TRADICIÓN

Los Gallardos vuelve a revivir la llegada de los Reyes Magos a Judea

  • El Auto Sacramental es el mayor atractivo turístico del municipio y reúne a miles de personas

  • Gran parte del pueblo se implica en la representación

Los Reyes Magos llegan al palacio de Herodes, situado en la Plaza de Andalucía, rodeados de espectadores.

Los Reyes Magos llegan al palacio de Herodes, situado en la Plaza de Andalucía, rodeados de espectadores. / Javier Alonso

El día 6 de enero es el más esperado en casi todos los rincones de España, especialmente por los niños. Pero en Los Gallardos, es una jornada aún más especial si cabe. En ella vuelcan toda su ilusión y esfuerzo casi todo el pueblo, colaborando en la celebración de su día más grande: el auto sacramental de los Reyes Magos. Una recreación de la llegada de los magos de Oriente hasta Judea en busca del mesías.

“Este día es muy importante para nosotros. Por eso, este año hemos querido incentivar a los niños en el colegio para que conozcan esta celebración, participen en ella y no se pierda la tradición”, cuenta el alcalde gallardero, Francisco Reyes. De hecho, este lunes más de treinta niños se vistieron por primera vez de pastorcillos o pajes para ir abriendo la comitiva y lanzando caramelos al público.

Desde hace ya más de treinta años, Los Gallardos celebra esta tradición antiquísima que fue recuperada a mediados de los años ochenta, y que a día de hoy es uno de los mayores reclamos culturales del Levante. Son cientos, o incluso miles, los curiosos que se acercan a disfrutar del espectáculo callejero, desde la comarca e incluso de fuera. Especialmente atractivo resulta para la colonia inglesa de la zona, a quienes puede verse desde bien temprano en los bares o la plaza.

Es una celebración muy antigua que se recuperó a mediados de los años 80

A las 11 de la mañana, hora prevista para el comienzo del evento, los cohetes ya tronaban en el cielo soleado. En los bajos del ayuntamiento la actividad era frenética. Una armadura por aquí, una lanza por allá, el Rey Baltasar coloreando su rostro con betún, Melchor colocándose la peluca y la barba... Entre el alboroto de los retoques de última hora se colaba la música de un conjunto de gaitas, y algunos cantos del coro municipal, que por cierto también estrenaban nuevas túnicas.

Ya rozando el mediodía, Sus Majestades salieron a la calle para subir sobre sus monturas. Pastorcillos, centuriones romanos, esclavos y pajes formaban el amplio reparto de cerca de medio centenar de personas. Todos ellos guiados por una estrella (la joven María del Mar, en este caso, como viene haciendo desde que era una niña). Subidos a sus corceles, cada rey partió en una dirección diferente, perdiéndose por el entramado de calles gallarderas.

Poco a poco, guiados por la estrella, los tres reyes confluyeron en un punto en común, la esquina de la calle Molino con la calle La Palma. Más concretamente, frente al bar antes llamado de Baltasar (una pena que ya no se llame así, porque par ala ocasión era perfecto). Allí, la Banda Municipal de Los Gallardos y Bédar entonó un popurrí de villancicos para dar paso al primer diálogo de la recreación. “Vengo buscando un rey que en Judea ha nacido”, se decían entre ellos los reyes. Tras el intercambio de palabras y unidos por una búsqueda en común, Sus Majestades parten juntos siguiendo la estrella que les guía.

La posada, una novedad

En su caminar, los Reyes Magos se encontraron con una posada en la que hacer un pequeño descanso:otra de las novedades de este año. Situada frente a la pensión de toda la vida, el Ayuntamiento dispuso una mesa repleta de dulces tradicionales del Horno de Sebastián ‘El lanero’ y unas botellas de anís. Todos los presentes pudieron degustarlos y coger fuerzas para encaminarse hacia la Plaza de Andalucía.

El rey Herodes, como cada año brillantemente interpretado por Fran Sevilla. El rey Herodes, como cada año brillantemente interpretado por Fran Sevilla.

El rey Herodes, como cada año brillantemente interpretado por Fran Sevilla. / Javier Alonso

Allí, en el punto neurálgico del municipio, expectantes aguardan a que llegue la acción cientos de curiosos. Es el lugar central de la trama, donde se ubica el palacio de Herodes. El rey vasallo de Roma, fantásticamente interpretado un año más por Fran Sevilla, ignora la presencia en su reino de otros monarcas hasta que recibe una misiva de manos de sus centuriones en la que los tres Reyes Magos le avisan de sus intenciones de visitar al rey de los judíos, que ha nacido en las cercanías. Herodes, montando el cólera, avisa a sacerdotes y hechiceros para saber dónde sucederá. Así se entera de que este nuevo rey vendrá al mundo en Belén.

Los Reyes Magos son llevados a palacio por los centuriones. Herodes, ante el posible nacimiento del que llaman ‘rey de los judíos’ clama al cielo: “Beberé la sangre de ese rey de los judíos” y “nadie viviendo yo tendrá el cetro de Judea”. Más tarde, al oír que finalmente el Mesías había nacido en una cueva, de una mujer pobre y un carpintero y que había sido llevado al templo de Jerusalén, el llamado Herodes el Grande pronuncia la fatídica promesa de hacer matar a todos los infantes. Así, con tan cruel amenaza se da por finalizada la actuación, entre los aplausos de los cientos de espectadores que abarrotan la plaza.

Para finalizar, el párroco Miguel Esteban Jerez ofició una santa misa, allí mismo, desde el decorado del castillo. Presidiendo el altar, una figura de un niño Jesús. Alrededor, mientras los fieles escuchan las oraciones, los más pequeños del pueblo se divierten en un castillo hinchable o jugando a las damas o el ajedrez. En las calles que circundan la plaza, decenas de tenderetes conformaban el mercado medieval, que este año ha contado con más puesto y un día más de duración.

Todos los participantes en la representación. Todos los participantes en la representación.

Todos los participantes en la representación. / Javier Alonso

Cerca, a escasos metros, los cocineros meneaban una y otra vez las migas de una sartén gigante. Todos, vecinos y visitantes, estaban invitado a degustar este plato tradicional, aunque en el mercado medieval también podían encontrar carnes a la parrilla, crepes, cafés y todo tipo de productos.

Otro año más el día grande de la Navidad para todos los gallarderos ha sido todo un éxito, de organización, de asistencia y de disfrute. Ya se cuentan los días para que el año que viene, tras abrir los regalos bajo el árbol, los gallerderos vuelvan a salir a las calles para convertir su pueblo en una Judea de hace 2.000 años. Un viaje en el tiempo que les ha hecho ser conocidos fuera de sus fronteras.

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