Al sur del sur se encuentra la ciudad más antigua de occidente, donde la historia y las diferentes civilizaciones respiran en cada una de sus calles. Una ciudad que ha ido madurando con el paso de los siglos hasta convertirse en toda una referencia del saber vivir. Detrás de los monumentos, de sus playas y de sus calles, se palpa una forma de sentir la vida única en todo el mundo. Una hospitalidad cultivada a través de los viajes de ida y vuelta con Iberoamérica, una lengua fruto del bullicio de sus calles donde el inglés y el castellano se mezclan para crear una nueva forma de comunicación con palabras como guirigay o alinquindoi. Una cultura que se transmite a través de sus dos lenguas principales: el flamenco y el carnaval. Y un color, imposible capturar, que llena de una luz especial toda la ciudad.

Cádiz abre al visitante sus 3.000 años de historia y de historias para hacerle partícipe. Nadie que viene a Cádiz vuelve a su origen tal y como llegó.

Yacimiento Gadir en la ciudad de Cádiz.

Quien acude a Cádiz sabe que viene a sumergirse en la historia. A través del yacimiento Gadir, el más antiguo de todo Occidente, puede saber cómo vivían los fenicios, de qué manera cocinaban y qué utensilios utilizaban. Puede dar un salto en la historia y viajar hasta la antigua Roma y comprobar cómo se conserva el teatro más grande la antigua Hispania, un teatro descubierto en 1980 y que aún hoy en día oculta parte de su estructura. Y sin moverse ni un ápice, redescubre las influencias medievales en el barrio del Pópulo donde sus calles estrechas y en curva acogen cada verano el Mercado Andalusí.

Con tan solo atravesar el Arco de la Rosa, se puede dar un salto en la historia hasta llegar al siglo XVIII con la Catedral de Cádiz, donde el barroco se funde con el neoclásico. Un siglo que ha dejado tras de sí diversas casas palacios distribuidas por todo el casco histórico. Casas palacios con más de 120 torres miradores que aún perduran, características de la arquitectura gaditana, desde donde se avistaban los barcos comerciales y aún hoy en día se puede apreciar la llegada del más del cementar de cruceros que atracan en el puerto gaditano.

Cádiz abre al visitante sus 3.000 años de historia y de historias para hacerle partícipe. Nadie que viene a Cádiz vuelve a su origen tal y como llegó.

Cádiz es su historia pero también es su cultura. A lo largo del año, el Gran Teatro Falla, la Sala Central Lechera y el teatro del Títere de la Tía Norica ofrecen una gran y diversa programación a la que se suma el Centro Flamenco de la Merced con lo mejor de los cantes de ida y vuelta. Cultura dentro y fuera de sus teatros ya que las buenas temperaturas invitan a la ciudadanía a disfrutar de conciertos y espectáculos al aire libre como el Parque Genovés, sus patios y plazuelas o el propio muelle.

Si hay algo que ha permanecido impasible al paso del tiempo es la calidad de sus cuatros playas: La Caleta, Santa María, La Victoria y Cortadura. Más de siete kilómetros de arenas blancas en los que poder disfrutar del sol y practicar deportes. Cuatro playas que año tras año renuevan sus banderas azules, su seña de calidad.

Si hay algo que ha permanecido impasible al paso del tiempo es la calidad de sus cuatros playas: La Caleta, Santa María, La Victoria y Cortadura.

Cádiz pervive el paso del tiempo y se renueva. La ciudad avanza hacia un turismo sostenible y sostenido en el tiempo, un turismo respetuoso con la identidad gaditana en la que todas las personas visitantes tienen cabida. Una ciudad con cerca de 30 kilómetros de vía ciclista para recorrerla sin prisas, disfrutando cada pedalada.

Carril bici junto al mar en Cádiz.

Pasan los años, pasa la historia y Cádiz sigue siendo un lugar para redescubrir en cada viaje. Cádiz sigue siendo la eterna sorpresa.