escamotear la gravedad de los hechos, con dilaciones y medidas tardías. El régimen totalitario chino ha incurrido en buena medida en el mismo pecado. Sin embargo, en la Unión soviética se trataba de un cataclismo nuclear que a la larga ocasionó muertes y enfermedades por vida a centenares de miles de personas. Tal vez millones. En China es "sólo" un virus mortífero que afecta a menos gente.

Los efectos económicos en China, con industrias paralizadas, universidades y colegios cerrados, comercios con la persiana bajada, y en el resto del mundo-pensemos en la caída de las bolsas europeas-ya son palpables. No será inferior, sin embargo, el golpe a la imagen de China en el mundo. El gigante asiático ya está de lleno en la liga de las Superpotencias, es muy posible que la Organización Mundial de la Salud no pregonara en las primeras semanas la gravedad del caso por presiones del gobierno de Pekín. Esas contemplaciones no se habrían desplegado con el Congo, Bolivia o Camboya. China impone respeto en el mundo y en la Onu.

Ahora bien, ese respeto se resquebraja en estas fechas y tardará algo de tiempo en recomponerse. Alguien , parafraseando el "salto adelante" de la época de Mao, sostiene que China ha dado un salto hacia atrás. Paises que viven bajo su égida o en sus proximidades se percatan de que el coloso tiene los pies de barro. Ha fallado en dos aspectos fundamentales: en la transparencia, vital en las primeras semanas y que no existió, y en tener una eficaz respuesta para atajar la epidemia. Cuando Xi Linping, muy reforzado como nuevo Emperador de China después del último Congreso del partido, sacaba pecho en su esfera de influencia y en el mundo, el virus lo pone un poco en ridículo. Depender de un mastodonte tan opaco tiene inconvenientes.

La escasa transparencia es ya denunciada abiertamente por los medios de información de muchas naciones y los dirigentes chinos poco habituados a la crítica hacen aflorar sus agravios históricos frente a Occidente . La prensa china, controlada férreamente, se queja con virulencia de que la BBC, la CNN, el Wall Street Journal, el New York Times escojan "tragarse las mentiras" que se propalan sobre China. En la era de las falsas noticias los enemigos del régimen chino están haciendo su agosto pero es ridículo culpar a los órganos de prensa citados de estar difundiendo trolas: la censura en el Internet, el embridamiento de médicos que querían hablar claro es patente y difícilmente ocultable. Algún comentarista occidental deduce que la situación de emergencia va a servir al régimen no sólo para imponer una mordaza más apretada en el tiempo que dure la crisis sino para prolongarla silenciando más a los opositores. Hay un editorial significativo en el francés Le Monde en este sentido.

La xenofobia y el recelo ante lo chino-Estados Unidos, Italia, Singapur, Rusia y algún otro cierran sus fronteras a los chinos-puede que sean efímeros, ojalá. 150 millones de chinos hicieron turismo en el exterior en 2019, muchos en los países limítrofes. Ahora, en Japón, Vietnam, Australia, Corea del Sur no son bienvenidos. Por otra parte, la imagen del aparato de Xi cae, incluso dentro, los ciudadanos chinos vienen tragando con todos los corsés de un régimen totalitario, ausencia de partidos, nula libertad de prensa, censura… a cambio de tener seguridad vital y progreso económico. Esta segunda parte queda ahora en evidencia.

En el exterior se anulan viajes, la presidencia de la Comisión europea, Ursula von der Legen anula la Cumbre con China de marzo, los 500.000 estudiantes extranjeros en China se plantean salir corriendo, se cancela el Carnaval de Venecia y hay rumores sobre la postergación de los Olímpicos de Tokio. Las Bolsas Mundiales tiemblan. No será fácil para Pekin demostrar que los efectos nocivos del virus eran inevitables, que no son en ningún sentido achacables a China y que hay una conjura internacional para humillarla. La imagen palidece.

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