¿Cuántas veces se ha cuestionado una mujer que por padecer una enfermedad autoinmune no va a poder tener hijos? Es una de las preguntas más repetidas porque hace años se desaconsejaba el embarazo, pero hoy día se ha avanzado mucho y es posible tener una gestación de éxito.

La doctora María José Cuadrado, directora de Reumatología de la Clínica Universidad de Navarra (CUN) me comenta que es importante que las pacientes estén tranquilas porque “la mayoría de las mujeres tienen un embarazo sin incidencias, si recurren a reumatólogos que tengan experiencia en enfermedades autoinmunes y en gestación”. La clave es la planificación y el control del embarazo, resalta Cuadrado, quien divide las enfermedades reumáticas en dos: las artritis inflamatorias y las enfermedades autoinmunes sistémicas, sobre todo el lupus eritematoso y el síndrome antifosfolípido.

“Cuando yo empecé en Londres hace 20 años, la tasa de embarazos con éxito en pacientes con lupus eritematoso sistémico y/o síndrome antifosfolipido era de alrededor del 25 por ciento. Ahora esa tasa alcanza el 91 por ciento, fundamentalmente por la multidisciplinariedad con que se aborda esta situación”, señala. Las enfermedades autoinmunes se caracterizan por la producción anormal de autoanticuerpos por parte del sistema inmune, que pueden producir daños en múltiples órganos y sistemas o articulaciones, también llamadas artritis inflamatorias.

“Actualmente el lupus se ha vuelto una enfermedad muy conocida porque la padecen algunos famosos, pero que, al igual que ocurre con otras patologías autoinmunes, están rodeadas de mitos e informaciones incorrectas”, me explica la doctora. Las artritis inflamatorias no van mal en el embarazo y tampoco tienen efectos sobre el niño; en estos casos, hay que ver bien la medicación que se está tomando porque algunas pueden provocar malformaciones. Si una mujer con artritis inflamatoria quiere quedarse embarazada tiene que informar de ello a su reumatólogo, revisar la medicación, cambiarla si es preciso para evitar malformaciones y, cuando el control de la enfermedad esté garantizado, quedarse embarazada.

Sin embargo, una vez superado este primer obstáculo sobre si pueden o no quedarse embarazadas, las mujeres se enfrentan a otro mito, el de no poder apostar por la lactancia materna debido a la enfermedad. “Según manifiesta la Organización Mundial de la Salud, la lactancia materna es la forma ideal de aportar a los niños pequeños los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables.

Además, protege de enfermedades tanto al niño como a la madre”, explica la Dra. Laura Muñoz, obstetra de la CUN. Al igual que el embarazo, la enfermedad no es incompatible con la lactancia, pero pueden estar contraindicados algunos fármacos para controlarla. Sin embargo, advierte que es un gran error eliminar la medicación para dar de mamar ya que la madre se expone a nuevos brotes de la enfermedad. Por eso, lo importante es modificar previamente la medicación para que sea compatible con la lactancia.

Gracias a la investigación “actualmente se puede vivir con calidad de vida si se sigue correctamente el tratamiento, se realiza ejercicio físico y se cuidan los factores de riesgo cardiovascular”, concluye la doctora Cuadrado. Seguro.

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