Si mezclamos drogas, adolescentes y prácticas virales, el cóctel que resulta es potencialmente peligroso. El ámbito de las redes sociales y la nueva subcultura virtual es trepidante e irreflexiva, lo que convierte cualquier practica de riesgo en una tentación para cerebros en evolución que tienden de por sí a entregarse a comportamientos impulsivos. Las conductas de riesgo son comportamientos que implican un efecto placentero inmediato pero carecen de una valoración de las consecuencias posteriores. El principal problema llega cuando las practicas que se convierten en modas afectan a la salud y ponen en riesgo la vida. Natalia, una adolescente de 16 años, murió el pasado viernes en la localidad toledana de Corral de Almaguer, tras inhalar el gas del cargador de un mechero. Una tendencia que está cada vez más extendida entre los jóvenes que lo respiran intencionadamente para 'colocarse'.
Los inhalantes son vapores químicos que se respiran y provocan un efecto instantáneo y muy potente. El uso de inhalantes se popularizó en la década de los sesenta con adolescentes que olfateaban pegamento (cola). Desde entonces, se han popularizado otros tipos de inhalantes. Tendencias que encuentran en los jóvenes un nicho vulnerable que están cobrándose vidas en todo el mundo. Por tanto, el enemigo a batir no es sólo la cultura del alcohol que se hace fuerte entre los más jóvenes, sino poner coto al 'tonteo' con las primeras drogas.
Al parecer, este grupo de adolescentes se había iniciado en la práctica de inhalar isobutano con el fin de experimentar alucinaciones rápidas y pasajeras, una peligrosa búsqueda muy extendida jóvenes y adolescentes de Europa y Estados Unidos.
¿Cuál es su efecto?
Otros casos
Este año, un ciudadano sueco de 26 años murió en Marbella de un edema pulmonar tras ingerirlo; y otros dos, sufrieron daños graves tras mezclarlo con grandes cantidades de alcohol. Otro popular es el 'cloretillo'", un spray de uso deportivo que pulverizan en una prenda de ropa antes de inhalarlo. Los efectos ocurren en cuestión de segundos y es habitual que produzca alteraciones y cambios en el comportamiento, como estados de euforia.
En este sentido, hace tan solo unos meses, Nueva York lanzó una nueva normativa que resultó polémica a la mayoría del resto del mundo: prohibir la venta de nata montada. Esto se debe a que se convirtió en una herramienta para inhalar óxido de nitrógeno. Tiene un efecto narcótico aunque también genera cierta euforia: entumecimiento del cuerpo, sensación de sedación, mareos, risa incontrolada, descoordinación motora, visión borrosa, confusión y cansancio. Los síntomas desaparecen de manera inmediata a los tres o cinco minutos.
Los consumidores recreativos de óxido nitroso suelen descargar el gas en globos. De esta manera, se atempera y permite administrarlo en cantidades más pequeñas que las que podrían entrar al organismo directamente desde el recipiente a presión.
En España está prohibido su empleo con fines lúdicos pero no su comercialización ya que se trata de productos legales. Algunas comunidades autónomas han puesto algunas restricciones para la venta.
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