salud pública

Es la precariedad laboral, estúpidos

  • Un nuevo estudio analiza el impacto del desempleo y la inseguridad laboral en la salud de la población   

Participantes en una manifestación contra la reforma laboral realizada en el año 2012.

Participantes en una manifestación contra la reforma laboral realizada en el año 2012. / Pepe Torres (Granada)

En la carrera electoral por la presidencia estadounidense, el equipo de asesores de Bill Clinton utilizó una frase que trataba de restar peso al juego de las poses políticas y significarse por los valores de la gestión económica. “Es la economía, estúpido”. No era un vacile presidencial. Era uno de los mensajes que resumían el programa de Clinton y se plegaba a la lectura de factores como crecimiento, inflación o empleo a la hora de votar. Las otras dos era ‘Cambio versus más de lo mismo’ y ‘No olvidar el sistema de salud’. Es el sistema de salud quien más ha visto modificar su metodología y perspectiva para crear conceptos como los determinantes de la salud o los factores de impacto en salud, que demuestran otro viejo axioma, esta vez de la Salud Pública: tu código postal es más determinante para la salud que tu código genético.

La semana pasada un nuevo estudio andaluz ha recordado de nuevo que el desempleo, la precariedad y las rentas bajas tienen impacto negativo en la salud de la población. Esta es una de las conclusiones del trabajo desarrollado desde la la Universidad de Granada realizado por Beatriz Fornell, doctoranda del Programa de Doctorado en Ciencias Económicas y Empresariales, y por María del Puerto López del Amo, Manuel Correa y José Jesús Martín, profesores del departamento de Economía Aplicada.

Aunque parezca una teoría más, sus afirmaciones son importantes, o deberían serlo, en los espacio de la toma de decisiones. El desempleo, la inseguridad laboral y ser parte de un hogar con pocos recursos aumentan el riesgo de empeorar la salud percibida. “Las políticas de gasto público tienen poco impacto en la salud percibida. Las reformas del mercado laboral que reducen el grado de inseguridad laboral y desempleo, junto con las rentas a personas con mayor riesgo de exclusión social, pueden ser más efectivas para mejorar la salud de la población que el aumento del gasto social o sanitario agregado”, explican las autoras en las conclusiones de su estudio.

El trabajo, que ha analizado la influencia en la salud percibida de los cambios en el mercado laboral español durante la crisis económica (2007–2011), aborda los cambios en el mercado laboral durante los años más pronunciados de la crisis económica, y por lo tanto, su impacto en los trabajadores.

El artículo, que publica la revista Quality of Life Research, manifiesta que el desempleo y, sobre todo, la precariedad laboral están vinculados con un incremento de la probabilidad de sufrir una peor salud percibida, una variable “que está estrechamente relacionada con un mayor riesgo de enfermedad”, según explican los investigadores.

La salud percibida suele emplearse en estudios que abordan la salud en relación con desigualdades sociales. Este dato indicaría, por lo tanto, que las condiciones en que las personas trabajan y obtienen rentas son aspectos relevantes para explicar problemas de salud.

Los investigadores señalan, además, que el gasto en Servicios Públicos Fundamentales resultaría insuficiente para corregir este deterioro en la salud percibida. Este gasto público se corresponde con la sanidad, la educación y la protección social, competencias que están transferidas a las Comunidades Autónomas.

El artículo advierte de que, aunque el gasto público tuvo un resultado positivo, este no fue suficiente para solventar el impacto previo y tuvo un efecto muy limitado en la salud percibida. Así, el investigador José Jesús Martín explica que “los Servicios Públicos Fundamentales influyen en la protección de la salud percibida, pero muy poco, dado que llega un momento en que un mayor gasto sanitario no equivale a una mejor salud”.

Asimismo, Jesús Martín sostiene que la reducción de la precariedad laboral sí ocasionaría un efecto positivo más pronunciado. Sin embargo, para ello sería necesario un cambio en la legislación.

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