feria taurina de santa ana 2018 | segundo y último festejo de abono

Ambicionando honor y fortuna

  • A esta última de abono le caben dos faenas grandes por parte de Perera y Ponce

  • El Juli se aúpa a esa triple Puerta Grande que ayer cerro la feria con otra de mucho mérito al quinto

Los tres toreros a hombros es el resumen más fiel de una tarde en la que tres figuras tuvieron que disputarle las embestidas a una corrida de Alcurrucén venida a más en el último tercio.

Los tres toreros a hombros es el resumen más fiel de una tarde en la que tres figuras tuvieron que disputarle las embestidas a una corrida de Alcurrucén venida a más en el último tercio. / jreportaje gráfico: Javier alonso

El ohhh de desencanto que cundió por la plaza cuando Perera marró con un navajazo la segunda entrada de muerte fue la mejor expresión de cuanto de entregada había estado el público con el esfuerzo del torero extremeño. Capaz de todo desde la solvencia que lleva por bandera en toda la temporada, Perera fraguó faena a un alcurrucén al que sólo había que apostarle por buscar el fondo de raza que debía tener el burel, conocida ya que toda la lidia de la corrida iba decantándose precisamente en el último tercio con la casta Núñez saliendo a flote.

Nada había pasado en el ruedo hasta que tras ese puyazo tomado con cierta displicencia por el tercero de la tarde Perera le echó el capote en la cara por tafalleras y cordobinas para calentar motores y el toro se los bebió uno a uno. Buen tercio de Curro Javier y Barbero prestos en dejar los palos. Mas no estaba la cosa cocida aún. Cual vaca amoscada, el del Alcurrucen campeaba a su antojo mientras Perera brindaba al respetable. Después llegó la firmeza de un comienzo de faena muy serio de parte del extremeño que a base de distancia y quedarse quieto brindó lo más sincero de la tarde hasta ese momento.

Otra vez la apuesta brutal de este torero por obligar mandar y llevar. Así una, dos y tres series obligando y ligando las tandas.

Inspirado, valiente y creando a cada instante Perera se hizo con el mando hasta hacer parecer bravo a un alcurrucén a punto de agotar su reserva de todo.

Perera hizo del valor y el temple su bandera para cambiar el curso de una tarde apagada y tenue, casi cruel con el espectador, con dos previas demasiados suavonas en base a los pocos recursos que los dos primeros toros le había dejado tener a Ponce y Juli. Apoteosis marrada por una espadazo en feo sitio que dejó sin remedio un conjunto que tras oír sonar un aviso le deparó una oreja.

A Perera vino a responderle un Ponce en magisterio total frente a un manso que a oleadas había puesto en jaque el ruedo sobre todo en banderillas. El valenciano serenó todo aquello cogiendo casi en el platillo de la plaza esa avalancha del toro campeando por doquier. Serie de rodilla genuflexa que acopló todo en su sitio y enfocó todo sobre el albero. La plaza con Ponce y Ponce queriendo y aspirando a todo dejando aflorar en cada serie un magisterio suave, bonito, importante, imponente y torero. Muy torero en todos los conceptos porque entre poncinas y series por los dos pitones el de Chiva dictó toda una lección de pundonor y amor propio por no dejarse llevar en esa monotonía que su primera faena había tenido. Poderoso, fino y estilista la faena es todo un dictado de sapiencia torera y de valor. También de valor porque lo hubo y mucho en ese arrebato torero de Ponce. Dos orejas sin temor a nada. Dos orejas legítimas para una tarde que también terminó siendo de Ponce porque Ponce quiso y supo.

Tarde de mucho sabor torero la que echó Ponce ayer en Roquetas completada con esa faena dulce y de exquisita suavidad con la que hizo mejor a un toro en ese toreo de figura erguida, relajada y con el mando justo para ayudar y no agobiar. Sin pedanterías y siempre en esa elegancia innata que Ponce siempre saca a flote frente a casi todos los toros.

Con reservas, el quinto se tragó los capotazos de saludo capotero de Juli sin llegar a humillar. Fea pelea en varas saliendo huyendo del peto dejándose llegar después muy suelto y a oleadas ante los de a pie arreando lo suyo a favor de querencia. Torero Álvaro Montes en ese cierre de tercio. A la segunda serie Juli se había hecho ya con el mando del escenario llevando obligado en series cortas formándole un auténtico lío a un toro que en la muleta se acopló a esa faena de mando de el madrileño había forjado con paciencia en un palmo de terrero con redondos invertidos trayendo y embarcando la emoción de un toro que no tuvo clase pero sí transmisión. Oreja tras un pinchazo y descabello. Suficiente para irse a hombros.

Antes, casi al comienzo de la tarde, Juli le había cortado otra oreja a un toro de muy poca clase al que sobó poco a poco para ahormar una embestida que se frenaba después de un comienzo explosivo hasta que braceando cual alazán estiloso el bicho emprendió el camino de toriles.

Perera le buscó a la tarde esa oreja que le había hurtado la espada en su primero. Tuvo que hacerlo con el toro más desagradecido de la tarde. El más descastado de todo un encierro con el que Ambel Posada y Barbero estuvieron toreros con los palos.

Brusco, con la cara alta, distraído y sin clase la lucha de Perera tiene el mérito de querer pegarle muletazos a un toro a base de quedarse y tocar con fuerza a un toro que no quería embestir. Por ambos pitones la lucha no terminaba de arrancar con fuera porque no había enemigo que diera respuesta. Aún así la decisión de Perera tuvo fruto. El que propicia la honestidad y la ambición de alguien que nunca quiere quedarse atrás en una tarde y que la certera estocada aupó hasta su esportón.

Roquetas cierra con éxito su feria con tres toreros a hombros. Tres tauromaquias diferentes pero con un denominador común: la ambición de ganar.

Ambición y oficio que tapa a una discreta corrida de Alcurrucen más encastada que brava y deslucida en los dos primeros tercios donde manseó demasiado aunque sacado fondo frente a la decisión de los toreros.

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