Provincia

Cinco siglos de historia y de una pasión renovada

  • La llegada de pobladores de Murcia y Valencia en 1600, y su afición a la pólvora, sitúa los orígenes de estas fiestas

La fiestas de San Sebastián y San Ildefonso, según los escritos recogidos por Juan Egea, son para Olula del Río “la unión de lo pagano con lo religioso”, sin que hay una fecha exacta de los inicios de estos festejos.

Sólo, de hecho, hay un escrito de un cronista musulmán que data estas fiestas en los siglos XII o XII. El escrito decía: “ .. y en los lugares del Almanzora y sus sierras celebran por el solsticio de invierno una ancestral fiesta, es cuando se despoja de lo viejo y se purifican sus almas y sus casas, prenden hogueras, disparan arcabuces e iluminan las noche con estrellas luminosas y brillantes”, según refiere Juan Egea en los programas de mano de estos festejos de tanta antigüedad.

Egea recuerda otras versiones sobre el inicio de las fiestas de la carretillas. Una de estas historias habla que en el año 1600 “más o menos, los nuevos pobladores que procedían de las regiones de Murcia y Valencia para ocupar las zonas del Almanzora traían consigo el uso de la pólvora y sus costumbres”.

Esta versión, la que tiene que ver con el poblamiento de la zona por familias valencianas y murcianas, donde está muy extendida la afición por la pólvora, es la que cuenta con más seguidores y se ha consolidado con el paso como la oficial para situar los orígenes de estos festejos.

Según Juan Egea, la verdadera historia para los nacidos en Olula del Río no es esta historia. “Para nosotros es esa que vivimos desde niños cuando nuestros padres y abuelos nos fueron transmitiendo sus sentimientos cuando comenzamos a oler la pólvora y a pan recién horneado, a disfrutar y compartir días de felicidad y armonía con familiares y amigos”.

“Para saber de una tradición hay que sentirla, hay que formar parte de esta historia y eso es lo que pasa cuando nuestros patrones salen a hombros de un grupo de valientes y felices portadores que sienten sobre su cuerpo el peso del pueblo cuando se abalanzan sobre ellos para coger un rosco o cientos de ellos”.

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