Miguel López. El Hematocrítico

"Los niños no saben aburrirse porque no tienen tiempo para ello"

Miguel López.

Miguel López. / Daniel Puente Bello

El Hematocrítico es Miguel López, maestro de educación infantil y primaria en La Coruña. Escribe en GQ una columna sobre crianza; también es guionista y autor galardonado de literatura infantil. Es muy popular en redes sociales por su cuenta de Twitter (@hematocritico) y por proyectos como El Hematocrítico de Arte. Ahora, en el ensayo ¡Escúchales! Por una crianza con empatía (Paidós) plantea que plantea una crianza más respetuosa.

-Como profesor, ¿cómo valora el pasado curso escolar pandémico?

-Éste ha sido el primer año docente que no he estado en el centro porque he estado de excedencia, pero lo valoro como un paso más hacia la normalidad que el resto de la sociedad alcanzó antes que la escuela.

-¿De dónde viene su nombre?

-En 2006, cuando todavía no existían las redes sociales, me abrí un blog y, como tenía abierta en ese momento una página que se llamaba metacritic, puse ese nombre. No le di la mayor importancia. Luego, cuando en las redes sociales ya la gente conocía mi blog, puse ese nombre en Twitter, Instagram y desde entonces la gente me llama hematocrítico. Me gustaría tener una historia sobre el origen de mi nombre y la verdad es que fue lo que se me ocurrió en ese momento. Si lo hubiera pensado, lo hubiera meditado (risas).

-¿Qué se considera: profesor, escritor, tuitero...?

-Lo bueno es que he conseguido crear un puente entre todas esas cosas. Es muy difícil definirme. De hecho, me comentaba un amigo que me utilizaba como ejemplo en su empresa de cómo encajarme como trabajador porque soy autor, maestro, divulgador..., no tengo muy claro lo que soy.

-Como escritor, ¿le inspiran sus alumnos?

-Mucho. Mis alumnos, mi colegio... Me inspiran en mis cuentos infantiles y también para este ensayo. El entorno escolar es el que conozco desde que yo era un niño y sigo en él. Me parece un mundo riquísimo, voy viendo cómo va cambiando la sociedad y me parece una atalaya privilegiada.

-¿Cómo ha cambiado la escuela desde que los que hoy somos padres éramos alumnos?

-Bastante. Para empezar, está menos masificada. En mi clase éramos 44, todo varones. Ahora en las escuelas se trabaja de una manera más sensible, hay más atención a la diversidad, se ayuda más a los niños y niñas con dificultades. Se hace otro trabajo: antes el aprendizaje era exclusivamente memorístico. Ahora se hacen las cosas de otra manera. Pero, por otro lado, tenía menos carga de deberes, menos exámenes. Ahora empiezan más pequeños con esas responsabilidades. Los niños éramos un poco más libres en el sentido de que teníamos tiempo para jugar en la calle, en casa.

"Somos una generación (de padres) que nos hemos perdido el disfrute del tiempo"

-También hemos evolucionado en otros aspectos, como estereotipos de género.

-Muchísimo. Algo tan sencillo como cuando yo iba al instituto era impensable que hubiera alumnos y alumnas que fueran gays abiertamente, y ahora por suerte los chavales han crecido en un ambiente diferente y se lo toman con normalidad. Tienen más libertad para ser como son en realidad. Pero los estereotipos continúan: todavía vas a comprar un juguete y en la tienda te preguntan si te lo envuelve para niño o para niña. Mi receta para eso es no enfadarte ni tomártelo como una afrenta, sino como un residuo de unas costumbres que aún quedan y, con humor, trabajar eso con los niños.

-Muchos padres se convierten en "agendas humanas". ¿En qué cree que radica este problema?

-Muchas veces, a través de los grupos de Whatsapp, cuando los profesores intentan indicarle a los niños lo que tienen que hacer en fin de semana, los trabajos, son los propios padres los que se ponen de acuerdo e incluso hay padres que mandan fotos de los deberes, incluso el ejercicio resuelto. Los niños llegan a casa y se lo encuentran todo hecho. Eso les perjudica en el sentido de que no consideran que han de tener una responsabilidad. Con eso le restamos autonomía a los niños, porque ésta se consigue cuando ellos asumen responsabilidad, cuando son conscientes de que tienen deberes, no de clase, sino responsabilidades.

-Ha mencionado el tema de los grupos de Whatsapp, que siempre es polémico. ¿A favor o en contra?

-Los grupos de Whatsapp de madres y algún padre que tienen muy mala fama, de pesados y de hacerte perder el tiempo. Son así como casi todos los grupos de Whatsapp. Los grupos se crean con muy buenas intenciones, pero pronto se desvían a otros temas.

-¿Los niños hoy no saben aburrirse?

-No, porque no tienen tiempo para aburrirse. Uno aprende a aburrirse aburriéndose, y si no le dejas tiempo libre para descubrir que tienen un rato en el que no saben qué hacer nunca sabrán cómo gestionar eso.

-La mayoría de los padres de hoy venimos de una generación en la que los nuestros decidían qué se hacía. Hoy es todo lo contrario, los hijos deciden. ¿Cómo hemos llegado a esto?

-Buena pregunta... Yo no lo entiendo. No entiendo cómo pasé de que los fines de semana no tuviera tiempo para mí porque mis padres me llevaban donde ellos querían, a que ahora soy padre y no tengo tiempo para dedicarlo a mí porque tengo que llevar a mis hijas a un sitio, otro y otro. Parece que somos una generación que nos hemos perdido el disfrute del tiempo.

-¿Criamos niños o adultos del futuro?

-Desde luego mucha gente se dedica a rellenar todas las horas de tiempo libre de sus hijos pensando en el futuro. En realidad, deberíamos preocuparnos porque pasen una infancia feliz y agradable.

-¿Cuál es la palabra clave que debe mandar en la educación de los pequeños?

-Para mí, la principal es respeto. Tienes que tratar a los niños con el respeto que se merecen. También empatía y escucha. Todo lo que tiene que ver con hacerles sentir bien, mostrarles que valoras cómo son, que no por ser niños merecen menos.

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