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La manta se queda cortita

  • Con el Sevilla del fútbol control, el protagonismo pasa de Luis Fabiano a Palop, actual 'Zamora' · El equipo de Jiménez sólo ha marcado un gol en casa en las tres últimas citas ligueras

El primer partido de la liga de los grandes da para varias conclusiones y, entre ellas, una especialmente dañina para el espectador medio: el excesivo respeto. Un Sevilla-Valencia actual en la cartelería debería ofrecer mucho más de lo que se vio en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Era un partido de alto voltaje, con muchos jugones, tomando prestado el palabro que tanto se oye en La Sexta, que se frotaba las manos antes del encuentro. Pero, como dijo Manolo Jiménez, el talento defensivo se impuso al ofensivo. Un rácano empate a cero con Luis Fabiano, Kanoute, Villa, Mata, Jesús Navas, Joaquín... en el campo. Y de eso buena culpa tiene tanto Unai Emery como un Jiménez en cuyo manual el fútbol control es una de las premisas. El fútbol de los técnicos se impuso al espectáculo.

El problema es que a este Sevilla que tanto echó de menos el control en el curso pasado por la sangría defensiva está echando en falta ahora los goles de sus matadores. Siguiendo la teoría que Caparrós adoptó del brasileño Tim, la manta se está quedando cortita. Al menos en las tres últimas citas ligueras en casa, en las que el Sevilla sólo ha marcado un gol (al Recre). Eso sí, logró que el Valencia se quedara sin marcar más de seis meses después. La última vez fue en la goleada del Camp Nou (6-0, 4 de mayo).

Es obvio que Jiménez ha arreglado el obsesivo problema de la defensa. Palop, en la jornada 12, se quedó solo como Zamora de la Liga, con sólo ocho tantos encajados. La consecuencia es que el protagonismo ha pasado de Luis Fabiano, que estaba en un momento ideal tras su doble hat-trick ante Portugal y Ponferradina, al meta valenciano, con parte alícuota de responsabilidad de su gran forma y de la defensa, aun sin Escudé, Dragutinovic o Konko. Las piezas dan igual, la manta está tan bien tejida por abajo que cubre perfectamente.

Luis Fabiano, en cambio, sólo lleva tres goles en la Liga (seis con los de la Ponferradina) y se ve, por el momento, lejos de la lucha por el Pichichi, cuando la campaña pasada concluyó segundo tras Güiza, con 24 goles en Liga (32 en total). Mientras que Kanoute suma cuatro. Hay que recordar, no obstante, que ambos se perdieron un mes de competición por sendas lesiones.

Jiménez, muy dado a buscar el equilibrio, cimenta su fútbol control, entre otras cosas, en un seguimiento exhaustivo de las estadísticas propias y del rival. Los datos que ofreció tras la rueda de prensa no son fruto de la casualidad, sino de una norma de trabajo que ya usaba en el filial. Gracias a ese control, el Sevilla es el equipo menos goleado de Primera, pero la consecuencia es el excesivo encorsetamiento del juego.

El curso pasado, en la jornada duodécima, el Sevilla había marcado, con un partido menos -el aplazado de Osasuna-, cinco goles más (23). Pero había encajado nueve más (17) y acumulaba nueve puntos menos (15 por 24). Ahora es quinto. Y eso que el centro del campo, la clave del equilibrio entre la defensa y el ataque, aún parece en rodaje. Con jugadores como Romaric o Maresca, el Sevilla necesita madurar los partidos. Pero ninguno aguanta más de la hora de juego, que es cuando hay que romper a favor la maduración. Y cuando empieza a fallar el fuelle, falta frescura y precisión, como ante el Valencia. Aun así, sobre la solidez defensiva, y con el medio campo por evolucionar aún, el margen de mejora insta al optimismo.

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