Bicheo por la TDT

Chollos de muchos ceros

ES el enésimo programa de empeños y trueques, lo sé, pero el marco de Beverly Hills, ideal para la ostentación de riquezas y grandes trenes de vida, y el lujo de los objetos empeñados, casi de carácter histórico a veces, convierte a Empeños en Beverly Hills en un programa de interés, curioso y valioso en la parilla de Ten, que lo ha rescatado para el prime time de sus jueves tras ofrecerlo anteriormente Divinity y Reelz, canal estadounidense en el que se llevó a cabo su estreno.

En este programa nos encontramos con Yossi Dina, un antiguo militar que ahora regenta uno de los establecimientos más interesantes de la ciudad de la opulencia. En su tienda, los acaudalados clientes pueden empeñar y adquirir objetos que se salen de lo habitual: joyas de incalculable valor, objetos curiosos de Hollywood y artículos artísticos pueblan los píxeles de nuestra pantalla. Junto a Dina, cuya peculiar personalidad hace mucho por el éxito de este docurreality, encontramos a unas ayudantes que suponen el contrapunto ideal para el negocio: una psicóloga, una tasadora de objetos del mundo del cine y...¡sorpresa! una actriz (que siempre da color), acompañan al ex marine en un viaje catódico en que el lujo de los objetos y la carga simbólica que llevan detrás nos dejan anonadados.

Y es que algunos de los artículos que protagonizan las diferentes entregas son auténticas maravillas: un guion original de una peli de Indiana Jones, un guante de Michael Jackson, el cinturón del Batman televisivo, una máscara de diamantes de Elizabeth Taylor, las manos de The pale man de El laberinto del fauno, entre otros. No sólo muchos de estos chismes son bellos por sí mismos, de esos que te quedarías mirando embobado sin más, sino que suelen tener una historia detrás, curiosa, interesante, trágica, cómica; un sinfín de anécdotas que revalorizan su precio.

Otro punto a favor, al menos para mí, es ver a esos millonarísimos a los que les relumbran las caras llenas de bótox cuando se encuentran delante de un joyón de los que presenta el programa. La maestría de Dina para venderles la moto sólo es comparable a su ansia por tener y tener y volver a tener una joya exclusiva. Se convierten en niños cuando Dina les dice "¡Oh, este reloj de chorricientos dólares no se lo he vendido a nadie, lo tenía reservado para alguien de tu categoría". Y los muy ilusos, creyendo que realmente merecen tener ese objeto porque descienden de algún dios menor que les da solera, pagan a tocateja los ceros y más ceros del chollo en cuestión.

La ostentación y las ganas de salir por la tele de las clientas de Dina, eso es otro cantar.

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