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San Fernando

La Casería, dos años después de todo

La Casería, ya sin las casetas aunque con los dos negocios a pie de playa en activo.

La Casería, ya sin las casetas aunque con los dos negocios a pie de playa en activo. / Julio González (San Fernando)

La apacible vida del barrio de La Casería dio un vuelco radical hace exactamente dos años. Corrían los primeros días de noviembre de 2020 cuando, todavía en plena vorágine de la pandemia, salió a la luz que la Demarcación de Costas en Andalucía Atlántico había lanzado un total de 59 expedientes de recuperación posesoria que afectaban a 61 casetas que se repartían por la franja de Dominio Público Marítimo Terrestre.

El objeto era acabar con las construcciones ilegales que habían sido toleradas durante décadas –tanto que habían pasado de una generación a otra y que muchos isleños las consideraban una seña de identidad– para despejar la zona con la idea posterior de acometer un proyecto de regeneración de la playa, del que se venía hablando desde hacía prácticamente 20 años pero que nadie se creía ya, precisamente, por ese largo tiempo transcurrido sin que mediaran novedades, a excepción de algún esporádico anuncio político cuando tocaban elecciones.

Pero esta vez no hubo marcha atrás en el proceso administrativo. Las casetas de colorines de la playa de La Casería pasaron definitivamente a la historia a mediados del pasado mes de febrero, cuando se ejecutaron las demoliciones. Los trabajos en el entorno, no obstante, no se han dado por concluidos hasta hace escasos días, según confirma la propia Demarcación de Costas.

No se trata del proyecto que está previsto llevar a cabo y que incluye la adecuación de un paseo de casi 800 metros de longitud (para uso peatonal y de bicicletas), que se extenderá desde la punta de la playa hasta el cementerio de San Carlos (conocido popularmente como de los Ingleses). Pero sí de una intervención lo suficientemente contundente como para asegurar la regeneración del perfil del litoral en este punto, que se ha visto erosionado y condicionado por la existencia de estas construcciones durante décadas.

De hecho, una vez consumadas las controvertidas demoliciones que tanto debate suscitaron en San Fernando, todavía eran visibles los suelos y otros restos –los denominados rellenos antrópicos– procedentes de las ocupaciones que había en la zona, que ahora han desaparecido con un importante relleno de arena y otras actuaciones que se han venido desarrollando desde el pasado verano.

La zona, de hecho, todavía sigue vallada, si bien la Demarcación de Costas asegura que dicho cerramiento –necesario para acometer los trabajos– se retirará en breve para que quede al descubierto en toda su amplitud esta franja del litoral tras los trabajos de recuperación ejecutados tras el derribo de las casetas.

Porque el proyecto del sendero –el que se pretende desde hace 20 años– tendrá que esperar al menos a que se resuelvan los procesos judiciales abiertos que afectan a los dos negocios de hostelería que todavía se mantienen en pie en la playa de La Casería, que por el momento han conseguido evitar la demolición: La Corchuela y la Cantina de El Titi-El Bartolo.

El primero de estos establecimientos ha conseguido frenar por el momento el derribo por la vía judicial gracias a una suspensión cautelar y el otro cuenta con una concesión de Medio Ambiente para el ejercicio de su actividad hasta 2024, que no obstante Costas ha recurrido también a través de un contencioso ya que sostiene que dicha autorización fue tramitada por la delegación territorial de la Junta de Andalucía sin su autorización.

La situación sigue igual que hace 9 meses, explican desde Costas. Hasta que no se mueva ficha en los juzgados, no va a variar. Y esta administración da por hecho que estos trámites –por los tiempos judiciales que se suelen manejar– no se van a resolver en poco tiempo. De ahí la actuación acometida para abordar el adecentamiento de la zona tras las demoliciones ya que para afrontar el proyecto del sendero que bordeará esta playa isleña será necesario antes disponer de la totalidad de los terrenos.

Para la Demarcación, como ha apuntado en más de una ocasión, la solución de los negocios de hostelería pasa por su retranqueo unos metros atrás con respecto a la línea de costa para quedar fuera de la zona de dominio público, una alternativa que también ha apoyado la Subdelegación del Gobierno al alentar al Ayuntamiento isleño a trabajar en esta línea pero que los afectados no comparten y consideran inviable.

En todo caso, y a pesar de que las casetas han pasado definitivamente a la historia y de que el paisaje de la zona ha cambiado por completo, ese proceso de recuperación posesoria que la Demarcación de Costas emprendió hace justo ahora dos años –en noviembre de 2020– no ha terminado todavía.

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