OTRAS HISTORIAS

El 'difunto' que regresó del corazón de la tierra

  • El bombero de Marbella al que dieron por muerto tras permanecer seis horas desorientado en una cueva acuática relata su aventura. Hoy valora más la vida

Un silencio absoluto que dura más de dos horas pone en evidencia lo lejos que se está de la realidad cotidiana. Sin embargo, es la oscuridad inmensa la que no te permite olvidar que te encuentras perdido en el interior húmedo de una cueva subterránea. En este escenario que haría las delicias de los místicos y ascetas que buscaban las aristas más profundas del alma humana, no hay tiempo para reflexiones de este tipo porque lo único importante es encontrar la salida a la superficie. Esto es lo que pensó José Luis Rubio, un bombero de Marbella que permaneció desorientado en la cueva acuática donde nace el río Genal (Igualeja) durante más de seis horas. Su desaparición hizo sospechar a los compañeros de expedición que pudieron abandonaron la ruta, que dentro había sucedido una auténtica tragedia, ya que las botellas de aire comprimido que usaba este espeleólogo no tenían capacidad para que permaneciese tanto tiempo sumergido.

Pero las predicciones más terribles no se cumplieron y José Luis, cuando todos lo imaginaban cadáver por ahogamiento, fue capaz de regresar por sus propios medios del corazón de la tierra. No se trató de una tarea fácil aunque este bombero se niega a que lo tachen de “héroe”, porque considera que lo único que hizo el pasado 28 de agosto fue “hacérselo pasar muy mal a mucha gente que me quiere”.

Pero volvamos al comienzo de esta aventura. Rubio, que practica el espeleobuceo desde hace más de una década, se adentró aquel día junto a otros dos compañeros de afición en la cueva del río Genal que, a priori, no presentaba demasiadas dificultades para ser recorrida. Los problemas comenzaron cuando nuestro protagonista, que lideraba la expedición submarina, sobrepasó un complicado cabo de bloques de piedra y comprobó que sus acompañantes no lo seguían. En ese momento, cuando se aferró a la cuerda guía que lo mantenía conectado con el exterior para buscarlos se dio cuenta de que ésta se había roto. Sumergido a más de diez metros de profundidad e iluminado sólo con una linterna se deshizo de los cordeles que se le habían enredado en el cuerpo para buscar la salida. Pero no hubo forma sin la ayuda de la guía. Se encontraba totalmente perdido en un oscuro y sinuoso laberinto de rocas y el tiempo iba corriendo en su contra.

Ante esta situación, el cerebro de José Luis no se “detuvo” en pensar que fallecería en cuanto las botellas se vaciaran, por lo que su objetivo primordial era localizar una posible burbuja de aire que podría existir junto a un pozo vertical que habían visto antes de adentrarse en la cueva. Y tuvo la suerte de encontrarla tras bucear durante un buen rato. “Cuando subí a la roca que estaba sobre el agua tuve la certeza de que ahí podría sobrevivir hasta el día siguiente a la espera de que me viniesen a rescatar”, comenta este bombero marbellí. Pero su espíritu inquieto le hizo buscar hasta dos veces el camino que había hecho junto a sus amigos. No hubo suerte. Las aguas subterráneas se encontraban bastante turbias porque el caudal del nacimiento se reduce considerablemente en verano, y había que ser muy cauto a la hora de gastar el aire comprimido que quedaba. Lo único práctico que pudo hacer fue sumergir una linterna a un metro y medio para iluminar el camino a los otros buceadores que podrían estar abajo buscándolo con desesperación.

Nada más lejos de la realidad. Mientras Rubio decidió quedarse adormilado en este limbo cavernario a la espera de que lo encontrasen, en los exteriores cundía el pánico porque uno de los dos compañeros había fracasado dos veces al intentar encontrar a José Luis en la maraña de grutas. Por este motivo, no dudaron en dar aviso a los servicios de emergencia, por lo que en poco tiempo se concentraron en el lugar bomberos de Marbella, Estepona y Ronda, efectivos de la Guardia Civil y miembros del GREA (Grupo de Emergencias de Andalucía). Ante la complicada orografía de la cueva, se decidió romper un muro para extraer agua mediante la bomba de un camión con idea de crear corriente y así eliminar la turbiedad del interior.

Preocupadísimo porque sus compañeros de fatigas pudieran perderse en el intento desesperado de buscarlo, Rubio se dio cuenta de que había una pared de unos 15 metros de altura que decidió escalar porque podría ser el salvoconducto a la libertad. Su alegría fue mayúscula cuando descubrió que en el muro había una araña y crecía una raíz vegetal, pruebas inequívocas de que la superficie no quedaba lejos.

De esta manera, encontró una galería que había sido cerrada años atrás por los pastores del lugar para evitar que sus animales se arrojasen al vacío. Tras excavar y desprender las piedras que taponaban la salida durante algo más de una hora y media, el bombero logró reaparecer en la ladera. Totalmente manchado de barro y corriendo desbordado colina abajo, sus compañeros que esperaban angustiados no daban crédito a lo que estaban viendo y llegaron a confundirlo con “un loco” que se había puesto a hacer deporte en la calurosa tarde que hacía en la Serranía de Ronda.

El encuentro le continúa produciendo emoción a este superviviente porque, envuelto en abrazos de sus compañeros y familiares, “me demostraron todo lo que me quieren”. Vitalista a prueba de bomba y sin ningún trauma tras la experiencia, José Luis celebró aquella noche en el pueblo hasta las tantas su retorno a la vida.

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