Los Ángeles

Sublime paseo con Los Ángeles

  • El barrio acompañó multitudinariamente a su Virgen hasta el centro de la ciudad

El barrio de Los Ángeles se transformó el Domingo de Ramos con el riguroso y serio cortejo procesional de la cofradía penitencial que lleva ese mismo nombre, en un domingo deseado por todos los almerienses, al congregarse miles de fieles y cofrades para ver de cerca la estación de penitencia de una hermandad joven pero con gran experiencia. Como colofón a la labor constante que realiza en el transcurso del año, salió a la calle, con espíritu de penitencia, pero también, para buscar la expansión necesaria a su espíritu, que al desbordarse en deseos de glorificar a su amada imagen, convirtió el Barrio de Los Ángeles en un inmenso templo.

Antes de comenzar el cortejo procesional desde la iglesia de Nuestra Señora de Los Ángeles se llevó a cabo las preces de ritual dirigidas por el Director Espiritual Manuel Pozo Oller, quien recordó antes de la salida a todos los penitentes, que la Estación de penitencia que se iba a iniciar era un acto de penitencia, y se trata de ofrecer nuestro sacrificio a Dios, y ver en la Pasión, quién sufre, por qué sufre y para qué sufre, ya que no podemos limitarnos a evocar la Pasión del Señor, solamente con la vista, con los sentidos, ni siquiera con la imaginación sino fundamentalmente debemos realizar un esfuerzo de fe, fe en Dios, fe en Cristo y fe también en Pedro.

Se formó el cortejo procesional en el interior del templo, dirigiéndose hacia la Casa de Hermandad para ser recibidos por la imagen de María Santísima de Los Ángeles, tras tocar protocolariamente, por el Hermano Mayor Francisco Salas Frías, tres veces la puerta por donde se accede a la Casa de Hermandad, e invocar oraciones, incorporándose la Virgen al cortejo. Destacar que mientras se encontraba la Virgen en la Casa de Hermandad el Cristo de la Misericordia en su Crucifixión estaba expuesto al culto en la Iglesia en el lugar que ocupa diariamente la Virgen.

Con el cielo entorchadoprimaveral de la tarde marina almeriense, la periferia se hizo centro, y el centro de la ciudad se convirtió en periferia, con un barrio fervoroso y devocional hacia la Virgen de los Ángeles, que con los aromas del incienso y sus ciento cincuenta nazarenos revestidos con gran reverencia con la túnica blanca, y capa, antifaz y cíngulo celeste, portando cirios blancos, habría el cortejo procesional tras la alzada Cruz de Guía, símbolo de la Redención, y franqueada por dos nazarenos con faroles de alpaca plateados, comenzó a adentrarse durante más de siete horas en la gran arteria pasional de Almería, y que, en su ancho vestíbulo de la carrera oficial, el corazón de los almerienses le esperaba con vítores de alabanza a la Señora.

Con paso a paso, la Cofradía cruzó la transitada Rambla de Belén, para adentrarse en el casco histórico, como vigía pasional de la ciudad, y al ver llegar la Virgen de los Ángeles, Madre llorosa, con su Palio que enciende el azul marino de nuestro cielo y del mar mediterráneo, y cuando el sol comenzaba a despuntarse como en la aurora, se hizo en los corazones, de quienes la contemplaban, la explosión más grande de caridad que se hizo cargo del género humano al pie de la Cruz Redentora tras las alegres mecidas de sus penitentes costaleros de Palio a los sones de las marchas procesionales de la Banda de Música de Los Iris.

Tras caminar por las numerosas calles estrechas y pasar por las parroquias de San Sebastián y Santiago, que fue recibida por la Junta de Gobierno del Amor y La Soledad, avanzó en su recorrido hasta llegar al Santuario de la Virgen del Mar, Patrona Coronada de Almería, donde las miradas de nazarenos, costaleros y mantillas volvieron su rostro para rendir reverencia a la Patrona de la ciudad.

Pasados quince minutos sobre las nueve de la noche, tal y como estaba acordado por la Agrupación de Cofradías, y tras pedir la venia, la cofradía hizo su entrada triunfal en Carrera Oficial a los sones musicales de Virgen de los Ángeles, comenzando de forma pausada su andadura oficial para adentrarse a tener un encuentro señorial con la Almería histórica y vetusta, entre las mecidas de las bambalinas y los piropos de los miles de almerienses que exclamaban “que bonita y guapa va la Virgen “.

Destacar el primor y elegancia con que la Virgen iba vestida por su vestidor Juan Rosales engalanada con saya blanca bordada en oro, manto en terciopelo azul y toca de sobremanto realizadas en los talleres de la Hermandad. Tras despedirse de la ciudad, en la comitiva presidencial Manuel Pozo, Vicario Episcopal y el Diácono Joaquín Espino Parra, continúo su recorrido para su barrio, destacando la emotividad por la calle de Las Cruces, en su tránsito ante las casas de hermandad del Silencio y el Perdón, y con larga caminada con lágrimas de gratitud llegó la Virgen de los Ángeles al encuentro con el Señor de la Sentencia antes de regresar a su sede.

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