OPINIÓN. LA CALLE

Nos ven graciosos

EL lunes por la mañana, en las televisiones nacionales pusieron reportajes con reacciones en la calle sobre los resultados electorales. Casi todos eran de las generales, pero hubo alguno de Andalucía, con frases ocurrentes. El comentario de los colegas en Madrid fue: “Qué graciosos sois los andaluces”. Nos ven graciosos, sin duda. También nos ven criadas o camareros en las comedias de situación, bandoleros o toreros en las series de aventura… No sé qué más. Me pregunto qué imagen ofrecemos, a nosotros mismos y a los demás.

En Canal Sur arrasan los programas de copla y de señoras gordas que presumen de comerse un mamut. No es que tengamos una larga tradición comercial los andaluces, ése es el estereotipo del catalán. Pero ¿nos vendemos bien? El eurodiputado convergente Ignasi Guardans me preguntó el mismo lunes quien era el crack que había presentado el partido de Rosa Díez por Sevilla, que había conseguido el mejor resultado de España después de Madrid. Le contesté que, sin menosprecio del abogado Armando Flores, la cuestión es que en Sevilla hay una pequeña burguesía ilustrada que está insatisfecha del duopolio PSOE-PP. Guardans no lo entendía: “¡Más votos para la UPyD que en Valencia..!”

Pero, ¿nosotros vendemos algo más? Porque haberlo, haylo. El genetista almeriense Ginés Morata, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias, tiene fama mundial. El empresario sevillano José Moya está por delante de las multinacionales en el mercado español del detergente, y ambiciona hacer de Persan el líder europeo. Desde Macael, Francisco Martínez-Cosentino es número uno en USA, en España y medio mundo, en encimeras de cocina; la generación de Jaime de Arteaga ha pasado de una larga tradición familiar de aristócratas terratenientes a la categoría de empresarios agrícolas que invierten, industrializan y exportan. Aquí hay pintores como el gaditano Pérez Villalta o los malagueños Enrique Brinkmann y Eugenio Chicano. El doctor José López Barneo, jiennense, es una figura de prestigio universal en investigación de métodos para el control de oxígeno y azúcar en sangre. Prestigio similar tiene el neurocirujano sevillano José María Delgado García.

Tenemos novelistas tan serios como el jiennense Antonio Muñoz Molina, el malagueño Antonio Soler o el granadino Justo Navarro. José Luis Sánchez Domínguez ha creado desde Málaga una empresa multinacional que factura más de mil millones de euros al año y construye ferrocarriles de alta velocidad, autopistas, túneles y viaductos en todo el país. Es el mismo caso, en el sector de la carpintería, de un alemán de Chiclana (Cádiz) llamado Juan Polanco. El presidente del Gobierno que más tiempo ha estado en el poder es el sevillano Felipe González. El ministro que diseñó el Estado de las autonomías es un andaluz, el profesor Manuel Clavero. Aquí imparten sabiduría catedráticos de Derecho Internacional de la categoría de Carrillo Salcedo o Rodríguez Carrión. Antonio Luque ha conseguido aglutinar a más de 25.000 olivareros, de Málaga, Córdoba y Sevilla, en esta Andalucía con demasiadas barreras locales y provinciales, para convertir a Hojiblanca en el primer productor mundial de aceite de oliva virgen extra. Y, sin embargo, sólo nos ven graciosos.

Mi amigo y colega Ramón Ramos, director de Granada Hoy, sostiene que no hay andaluces, sino sevillanos, malagueños, granaínos, gaditanos, onubenses, jiennenses, almerienses y cordobeses. Yo añadiría que rondeños, jerezanos, algecireños, marbelleros o ecijanos. El tribalismo local andaluz ha ido a peor en los 26 años de autonomía. Para ser algo más, para valer algo más de lo que valemos, para aparecer en España de otra manera, para pesar en las decisiones importantes de este país hace falta un nuevo liderazgo en Andalucía. Que aglutine, que multiplique. El actual presidente regional tiene que cambiar muchas cosas en su próximo Gobierno. Hacer política no es sólo asegurarse la reelección. De la misma manera que Andalucía es bastante más que las coplas, las gordas y los chistes de Canal Sur. No somos tan graciosos. Hay otra Andalucía que merece salir a la luz. Ése es uno de los desafíos de los próximos cuatro años.

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