Tahal

El drama de las raíces rurales

  • El cierre temporal del colegio ha provocado que varias familias hayan hecho las maletas

  • La regidora lamenta que “vivir en un pueblo no puede ser un castigo”

La alcaldesa, Trinidad Jiménez, con los tres niños que se graduaron este verano en el centro en el curso anterior.

La alcaldesa, Trinidad Jiménez, con los tres niños que se graduaron este verano en el centro en el curso anterior.

El drama que vive el municipio de Tahal con el cierre temporal de su colegio, el Otero Novas, para este curso escolar tiene consecuencias colaterales que van más allá de la clausura de una instalación fundamental para frenar la despoblación.

Pese a que la delegada de Educación, María Carmen Castillo, desvelase a este periódico que ya se ha tramitado la solicitud para que el CEIPOtero Novas se incorpore al Colegio Público Rural Filabres (ubicado en Albanchez) y que evitaría el desplazamiento de los niños tras el cierre temporal del centro educativo por la falta de niños, la medida no ha evitado que algunas familias hayan hecho las maletas en dirección a otras localidades en las que sus hijos no tienen estos problemas de escolarización.

Así lo ha relatado la regidora de Tahal, Trinidad Jiménez, que lamenta que “este tipo de decisiones de la Junta suponen un duro mazazo para los pueblos pequeños”. No en vano, en esta localidad que cuenta con algo más de 320 vecinos censados según el último dato facilitado por el Instituto Nacional de Estadística, que se marchen dos familias con niños supone un drama difícil de amortiguar por la trascendencia que supone para el futuro devenir vital de la localidad.

Trinidad Jiménez: "Si las competencias fuesen de mi consistorio habría contratado a un profesor”

Jiménez explica que tras la decisión de Educación de cerrar de forma temporal el colegio hasta que haya nuevas solicitudes, dos familias han decidido marcharse del municipio y escolarizar a sus hijos en otros centros ubicados en Roquetas de Mar y Gérgal, respectivamente. “Teníamos escolarizada una niña de seis años cuyos padres han decidido marcharse a Roquetas”, apunta. Misma situación con una familia magrebí “con problemas de arraigo que había decidido asentarse en Tahal y que viendo la situación han decidido irse a Gérgal con su hijo”.

Dos casos concretos para un pueblo azotado por la despoblación que lleva a sentir impotencia a la regidora que esgrime que “si las competencias fuesen de mi ayuntamiento, habría contratado a un profesor porque mis niños se merecen los mismos derechos. Vivir en un pueblo no puede ser un castigo”.

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