Sevilla | barcelona · MARCAJE AL HOMBRE

Si Daniel es sólo uno más...

  • El formidable jugador de Juazeiro repartió abrazos antes y después de un partido en el que, sin brillar, ejerció su rol habitual · Su sustituto ayer, Mosquera, lo pasó mal ante un Henry que no es ya el que era

Sólo hace falta ver la foto que ilustra esta página para certificar que el Sevilla ha perdido mucho respecto a la temporada pasada. Sin querer abundar en si la plantilla es mejor o peor, lo cierto es que ayer, donde jugaba Daniel, lo hizo un Mosquera adaptado a la fuerza al lateral derecho, que lo pasó francamente mal ante Henry. Si el jugador francés fuera el que era en el Arsenal, el colombiano podría haber tenido una noche que hubiese tardado en olvidar. Mientras, Daniel no se salió del guión, ni ante los micrófonos ni sobre el terreno de juego. Diplomático, afable, cariñoso con su ex equipo, y cumpliendo su rol habitual, el de un lateral que aporta mucho juego y sube la banda constantemente. En el Barcelona no brilla tanto, no es tan decisivo. Es, simplemente, uno más de un equipo que está en otro mundo. Y si Daniel es sólo uno más...

Después de que utilleros y ex compañeros, en particular Adriano, lo saludasen al final del encuentro, incidió en lo que había dicho en las vísperas: "Era un partido muy especial para mí, volver a este campo, donde he crecido como jugador y como persona, es y será siempre un honor. Hemos hecho cosas muy bonitas aquí y siempre será especial".

Sobre el terreno de juego tampoco descarriló. Hizo un partido muy completo, protagonizando un hermoso duelo, de más a menos por el desarrollo del encuentro, con su ex compañero y compatriota Adriano. Su emparejamiento tuvo momentos eléctricos, saltaron chispas junto a la banda de Preferencia durante la primera mitad, cuando el Sevilla estaba vivo y tenía fe en tutear al Barcelona. Luego, se diluyó el duelo a la par que la emoción del partido, al tiempo que Xavi y Toure Yaya se hacían dueños absolutos del balón y del campo.

Daniel tuvo un paso discreto por el Ramón Sánchez-Pizjuán en su regreso. No celebró efusivamente ninguno de los goles. De hecho, en el tercero, fue el único que no se acercó a la piña en torno a Messi. Eso sí, miró a puerta con intenciones aviesas en más de una ocasión, como en la falta envenenada que sacó Palop junto al larguero con su manopla. Y realizó varios centros, más o menos peligrosos, después de sus clásicas galopadas. Fernando Navarro lo tuvo que frenar en más de una ocasión, puesto que en el Barcelona, como hiciera en el Sevilla, también sube muchísimo, situándose como un falso extremo. Piqué, como hiciera Javi Navarro en tiempos, era su fiel escudero, el hombre encargado de cubrirle las espaldas en sus subidas.

Hacía tiempo que no se veía a un Sevilla tan impotente, más allá de que el larguero de Kanoute pudo cambiar el sino. Pero los tiempos han cambiado. Daniel es ahora cola de león en lugar de cabeza de ratón. Y con el Barça ha vuelto la dictadura futbolística. Un solo dato ilustra esta realidad: sólo Eto'o, con 14 goles, y Messi, con 9, acumulan siete más que todo el Sevilla (23 por 18). Tal es la diferencia.

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