Recuerdos televisivos

María Fernanda D'Ocón y Patuchas ¿éramos modernos en 1979?

  • La fallecida actriz valenciana era Leocricia, la institutriz de 'La mansión de los Plaff', inexplicable programa infantil de TVE en los 70

Los personajes de 'La mansión de los Plaff', 'Gran Hermano' en 1979

Los personajes de 'La mansión de los Plaff', 'Gran Hermano' en 1979

Desde hace años ya no aparecía en los escenarios y apenas fue vista por la pantalla de casa salvo por sus películas de Cine de barrio. María Fernanda D'Ocón era lo que dirían los cursis "una dama de los escenarios", centrada en el teatro y que las series de este siglo desaprovecharon con su ausencia. Con un perfil parecido al de Amparo Baró y en línea con Lola Herrera esta actriz valenciana estaba dotada para todos los registros desde su apariencia de dulzura despistada.

Esa actitud con gran carga de ironía y fingidos remilgos era lo que desprendía su docente Leocricia, cuidadora del monstruo rosa de Patuchas en La mansión de los Plaff.
Hay que meterse en aquellos tiempos, finales de los 70, para examinar ese programa infantil de disparates en el que en un castillo convivían personajes excéntricos (Gran Hermano lo que hizo sólo fue llenar la madriguera  con anónimos) que vivían aventuras en decorados de chroma. Netflix habría hecho varias temporadas.
El mayordomo bailarín de los Plaff era Giorgio Aresu que años después dirigiría con mano de hierro y su mala cara Sorpresa, sorpresa.
Patuchas y Leocricia, junto a una joven a la que inspirar Patuchas y Leocricia, junto a una joven a la que inspirar

Patuchas y Leocricia, junto a una joven a la que inspirar

Y como narradora e hilo conductor,  Leocricia, acariciando a Patuchas, primo feo y bajito de Espinete. Sólo por este personaje en este rompedor programa infantil de la TVE a pedales ya merece que la fallecida María Fernanda esté en la memoria colectiva, pero aún nos queda hablar de El televisor.

Lo de los Plaff, cuentos tontorrones inspirados de a saber qué humos, sigue el rastro de programas infantiles que trataban a los pequeños espectadores con inteligencia, como hará La bola de cristal en la década siguiente. El director de aquella mansión era Miguel de la Hoz, que venía entonces de Cantares, programa que ideó y del que se apropió su presentador con ínfulas, Lauren Postigo. De la Hoz falleció al poco tras una trifulca en un bar de desaconsejable recomendación.

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