Aristocracia

Las fiestas familiares: Las BBC que nos deja la nueva normalidad

  • Los Alba celebran en una semana una boda y un bautizo tras derogarse el estado de alarma y poder reunirse parientes y amigos

El conde de Osorno, con el uniforme de maestrante, con su madre y madrina, Matilde Solís.

El conde de Osorno, con el uniforme de maestrante, con su madre y madrina, Matilde Solís. / Efe

Termina mayo y a mi mente vienen aquellas primaveras de primeras comuniones, con niñas vestidas de princesa y niños con el típico traje marinero, que nunca comprendí el motivo de que un acontecimiento religioso de ese tipo estuviera relacionado con la Infantería. Sus razones habría. Los gustos han cambiado. Y no sólo en los trajes de los niños, que cada vez se asimilan más al de un alto ejecutivo. De aquellas celebraciones íntimas, de familiares cercanos y desayuno en casa, se ha pasado a convites que nada tienen que envidiar al de una boda: recepción, almuerzo a mesa y mantel y barra libre con karaoke para que los adultos pierdan cualquier ápice de ridículo.

Por no hablar de los regalos. Antes se trataba de un detalle: diarios, calculadoras, muñecos... Pero vaya usted con semejantes presentes a un crío del siglo XXI y puede provocarle un trauma infantil de complicada superación. El regalo de primera comunión de los millennials es montarlos en avión y llevárselos a Eurodisney, como muy cerca, porque también he visto a familias que los han obsequiado con cruzar el charco y descubrirles la ciudad de los rascacielos.

Todo esto me viene a la cabeza al leer la lista de regalos de boda que encargaron Carlos Fitz James-Stuart, el segundo hijo del duque de Alba, con su ya mujer, Belén Corsini. Todo un acontecimiento. No por el enlace matrimonial, que habían casi desaparecido durante los meses más duros de la pandemia, sino por el hecho de que una pareja mantenga la lista de regalos, que ha quedado sustituida en los usos sociales por el sobre con dinero.O mejor, por la tarjeta de invitación que incluye el número de cuenta donde usted debe enviar la cuantía económica que considere oportuna para agasajar a los contrayentes en función de la relación sanguínea o de amistad.

Pues resulta que en la susodicha lista de regalos, además de los enseres propios que suelen conformarla (elementos de decoración, menaje y muebles), también piden a familiares y amigos que los obsequien con “experiencias”. Sí, esa palabra que se ha puesto tan de moda a la hora de hablar de turismo o de ir a comer a uno de esos gastrobares con platos cuadrados, sin mantel y con menús de diseño de los que sale con más hambre que con la que entró. Pues eso, que el conde de Osorno y la ya aristócrata consorte habían solicitado caprichos exóticos, como un curso de pilotaje en circuito cerrado y hasta lecciones de vuelo de avioneta, regalos todos ellos que oscilan entre los 100 y 150 euros, un precio no muy desorbitado para saciar el deseo de la joven pareja que ha protagonizado una de las bodas del año.

El duque de Huéscar, Fernando Fitz-James Stuart, y su mujer, Sofía Palazuelo, a la llegada a la boda. El duque de Huéscar, Fernando Fitz-James Stuart, y su mujer, Sofía Palazuelo, a la llegada a la boda.

El duque de Huéscar, Fernando Fitz-James Stuart, y su mujer, Sofía Palazuelo, a la llegada a la boda. / Efe

Ya puestos a sacarle brillo a la lengua de vecindona que todos llevamos dentro, poco había que destacar de los modelos que lucieron las invitadas al enlace celebrado en el madrileño Palacio de Liria. Como diría mi maestra y compañera en el arte de la crónica social, Clara Guzmán, “escasa prestancia”. La única que me convenció fue la siempre elegante Matilde Solís, que ejerció de madrina con mantilla negra y vestido rojo largo de Lorenzo Caprile. Por cierto, la madre del novio lució una joya acorde con el momento:un collar formado por una tiara desmontable de brillantes, que perteneció a su madre, la marquesa de la Motilla. Una pieza que fue adquirida a principios de este siglo en el rastrillo de Nuevo Futuro.

También llamaron la atención, para bien y para mal, las grandes plataformas del calzado rojo sobre el que iba subida (literalmente) Eugenia Martínez de Irujo, quien acudió al enlace con un conjunto rosa. La combinación se me sigue atragantando.

Los duques de Huéscar con su hija Rosario, minutos antes de ser bautizada en Sevilla. Los duques de Huéscar con su hija Rosario, minutos antes de ser bautizada en Sevilla.

Los duques de Huéscar con su hija Rosario, minutos antes de ser bautizada en Sevilla. / EFE / Julio Muñoz

Y de una boda a un bautizo, porque los Alba han vuelto a estar este fin de semana de celebración. En esta ocasión, en Sevilla, donde ha tenido lugar el bautizo de Rosario, la que en un futuro será duquesa de Alba, nieta del actual duque e hija de los duques de Huéscar, que tomó las aguas a los nueve meses, debido a que los padres han esperado a que pasaran las restricciones del Covid para poder reunir a la familia.

Así que aquí les he dejado una de bodas, bautizo y comuniones (BBC) estupenda, ahora que hemos iniciado un lento regreso a la vieja normalidad. Aunque, abusando de su confianza, les diré que agradezco a estos tiempos pandémicos las comuniones íntimas y las bodas sin barra libre (que siempre acaban en conga). Sólo falta recuperar la lista de regalos. Con “experiencias”.

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