Tribuna

Los desafíos del agua en el nuevo escenario del cambio climático

  • La política climática ha de abordar el agua de manera transversal en todos los ámbitos y sectores, para garantizar así un futuro resiliente y sostenible para todos

Día Mundial del Agua.

Día Mundial del Agua.

Pedro Rodríguez. Pedro Rodríguez.

Pedro Rodríguez.

El agua es un elemento clave para conseguir los objetivos de desarrollo sostenible y alcanzar la meta de transformar nuestro mundo. Por ello, desde un prisma muy acertado y casi de manera imprescindible, el cambio climático protagoniza el Día Mundial del Agua 2020, que celebramos anualmente cada 22 de marzo. El lema se centra esta vez en la importancia de reducir las inundaciones, sequías, la contaminación del agua y su escasez. El reto no es pequeño, pero estamos sin duda ante una oportunidad única -con imperativo moral- de mejorar y reforzar las prácticas de gestión de los recursos hídricos y los sistemas de gobernanza del agua.

“Cuidar el medio ambiente y adaptarnos al cambio climático”, un mensaje ya tan universal y preconcebido al que a veces llegamos incluso a despojar de su relevancia. Como si siempre hubiese sido sí, aunque no por ello vemos mitigado el reto social, económico, demográfico y global que su propia realidad conlleva. Un escenario que implica ineludiblemente “cuidar el agua y usarla de manera responsable y eficiente”, lo que a su vez redunda en la protección de la salud, la vida y el bienestar social. El nexo “agua y clima” es cíclico, como el propio recurso hídrico en su versión más sostenible: al gestionar este bien básico de interés general de manera sustentable, promover sistemas de ahorro, desarrollar una agricultura hídrica y climáticamente inteligente, y aumentar la reutilización de las aguas residuales, nos adaptamos mejor a los impactos producidos por la actual crisis climática.

La política del agua, uno de los elementos básicos de los ODS (Objetivo 6: “Agua limpia y saneamiento”), se desempeña en un escenario cada vez más complejo y sensible desde el punto de vista ambiental y socioeconómico, una realidad marcada por grandes retos como la sostenibilidad en la gestión del patrimonio de infraestructuras hidráulicas; la evolución deficitaria de inversiones y capacidad financiera; o la adaptación al cambio climático (gestión de sequías, inundaciones, estrés hídrico, crecimiento poblacional, agricultura…).

En el primero de los casos, a partir de un diagnóstico de las necesidades de financiación eficiente se desprende, según datos de estudios sectoriales promovidos por las asociaciones nacionales AEAS y AGA, que la distribución de la inversión requerida para renovar y sostener las infraestructuras alcanza en la Comunidad Autónoma de Andalucía la cifra de 360 millones de euros (índice con período de renovación basado en límites teóricos, a 93 años de media). Y al igual que ocurre con este principio de sostenibilidad de las infraestructuras hidráulicas, el resto de “obligados” en la gestión del agua entroncan directamente con las propuestas prioritarias formuladas desde ASA Andalucía a los ejes del Pacto Andaluz por el Agua de la Junta de Andalucía. La Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible, con competencias en la materia, se ocupa actualmente, con la colaboración de los distintos agentes políticos y sociales vinculados a esta actividad -entre los que se encuentra ASA-, de la definición de las líneas que marcarán el presente y el futuro de la política de aguas en la Comunidad Autónoma de Andalucía.

Con este cometido, desde el sector andaluz del agua concentramos nuestras ideas fuerza en la necesidad de promover la vocación de diálogo, participación, acuerdos y alianzas estratégicas para la consecución de un consenso en materia de políticas de aguas; la garantía de disponibilidad, accesibilidad y calidad del servicio al ciudadano; la tendencia a la unificación de las estructuras tarifarias mediante la aplicación de criterios estandarizados para la recuperación de costes; el fomento de las técnicas de agrupación de municipios para la mejor prestación del servicio; la simplificación de los órganos de participación administrativa y social de la Administración Andaluza del Agua, impulsando la figura de un regulador independiente destinado a armonizar los niveles de prestación de los servicios urbanos del agua y las estructuras tarifarias, así como la transparencia, involucración y participación de la ciudadanía; el desarrollo de una estrategia real de reutilización, sostenibilidad y economía circular; la tecnificación multidisciplinar del Ciclo Integral del Agua de Uso Urbano y el impulso a la innovación, desde la apuesta permanente por las tecnologías aplicadas a este sector estratégico.

El agua es un factor de primer nivel en la articulación territorial y el desarrollo en el presente y a futuro. La gestión del ciclo integral ha de seguir evolucionado de la mano de la digitalización y la tecnificación, pero también desde el compromiso ciudadano, la corresponsabilidad y la coherencia para el sostenimiento de este servicio entre todos, más aún en un complejo escenario de cambio climático. En definitiva, el conocimiento, la compresión, la conciencia ciudadana de la realidad de su gestión y la aceptación del valor del acceso al agua como vehículo de cohesión social, algo que en Andalucía hemos trabajado intensamente, liderando su reconocimiento en el ámbito normativo, con la Ley 8/2018 de Medidas frente al Cambio Climático y para la Transición hacia un nuevo Modelo Energético (vigente desde el 15 de enero de 2019 y que fija con carácter general el plazo máximo de dos años para la aprobación de los reglamentos necesarios para su desarrollo: el Reglamento del Sistema Andaluz de Emisiones Registradas y el Reglamento del Inventario Andaluz de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero), recogiéndolo como derecho humano que garantiza un “mínimo vital” para que las personas puedan atender dignamente sus necesidades básicas.

Las empresas andaluzas del agua ya vienen aplicando desde hace tiempo en sus ordenanzas tarifarias medidas de acción social como el consumo mínimo vital de 100 o 110 litros por persona y día para los casos más desfavorecidos, y otras fórmulas de bonificación.

En el decálogo de Ejes del Pacto Andaluz por el Agua, precisamente el número 7 se dedica plenamente a la Mitigación y Adaptación al Cambio Climático. Entre las propuestas de ASA al Pacto, se apunta en esta misma línea hacia la aprobación, cuanto antes –más aun quedando un año escaso para cumplir con las medidas climáticas por parte de la Junta–, del Reglamento del Sistema Andaluz de Emisiones Registradas (SAER) y el Sistema Andaluz de Compensación de Emisiones (SACE), en desarrollo en la Ley Andaluza 8/2018, cuyos Proyectos de Decreto ya han pasado el trámite de consulta pública por parte del Gobierno Andaluz. Asimismo, se proponen en este eje medidas específicas de fomento de la certificación y reducción de la Huella de Carbono y la Huella Hídrica, como las deducciones en el Impuesto de Vertidos (IVAL), en relación con la depuración de aguas.

Desde ASA Andalucía, en representación de las empresas que gestionan el ciclo integral de agua, ejercemos en este espacio de análisis y reflexión nuestro compromiso, responsabilidad y participación en torno a fechas sectoriales significativas como el Día Mundial del Agua (DMA), siendo este un marco y contexto propicio para proyectar una vez más nuestra representatividad y portavocía de un sector estratégico, clave y necesario para el desarrollo integral de nuestra comunidad autónoma y la sociedad en general.