investigación

350 años pensando y creando futuro

  • La celebración de tres siglos y medio de vida de la compañía Merck propicia una reflexión sobre los nuevos horizontes de la investigación biomédica

Muchas cosas han pasado desde que en 1668, en un pueblecito de Alemania, surgieran los inicios de los laboratorios Merck, una empresa no solo centrada en el entorno de la salud, sino también en la ciencia y en la tecnología. Quizás por ello, en este aniversario, han decidido seguir mirando hacia el futuro, organizando un evento en el que diferentes expertos han aportado su visión respecto a cómo imaginan que será la ciencia y la salud en los próximos 350 años.

Parte de ese futuro pasa por conseguir no solo curar la enfermedad, sino evitarla. En este sentido, Juan Carlos Izpisúa Belmonte, profesor del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk y director de la Cátedra de Biología del Desarrollo de la UCAM, realizaba una ponencia en torno a cómo las investigaciones y estudios en el laboratorio ya han demostrado que "reescribir el genoma es capaz de prevenir la aparición de enfermedades, incluso en la edad adulta", siendo el método más efectivo "enlentecer la enfermedad que todos padecemos, que es el envejecimiento" y que es "el mayor factor de riesgo de cualquier enfermedad".

Así, el experto explicaba que hay que distinguir entre los genes que heredamos, y que podrían modificarse en el embrión o incluso en cierta medida en el feto, para prevenir enfermedades como el Síndrome de Down, y nuestra epigenética "que es el conjunto de alteraciones que se producen derivadas del impacto del medio ambiente".

De esta forma, el futuro pasa no por modificar toda la epigenética del individuo, puesto que esto también tendría efectos no deseados, sino por conseguir "cambiar determinadas marcas a voluntad". El problema es que actualmente "faltan recursos" para llevar todo este conocimiento a la práctica clínica.

La otra posibilidad es modificar nuestro cuerpo, para mejorarlo, a través de nueva tecnología, como es la robótica. Muestra de ello es la experiencia de Neil Harbisson, que se considera el primer ciborg de la historia, tras implantar en su cráneo una antena que le ha permitido percibir la vibración de los colores, debido a su defecto congénito que le obligaba a ver la vida en blanco y negro. Como explicaba Harbisson, "es ético diseñarnos a nosotros mismos" y es que durante años hemos intentado "adaptar el planeta a nosotros", cuando quizás sea más lógico "adaptarnos nosotros al planeta". Así, explicaba que actualmente no siente diferencia entre la antena y cualquier otra parte de su cuerpo, por lo que "no hay diferencia entre la tecnología y yo mismo".

Más allá de estas reflexiones, Marieta Jiménez, directora general de Merck en España, sí que dedicaba unas palabras a lo que ha sido el trabajo del laboratorio en estos últimos tres siglos, destacando su trabajo en la mejora de la fertilidad, y recordando que gracias a las hormonas que se producen en España, ya han tenido lugar un millón de nacimientos, lo que es una verdadera apuesta por el futuro. Pese a ello, no solo basta con crear nuevas generaciones, sino que es necesario ofrecerles oportunidades, así Jiménez destacaba su colaboración con la Cátedra San Francisco de Vitoria en Inmunología y la Cátedra San Pablo CEU en Biotecnología así como otras becas de investigación, que permiten a los jóvenes seguir investigando en España.

Por último, Marieta Jiménez también hacía hincapié en la idea de que el futuro más cercano también pasa por la igualdad entre hombres y mujeres, algo que se ve reflejado en esta empresa, en la que el 52% de las empleadas son mujeres, y las mismas ocupan el 40% de puestos de gerencia y el 30% en el comité ejecutivo, como era el caso de la propia Jiménez, o de la también asistente Belén Garijo, CEO de Merck Healthcare.

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