Cultivos en el Satélite de la Tierra

Tomates y uvas de la luna

  • Cultivar plantas en el satélite terráqueo es el objetivo de un grupo de investigadores españoles que desde Granada han puesto en marcha este singular proyecto,

El proyecto de investigación Green Moon experimenta con semillas en suelo volcánico canario que llevarán a la Luna en una misión de China dentro de cuatro años

El proyecto de investigación Green Moon experimenta con semillas en suelo volcánico canario que llevarán a la Luna en una misión de China dentro de cuatro años / EFE

Tinto de Rioja, fino de Jerez (Cádiz), cava catalán, jamón de Jabugo (Huelva), aceitunas de Álora (Málaga), alcachofas de Tudela (Navarra), tortas del Casar (Cáceres) y por qué no, tomates y uvas de la luna; una realidad cada vez más cercana para el proyecto Green Moon (Luna Verde).

Cultivar plantas en el satélite terráqueo es el objetivo de un grupo de investigadores españoles que desde Granada han puesto en marcha este singular proyecto, presentado esta semana en Marbella (Málaga) a los asistentes al segundo congreso de turismo espacial y subacuático, SUTUS.

Las primeras plantas con vocación espacial -teniendo en cuenta que su ciclo de germinación se adecue al tiempo de estancia de las misiones en la luna- son tomate, lechuga, rábano, zanahoria y, debido a su capacidad de enraizar en suelos volcánicos. la vid de La Geria de Lanzarote (Canarias).

Coordinado por el ingeniero aeronáutico José María Ortega, en este equipo multidisciplinar se integran expertos en astrofísica (Jorge Pla), geología planetaria (Jesús Martínez y Fernando Alberquilla) y biología vegetal (Eva Sánchez y Juan Hernández) que enviarán sus primeras semillas a la luna en cuatro años.

“Llevar algo al espacio cuesta muchísimo dinero”, ha comentado a EFE Ortega, por lo que es necesario partir con un porcentaje alto de posibilidades de éxito y esto se consigue a base de horas de trabajo, añade.

Los cultivos españoles, en misiones chinas

El primer reto de esta iniciativa, que en 2019 despertó el interés del Centro Chino de Exploración Espacial y en cuyas futuras misiones viajarán los cultivos españoles, es “entender cómo va ser el cultivo -el ciclo de vida- de una planta bajo la gravedad lunar”, muy inferior a la de la Tierra, ha destacado el investigador.

Hay otras variables que intervienen en el crecimiento de los vegetales como la temperatura, la humedad o la luminosidad; pero la gravedad es la única que, hasta hoy, no se puede controlar, y solventar esto es justo en lo que José María Ortega y sus compañeros están en este momento.

El segundo escollo a salvar es el del suelo donde deberá germinar la planta, rocoso y basáltico como el de la luna -características muy similares al de algunas zonas de las Islas Canarias- y comprender la interacción de las semillas con el mismo.

Así, merced a un acuerdo con las autoridades Canarias y la Unesco, en sus experimentos utilizan un sustrato volcánico canario procedente del Parque Nacional de Timanfaya y del archipiélago Chinijo.

Cápsulas invernadero para las semillas

Aunque el objetivo último es cultivar el suelo del cuerpo celeste, en el interior de tubos de lava -donde los científicos creen no llega la radiación cósmica-, en un principio mandarán las plantas en cuatro pequeñas probetas dentro de una cápsula-invernadero.

Una llevará semillas sembradas con “tierra normal; otra con un suelo parecido al que se trajo la Nasa (EEUU) en las Misiones Apolo; y las otras irán con dos suelos de Lanzarote (Canarias), uno con mayor contenido en metales y otro con menor”, ha detallado Ortega.

Estos sustratos se han tratado en el Instituto de Geociencia de la Universidad Complutense (Madrid) para que cuenten con condiciones físicas y químicas lo más semejantes posible a las que se sabe se dan en los “mares de la luna” o en planetas como Marte, ha explicado Ortega.

Una vez cerrados los ensayos y antes del envío al espacio, realizarán una simulación en áreas volcánicas de Canarias, algo “muy importante” ya que “tanto en Marte como en la Luna va a haber esos tubos de lava”, claves para el desarrollo de futura vida vegetal y animal, concluye el investigador.

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