Dra. Eva Cuartero / Coordinadora del Plan de Alzheimer y otras demencias de Andalucía

“Aun no se ha normalizado la presencia de personas con deterioro cognitivo”

  • El contacto con pacientes y familiares la ha dotado de una mirada cualificada para entender la realidad del alzhéimer, los retos futuros y los prejuicios que quedan por barrer

La doctora Eva Cuartero es responsable de la Unidad de Deterioro Cognitivo y Trastornos de la Conducta del Hospital de Valme.

La doctora Eva Cuartero es responsable de la Unidad de Deterioro Cognitivo y Trastornos de la Conducta del Hospital de Valme.

La doctora Eva Cuartero es neuróloga vinculada desde hace más de 20 años al Hospital Universitario de Valme, en Sevilla. Es la responsable de la Unidad de Deterioro Cognitivo y Trastornos de la Conducta de este centro y, desde finales del año 2019, ejerce como coordinadora del Plan de Alzheimer y otras demencias de Andalucía. Su trayectoria como neuróloga y su vinculación con el entrono real del paciente le ha permitido “conocer desde cerca las necesidades que plantean los pacientes y sobre todo sus familias”. “He tenido mucho contacto con agentes sociales y contacto muy directo con Atención Primaria”, explica. Esta perspectiva sobre el día a día del alzhéimer ha llevado a Cuartero a portar una mirada cualificada para analizar el incipiente problema de ésta y otras demencias a nivel global.

Las estimaciones indican que para el 2050 en España uno de cada tres personas tendrá más de 65 años y habrá unas 1.151.679 mujeres afectadas de demencia y unos 589.000 hombres. Actualmente 160.000 andaluces están afectados por algún tipo de demencias y de ellos, el 75%, sobre 120.000, sufren alzhéimer. Además, hace hincapié en que cada año de 150 a 200 andaluces menores de 65 años son diagnosticados de enfermedad de Alzheimer. “Teniendo en cuenta el envejecimiento progresivo de la población , sin un tratamiento que cambie el curso de la enfermedad, las previsiones indican que tendremos un crecimiento importante de la prevalencia de esta enfermedad”, aclara.

Como coordinadora del Plan, su filosofía pasa por “optimizar los recursos que tenemos, hacer balance desde el punto de vista socio sanitario, y ponerlos a disposición de las necesidades de los pacientes y cuidadores” y aclara que “algunas veces disponemos de recursos, pero, al no estar bien conectados y coordinados con los agentes sociales, no se utilizan o se duplica la actuación”.

Las previsiones demográficas movieron a la Organización Mundial de la Salud a definir una estrategia global e instar a los Gobiernos a tener un plan nacional y así lo han hecho casi todos los países europeos. “En octubre de 2019 se aprueba el Plan Nacional de Alzheimer y otras demencias. El problema es que el Plan está definido, pero no dotado específicamente”, matiza Cuartero. En su opinión, “los planes y estrategias necesitan un soporte institucional y un soporte económico. Muchas de ellas son de coordinación para poder organizar y optimizar lo mejor posible los recursos que tenemos”, De este modo, “hay ocasiones en que tenemos recursos que se pueden reorientar, pero hay necesidades especiales que necesitan una dotación. Por ejemplo, el diagnóstico precoz”.

Una de las apuestas de la doctora Cuartero es empezar a trabajar cuanto antes en la detección de los pacientes a través de biomarcadores. Además, aboga por “formar a la población y prevenir especialmente los factores de riesgo cardiovascular, muy relacionados con la enfermedad de alzhéimer. Lo ideal es mejorar el control de los factores de riesgo cardiovascular en etapas previas de la vida, desde los 40 o 50”, afirma. En su opinión, “diagnosticamos la última fase de una enfermedad que se manifiesta como demencia; pero desde muchos años antes de manera silente, sin que nos demos cuenta, está afectando a nuestro sistema nerviosos central”.

El control de esos factores permite retrasar el inicio de la enfermedad, aminorar su progresión o aligerar sus síntomas. Curiosamente, aumenta el número de casos de alzhéimer y otras demencias porque hay más personas mayores pero la incidencia de la enfermedad está disminuyendo gracias a las mejoras en el control del riesgo vascular. En términos generales se trata de vigilar la diabetes, la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión, el tabaquismo y la depresión, ya que el control de los cuadros depresivos y el abordaje temprano también ha demostrado reducir la posibilidad de desarrollar alzhéimer”.

Asimismo, Cuartero es firme defensora de la lucha contra los estigmas que los pacientes padecen y transformar la visión que tiene la sociedad. “La enfermedad se vive desde dentro. Hemos conocido el confinamiento, pero los confinamientos los conocen bien las familias cuando diagnostican un alzhéimer. Un confinamiento obligado. Los paseos o el ocio en la calle son en ocasiones muy difíciles. La sociedad no ha normalizado la presencia de personas con deterioro cognitivo o demencia en nuestro día a día”. Los familiares evitan situaciones normales para evitar dar explicaciones sobre el comportamiento de sus familiares, especialmente cuando aparecen los trastornos de conducta, “un punto de inflexión en la sobrecarga de los cuidadores”, matiza la experta.

Por último, la experta valora la apuesta andaluza por el desarrollo de asociaciones de pacientes y familiares en las últimas dos décadas y que hoy superan las 120 en nuestra Comunidad.

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