Bajo Palio

El cielo derrama suaves lágrimas

  • La prudencia aconsejó el regreso de la Virgen a la iglesia y resguardar del agua a la imagen

Y llovió. No hubo 'carrerillas' ayer en Turre, hubo carreras. La de San Juan hasta protegerse del agua bajo techo, mientras salvaguardada con un improvisado toldo de plástico la Virgen Nuestra Señora de los Dolores regresaba en volandas a la iglesia parroquial. En la plaza, el Santo Sepulcro cubierto igualmente con plástico, en tanto los centenares de personas congregadas hacían tiempo por si el tiempo cambiaba. Y escampó de masiado tarde. Entre ¡vivas! y un suspiro el paso de San Juan hizo entrada en la parroquial ante el delirio de fieles, devotos, y costaleros incansables en bailar el trono. La iglesia de Turre atronaba con los aplausos. Un improvisado Encuentro del Cristo Crucificado, la Virgen Nuestra Señora de los Dolores y San Juan, elevó la emoción hasta lo más alto, lo mismo que los costaleros alzaron al mismo tiempo las tres imágenes en una levantá apoteósica, interminable, infinita de sentimiento, acunada sobrecogedoramente.

La pena de no haber podido procesionar, de verse obligados a incumplir con una tradición de siglos, deja paso al alborozo de la Hermandad de Nuestra Señora Virgen de los Dolores de Turre, de todos ellos y ellas, de cuantos allí reunidos para venerar la Resurrección de Cristo a los sones de las marchas interpretadas magníficamente por la Agrupación Musical de Cuevas del Almanzora.

Tras la apoteosis, Jesús Zapata, párroco de Turre, sugirió que los hermanos y estandartes se acercaran a la plaza donde numerosas personas permanecían aún, unas decepcionadas, otras resignadas, a la espera de poder disfrutar del desfile procesional que la lluvia, la inesperada lluvia, había troncado un par de horas antes. Poco a poco, Turre recuperó ayer el paso que no pudieron dar los Pasos. Ni las 'carrerillas'.

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