A ciencia abierta

Estupidez y coordenadas cartesianas

Ya volvieron nuestros hijos al colegio. Volverán a enfrentarse a nuevos conocimientos y volverán las dudas sobre las ideas y conceptos que no entienden, la mayoría de ellos de las asignaturas de ciencias. Por lo tanto, hay que prepararse para lo mejor: que sus hijos aún confíen en usted y le asedien a preguntas. Así que supongamos que su hijo o hija le pregunta qué es eso de las coordenadas cartesianas. Si quiere explicárselo y hablarle de las relaciones sociales, de cómo moverse por la vida, le propongo una forma divertida de hacerlo. Como estoy seguro que la idea le va a gustar, me adelanto a aclarar que no es mía. Es de un historiador de la economía italiano llamado Carlo M. Cipolla (léase Chipola) quien la expuso en un librito titulado Allegro ma non troppo editado en España por Crítica, un divertimento con el que se propuso encontrar las reglas de la estupidez humana.   

Vamos allá. Cojamos un folio en blanco y dibujemos dos líneas rectas perpendiculares, es decir una cruz. La línea horizontal es el eje X y a la línea vertical el eje Y. A la parte derecha del eje X la llamamos parte positiva (+) y a la parte izquierda, negativa (-). De la misma forma, la parte superior del eje Y es la positiva (+) y la inferior, la negativa (-). Con ese sistema hemos dividido el folio en cuatro partes o cuadrantes, el de arriba a la derecha (+,+), el de arriba a la izquierda (-,+), el de abajo a la derecha (+,-) y el de abajo a la izquierda (-,-). Lo bueno de ese sistema de coordenadas, introducido por Descartes hace casi cuatrocientos años, es que nos permite representar gráficamente cualquier punto en el plano con dos valores o coordenadas (x,y). Podemos así estudiar las relaciones entre dos variables, por ejemplo, las relaciones humanas.

La vida nos enseña que cuando alguien toma una decisión, hace algo o deja de hacerlo adrede, se afecta a sí mismo pero también a las personas con las que se relaciona.

Vale. Usemos las coordenadas cartesianas. Representemos en el eje X lo que su amigo, compañero de trabajo o vecino de comunidad, Fulano, saca o pierde con su propia acción y en el eje Y lo que usted se beneficia o perjudica con ella. Si la acción de Fulano le beneficia a él, lo colocamos a la derecha, en la parte positiva del eje X,  y si le perjudica lo situamos en la parte negativa. Ahora, si la acción de Fulano le fastidia a usted lo colocamos abajo, en la parte negativa del eje Y, mientras que si sale favorecido, lo colocamos en la parte superior, la positiva del eje Y.

Ya tenemos a la humanidad clasificada en cuatro tipos distintos de personas. En el cuadrante de arriba a la derecha (el +,+) están los que cuando actúan, se hacen bien a sí mismo y bien a los demás; es el cuadrante de la gente inteligente. En el de arriba a la izquierda (-,+) se sitúan los que hacen el bien a los demás y se perjudican ellos, es el cuadrante de los ingenuos, de los inocentes. En el cuadrante inferior derecha (el +,-) se encuentran los malvados, la gente mala, los que se benefician ellos haciendo daño a los demás. Y finalmente, en el cuadrante de abajo a la izquierda (el -,-) se colocan unos sorprendentes personajes que perjudican a los demás sin sacar provecho ellos o incluso haciéndose daño a sí mismo; son los estúpidos. Con el sistema de coordenadas podemos precisar aún más. Por ejemplo, el punto ML en el gráfico es un malvado listo que gana mucho haciendo poco daño a otros, mientras que el punto MG representa el malvado gilipollas, el que te destroza medio coche para llevarse una radio que no venderá por más de cuatro euros y eso si la vende. Y en BT se colocaría al que se perjudica mucho a sí mismo haciendo poco bien a los demás, esos de los que se suele decir “de bueno que es, es tonto”. 

Según Cipolla, los individuos más peligrosos son los estúpidos, más incluso que los malvados. En el gráfico ocupan el cuadrante opuesto a los inteligentes, lo que indica que son todo lo contrario a ellos. Son los que te fastidian la vida, apareciendo de improviso en ella, ocasionándote perdidas económicas o sentimentales, haciéndote la puñeta sin obtener ningún beneficio. Son los que te arruinan tu ligue o tu pretendido ascenso en el trabajo sin que les interese ni tu amor ni tu puesto. O los que tienen jodida a toda la comunidad de vecinos ¡incluido a ellos! Hay que huir de los estúpidos como de la peste. Porque, a veces, un incauto, o un malvado, o incluso una persona inteligente puede actuar de forma estúpida: al fin y al cabo todos llevamos un idiota en el fondo. Pero los estúpidos no; ellos siempre son perseverantemente estúpidos. Y es que lo de la estupidez es algo casi genético, porque como afirma Cipolla “la probabilidad de que una persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona”. Así, el porcentaje de estúpidos es el mismo entre los hombres que entre las mujeres y también es independiente de la raza, de la clase social e incluso del nivel educativo. Puede estar seguro que el porcentaje de estúpidos entre los funcionarios de ayuntamiento, los peones agrícolas, los científicos de primera línea o los premios Nobel, ¡es el mismo!

Sugiera pues a sus hijos, si le parece bien, que trate de rodearse de gente inteligente. Le harán la vida más fácil, perderá menos tiempo tratando de comprenderlos, disfrutará más y en la mayoría de los casos saldrá ganando incluso cuando no haga nada. Pero, por favor, que trate de escapar de los estúpidos y desde luego que evite comportarse como tal. Y es que la estupidez es una invención evolutiva humana. En las interacciones biológicas entre especies se conoce el parasitismo (los malvados), el mutualismo o simbiosis (los inteligentes), el comensalismo (donde podríamos colocar a los incautos) pero está por ver en el mundo animal la interacción propia de los estúpidos. Y es que una especie que interaccionara así se extinguiría. ¡Por imbécil!

Ahí les dejo con ese gráfico. Diviértanse colocando en las coordenadas que les corresponden a quienes le parezca. Yo empecé por mí mismo: no les cuento el resultado.

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