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emilio salas. Especialista en medicina subacuática e hiperbárica

"Junta y Armada deben entenderse en el uso de la cámara hiperbárica"

  • El que fuera responsable de medicina subacuática de San Carlos repasa los elementos claves de la especialidad

Treinta años de carrera avalan el conocimiento que Emilio Salas, conferenciante el próximo martes de la Academia de San Romualdo, tiene sobre la medicina subacuática. No en vano hasta hace unos meses, cuando se retiró, este teniente coronel médico dirigió el servicio de la cámara hiperbárica de San Carlos.

-¿Cómo es el funcionamiento de una cámara hiperbárica?

-Es un recinto que se presuriza, se aumenta la presión como si estuviéramos buceando a 14 metros de profundidad. Entonces los pacientes empiezan a respirar oxígeno al 100%. Esa saturación de oxígeno (el aire tiene sólo un 21%) se hace para intentar curar, mejorar o aliviar aquellas patologías en las que la presencia de un oxígeno a presión baja enlentece, dificulta o impide la recuperación del paciente.

-¿Y cuáles son sus usos en la medicina actual?

-En estos momentos estamos haciendo uso de la oxigenoterapia hiperbárica fundamentalmente en lesiones radio inducidas, porque la radioterapia está siendo cada vez más agresiva contra el tumor y el tejido que lo rodea también queda dañado. Hoy en día son el 80% de los pacientes de un servicio de medicina hiperbárica. Si lo dejáramos evolucionar sin terapia hiberbárica sería un proceso muy lento, con los perjuicios que supondría para el paciente. Por ejemplo, en cáncer de próstata afecta a la vejiga y el varón tiene mucho sangrado por la orina. O en cáncer ginecológico, que afecta al área instestinal y provoca a la mujer trastornos gastrointestinales.

Después tenemos el trastorno de cicatrización, la úlcera varicosa, la intoxicaciones de monóxido de carbono o las urgencias por accidentes de buceo. Ahora en el ámbito neurológico estamos con las secuelas de los ictus.

-También está el tratamiento de la fibromialgia.

-En el caso de la fibromialgia no curamos la enfermedad, pero la experiencia propia me lleva a pensar que los resultados son lo suficientemente óptimos en el alivio de los síntomas y al retrasar las crisis. Al hospital me llegaban muchas mujeres que me decían que no podían usar las manos para cortar el pan con el cuchillo. En un porcentaje muy elevado de casos, aliviábamos los síntomas de inflamación, dolor, rigidez, de malestar general. Una vez controlado el cuadro agudo nos dimos cuenta de que la reaparición de la crisis se retrasaba. Llegamos a establecer un protocolo que nos permitía adelantarnos a esas crisis.

-Pero hay mucha polémica...

-Es un tema incómodo, porque es una patología en la que la medicina hiperbárica está en fase de estudio, frente a la intoxicación de monoxido, la gangrena... en las que ya está todo bastante bien establecido científicamente. Pero tenía un porcentaje de pacientes importante que hacía que mi casuística fuera elevada. De hecho ya empezábamos a tener información para sacar conclusiones, y la fundamental era que merecía la pena seguir haciendo las terapias. Teníamos en torno a 50 pacientes y sabíamos incluso, con el protocolo de estudio previo, el caso en el que no iba a ir bien.

En cuanto a la polémica, las enfermedades no tienen ideología. Hay votantes del PSOE con fibromialgia y hay votantes del PP con fibromialgia y cuando entran en la cámara son iguales. Cuando empecé a ver que se discutía sobre esto desde el punto de vista político no me gustó porque nadie gana.

-¿El paso del hospital a manos del SAS tuvo consecuencias en ese trabajo que hacían?

-Cuando San Carlos pasa al SAS tenemos un servicio militar, de medicina subacuática e hiperbárica, en un hospital civil, pero a mí eso no me afectaba. El problema vino porque la sanidad militar toma la decisión de que el colectivo proveniente del Isfas (Instituto Social de las Fuerzas Armadas) no se trate en la cámara. También el SAS, por su parte, emite una normativa de régimen interno en la que la fibromialgia no es considerada patología a ser tratada en cámara hiperbárica. Así, me restringen las dos posibles fuentes de pacientes. Lo cierto es que mi capacidad de tratar la fibromialgia disminuyó al 5%. El último año fue conflictivo porque teníamos un protocolo y un diseño de estudio muy bien elaborado y nos encontramos sin pacientes.

-¿Sabe las razones que esgrime la Junta de Andalucía para no aceptar este tratamiento?

-Exáctamente no sé por qué. El SAS no ha pedido un informe de valoración científica, de por qué se utiliza, los resultados, las conclusiones, el pronóstico, el futuro... Lo que no quisiera es que fuera por una discordancia con un partido de la oposición.

-Emilio, ¿por qué se decantó usted por esta especialidad?

-En 1984 se convoca la especialidad. C omo yo era médico de la Armada me llamó la atención el tema subacuático y me fui a Cartagena a hacer una especialidad tremendamente desconocida en el ámbito civil. Eso sí, poco a poco se va conociendo gracias a difusión y congresos; y a la burbuja hiperbárica. Me refiero a las cámaras hiperbáricas monoplazas, que están proliferando, y que me dan miedo desde el punto de vista médico, por qué no sé cómo de serios van a ser los protocolos de tratamiento. Porque se puede dar una utilización de la cámara hiperbárica errónea. Por ejemplo se usa como antiaging, cuando los signos de la edad no mejoran con el oxígeno hiperbárico; o para curar la impotencia sexual y eso es un engaño. Tampoco hay evidencia científica para el tratamiento del autismo. Los padres en situaciones muy determinadas van donde haga falta, y me sabe mal que haya quien se pueda enriquecer tratando fuera del circuito científico de patologías.

-¿En qué punto está el trabajo con la cámara hiperbárica de San Carlos, que es de Defensa?

-No quisiera que entráramos en una dinámica de mala utilización ahora que va a tener un caminar autónomo porque la sanidad militar esté en proceso de reconversión: con cosas que desaparecen y otras que pasarán a la Armada. La cámara es una de ellas, a final de año no será de la estructura de la sanidad de la Defensa. Por eso quisiera que no ocurriera igual que en el traspaso del hospital, que el servicio de medicina hiperbárica salió perjudicado por la falta de convenio. Me gustaría que la Armada y el SAS tuvieran capacidad de entendimiento, porque favorece a todas las partes. Al equipo de la Armada tratar a los pacientes del SAS le sirve para seguir formado, así cuando tenga una emergencia por un accidente de buceo estará preparado, estará al día.

El hospital de San Carlos es el único de la red pública de Andalucía con servicio de medicina hiperbárica, de guardia 24 horas, 365 días al año. El miércoles de la semana pasada, por ejemplo, de urgencias de madrugada trataron una aeroembolia de un paciente de Córdoba. San Fernando puede tener la capacidad de Santander, Barcelona o el antiguo hospital naval de Ferrol para confirmarse como centro de referencia. Ya lo es para la Armada, la OTAN y otros organismos.

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