Cuando el reloj catedralicio había marcado las cinco en punto de la madrugada, comenzó desde la Plaza de la Catedral a visualizarse, que desde el interior del templo del Sol de Villalán o Portocarrero, al devocional Santísimo Cristo de la Escucha portado por hombres y mujeres de trono, que implicaba el comienzo con la fervorosa efigie sagrada, salida de la gubia del fundador del Movimiento Indaliano Jesús de Perceval, en su peregrinación en silencio y oración en el Vía Crucis penitencial por el casco histórico de la ciudad, arropado de miles de personas, venidas de todas las latitudes, que quisieron compartir este momento tan íntimo, piadoso y singular de nuestra Semana Santa. Este año se han incorporado un grupo de acólitos, el Cruciferario que llevó la Cruz Parroquial, dos acólitos ceroferarios, que portaban dos y otros dos que eran acólitos turiferarios.

El paso fue portado por hermanos de la capitular hermandad, vestidos de estricto luto y ostentando la medalla corporativa, siendo dirigido por Adolfo Pageo Benete, así como, la dirección espiritual estuvo a cargo de canónigo prefecto de pastoral Juan José Martín Campos, quien junto con los también canónigos Francisco Escámez Mañas y Ramón Navarro Domene, y el Secretario episcopal Rvdo. Vasyl Diakiv, acompañaron en la presidencia al Obispo, Monseñor Antonio Gómez Cantero. Asimismo, en un gesto loable y plausible, a nivel personal e institucional, estuvo presente durante todo el Vía Crucis nuestro querido alcalde Ramón Fernández Pacheco Monterreal, acompañado del edil Juan José Segura Román. Asimismo, entre los presentes destacar al Presidente de la Agrupación de Cofradías Isaac Vilches Marín, quien estuvo pendiente del acontecer de esta Hermandad, aunque no esté agrupada por su estatus canónico particular.

Desde la primera de las Estaciones del Vía Crucis, “Jesús es condenado a muerte”, leídas para la reflexión y la meditación, fueron pronunciadas por los presbíteros asistentes, religiosas, pregoneros y hermanos mayores de las cofradías penitenciales y de gloria, destacándose por la belleza plástica espiritual alcanzada a la llegada del Cristo de la Escucha a la iglesia parroquial de Santiago, en cuya puerta esperaba con prestancia cofrade el paso de la Virgen de los Dolores, La Soledad. Más adelante, tras saludar al Santo Cristo las Madres de la Orden de Santa Clara, continuó el cortejo hacía la plaza de la Administración Vieja en donde, al estar enfilando el Monasterio Concepcionista de las Puras, sonó con redoble en la caja del tambor, el toque de corneta interpretando con exquisitez musical, el toque de oración y silencio, con la intención de invitar a la plegaria por los fieles difuntos. Otro momento, de suma relevancia mística fue el momento del encuentro del Santo Cristo con la Virgen del Mar en su Santuario.

Llegó el cortejo pasionista a la plaza de la Catedral, testimoniándose con la última levantá, un rezo con unción por la paz en el país de Ucrania, para que este conflicto deje de causar más daños a las personas. Amanecido el día, siendo las 07,20 horas, se leyó la última Estación del Vía Crucis, dándose lugar, posteriormente, que todos los asistentes pudiesen venerar la Cruz del Cristo de la Escucha colocado en las escaleras de subida al presbiterio.

Destacar la bella peana en alpaca plateada realizada en Paula Orfebres, Lucena, Córdoba, que lleva adornada una serie de medallones sobre una grandes volutas que sujetas la cruz coronadas por cuatro ánforas con azucenas, símbolo de la Iglesia y Apostólica Catedral de la Encarnación, así como lleva impreso la peana el escudo de la ciudad, y las imágenes de la Virgen de la Piedad tan ligada al Santo Cristo y la Virgen del Mar Coronada, así como, el beato Diego Ventaja Milán y en la parte inferior los escudos de los dos obispos que han marcado la devoción al Cristo, Villalán y Alfonso Ródenas, que bajo su episcopado se fundó la Hermandad, siendo dirigida por el canónigo arcediano Lucas Ramos Estrada.